Barcelona
Barcelona recobra el aliento tras las 250 barricadas de los CDR
La factura de los disturbios asciende a 320.000 euros a la espera de nuevas movilizaciones
La factura de los disturbios asciende a 320.000 euros a la espera de nuevas movilizaciones
La relativa calma con la que hoy amanecía Barcelona contrasta con las escenas de guerrilla urbana de ayer por la noche. Quedaban restos de las barricadas y las hogueras, sin embargo pasaban bastante desapercibidas gracias a una maquinaria de limpieza perfectamente engrasada. La capital catalana, al fin y al cabo, está más que acostumbrada a estos episodios esporádicos de violencia callejera. Bien sea por una huelga general, el desalojo de una casa ocupada o el 15M; el resultado siempre es el mismo pese a que en los últimos años este tipo de manifestaciones iban a la baja. La factura, en cualquier caso, de las 250 hogueras ha sido de 320.000 euros en mobiliario urbano, 74 heridos y 25 detenidos.
En la segunda noche de movilizaciones de rechazo a la sentencia del proceso, se produjo una batalla campal en el corazón de Barcelona. Confluían la sentada con velas organizada por ANC y Òmnium Cultural con la manifestación de los CDR. Ninguno de ellos pudo llegar a su objetivo, la Delegación del Gobierno, gracias al perímetro de los Mosso. Fue entonces cuando se iniciaron incidentes con cargas policiales, varias barricadas con contenedores, cajas de cartón y mobiliario urbano en varias calles de Barcelona.
Así las cosas, la capital catalana se esforzaba esta mañana en recuperar a marchas forzadas la normalidad. A excepción del Paseo de Gracia, que seguía cortado, los restos de los disturbios habían sido cuidadosamente recogidos hasta el punto de que casi pasaban desapercibidos para un visitante ocasional. Salvo por los pequeños detalles. Los contenedores, por ejemplo, han desaparecido de varias manzanas en los alrededores de Paseo de Gràcia, algunos sirvieron como barricadas y otros como leña improvisada para las hogueras. El asfalto da buena cuenta de lo ocurrido y del recorrido seguido por los manifestantes en su retirada. Los restos de los contenedores quemados cada 50 metros son todavía visibles en Gran de Gracia, la continuación de Paseo de Gracia que, debido a su morfología, la calle se estrecha considerablemente, es un lugar propicio para la huída. La calzada también reflejaba marcas que los manifestantes habían hecho con pintura para señalar el lugar propicio de los contenedores. Los operarios del Ayuntamiento se afanaban en reponer los adoquines arrancados por los manifestantes y los semáforos quemados. La escena se repetía en cada esquina salpicada ante la atenta mirada de los agentes de la Guardia Urbana mientras el helicóptero de los Mossos seguía patrullando la zona. Luis Sans, presidente de la Asociación Paseo de Gracia reconocía la buena labor del Ayuntamiento en este sentido. Los desperfectos estaban siendo subsanados, de acuerdo, pero los disturbios pueden volver a repetirse. “Las manifestaciones pueden ser molestas, pero no son un problema. El problema lo tenemos ahora mismo en un presidente de la Generalitat que da pábulo a los disturbios”, decía Sans.
Mientras, las redes sociales los manifestantes y los simpatizantes de los disturbios evocaban la Rosa de Fuego para justificar los incidentes. Fue el sobrenombre que recibió Barcelona durante la Semana Trágica de principios del siglo XX, que se saldó con 78 muertos después de que los reservistas se negaran a acudir a Marruecos. En la confluencia de Diagonal con Paseo de Gracia dos personas se saludaban como si no se conocieran de nada. Habían quedado ahí gracias a una aplicación de compraventa entre particulares. Un patinete eléctrico cambiaba de manos, igual que en 1909.