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Dentro del archivo de Coderch

LA RAZÓN consulta el fondo del arquitecto que ya forma parte de las colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

Maqueta del proyecto de las cocheras de Sarrià en el que José Antonio Coderch trabajó en 1968. La maqueta ya forma parte de las colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid
Maqueta del proyecto de las cocheras de Sarrià en el que José Antonio Coderch trabajó en 1968. La maqueta ya forma parte de las colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madridlarazon

Algo está pasando en Cataluña cuando algunos de los archivos de sus principales creadores se están marchando fuera.

Algo está pasando en Cataluña cuando algunos de los archivos de sus principales creadores se están marchando fuera. Puede que en algún caso pesen más los motivos económicos, pero que esta documentación se ponga al alcance de todos y se conserve en buenas condiciones es lo que ha acabado haciendo que la balanza se incline hacia instituciones como la Biblioteca Nacional o el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Desde el pasado verano, el museo que dirige Manuel Borja-Villel tiene en sus fondos el archivo personal de José Antonio Coderch, uno de los más importantes nombres de la arquitectura del siglo XX. Fueron sus herederos quienes decidieron que los planos, la correspondencia, un fondo artístico y las maquetas se quedaran para siempre en este museo madrileño, el mismo en el que permanece el «Guernica» de Picasso.

Infectado por hongos

Este diario ha podido acceder al archivo y poder conocer qué es lo que contiene un fondo de 10 metros cúbicos de material original. Desde el pasado mes de junio y hasta ahora se ha venido trabajando en la restauración de los documentos, muchos de ellos infectados con hongos. No ha sido una labora fácil, pero el departamento de restauración del Reina Sofía espera poder tener concluida esta fase en los próximos días, salvándose especialmente planos de proyectos concluidos o simplemente abocetados, así como la copiosa correspondencia.

En 1941, un año después de obtener su título como arquitecto, trabaja en una serie de proyectos y obras de los que se conserva la documentación en el archivo. La mayoría se llevaron a cabo en Sitges, donde fue nombrado arquitecto municipal, como son los casos de la ampliación de caseta de viña para José María Teixidó; la construcción de una casa para Salvador Masó; la reforma de las casas de Juan Ill, Manuel Aracil y Soler Guillem; o un proyecto de reforma en la calle de la Ribera. Es el inicio de una carrera que será imparable. Igualmente, y en ese mismo 1941, Coderch –como se puede constatar en su archivo– firma el pabellón de España en la Exposición de Roma o una serie de viviendas protegidas en Olot.

En los fondos que ahora están en el centro de arte madrileño podemos seguir la carrera de Coderch desde sus inicios hasta 1983, un año antes de su muerte. Son un garaje para Campsa en Girona, la remodelación del Palau Robert de Barcelona y un residencial del Banco de España. También podemos encontrar algunos de los trabajos más célebres del arquitecto como son los planos de los famosos edificios Trade de Barcelona (1966), la Casa Güell de Barcelona (1971) o los de la ampliación de la Escuela Técnica Superior Arquitectura de Barcelona (1978). A esto se le suman 17 expedientes de obras inéditas de Coderch que todavía no han llegado a materializarse. En total son 295 proyectos entre los realizados y los inéditos.

El archivo también conserva algunos ejemplos de la labor de José Antonio Coderch como diseñador. En este sentido encontramos dos expedientes con dibujos y diseños originales de lámparas, chimeneas y algún mueble.

Los herederos de Coderch también han donado al Reina Sofía documentación personal del arquitecto, con piezas tan singulares como una regla de plata hecha especialmente por el mismo José Antonio Coderch para su uso personal, además de los diplomas con el título de arquitecto (1940) y el de académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Jorge. Tampoco faltan algunos ejemplos de la relación que tuvo con el mundo del arte, como es el caso de un original de Joan Miró y una colección de retratos del propio Coderch firmados por el crítico de arte Rafael Santos Torroella, el pintor Josep Guinovart o el arquitecto Federico Correa. Una curiosidad, hablando de pintura, es «El silencio del arte», un libro de Ramón Gaya, editado por el mismo Coderch a partir de fotocopias y con un «prólogo» redactado a mano y firmado por el protagonista de esta historia.

La correspondencia es una de las piezas más importantes del archivo de José Antonio Coderch, un hombre que lo intentaba conservar todo. Existen un total de siete secciones con los epistolarios del arquitecto desde 1954, entre ellos las varias cartas escritas por el arquitecto, artista y diseñador industrial milanés Gio Ponti con quien Coderch mantuvo una especial amistad, al igual que con Alberto Sartoris, el aclamado arquitecto, diseñador, profesor y crítico de arte suizo de origen italiano. Asimismo hay una curiosidad en forma de postal: es un dibujo de Pablo Picasso en ceras rojas enviado a Coderch y que fue la base para una lámpara realizada por el arquitecto.

Coderch poseía una importante biblioteca y que forma parte de la donación. Es en este terreno donde tenemos ejemplares sueltos y encuadernados de publicaciones como las revistas «Domus», «Nacional de Arquitectura», «L’architecture d’aujourd’hui», «House and garden» y «The house beautiful», así como un buen número de libros.

El material estará al alcance de los investigadores y es muy probable que alguno pueda formar parte del actual discurso expositivo del centro. Muchos lo han podido consultar hasta el punto ser la base de trabajos como «Recordando a Coderch», de Pati Núñez o el documental de mismo nombre de Poldo Pomés.

Ni cesión, ni depósito. Desde el Reina Sofía se recuerda que ésta ha sido una «donación incondicional» por la que los herederos de Coderch no han recibido ningún euro, ni han puesto condición alguna. El museo madrileño recuerda que quedará una copia digitalizada del conjunto documental en Cataluña. Sin embargo, hay quienes critican que no se haya quedado el legado Coderch en Barcelona. Según ha podido saber este diario, la conselleria de Cultura tardó cuatro meses en interesarse por todo, cuando ya estaban las conversaciones avanzadas con Madrid.