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Agustín Fernández Mallo: «No podemos conformar una cultura sin extraer elementos de otras»
Probablemente sea «Teoría general de la basura» (Galaxia Gutenberg) uno de los más importantes ensayos publicados este año. La certera mirada de Agustín Fernández Mallo nos invita a replantearnos el producto artístico.
Probablemente sea «Teoría general de la basura» (Galaxia Gutenberg) uno de los más importantes ensayos publicados este año. La certera mirada de Agustín Fernández Mallo nos invita a replantearnos el producto artístico. El autor habló ayer con este diario.
–¿Cómo surge esta «Teoría general de la basura»?
–Es una especie de reflexión que mis propios textos me iban proporcionando. No soy un teórico, pero sí que ocurría que siempre me ha interesado toda la cultura contemporánea. Por ejemplo, una de las tesis del libro es que se nos dice en todas partes que vivimos en un mundo fragmentado, que recibimos inputs de todas partes. Sin embargo, también se nos dice en un mundo hiperconectado. Hace años que pensé que eso era una contradicción porque cómo algo fragmentado puede estar también hiperconectado. Fue entonces cuando pensé que esos supuestos fragmentos no son tales; si cambias tu objetivo de visión te das cuenta de que esos fragmentos en realidad son nodos que están en una red. Cuando ves eso en una red es cuando se te presenta armónicamente y con pleno sentido. Yo veía, por ejemplo, que se decía que mi literatura era fragmentada y no la veía así sino coherente y unida. Los que decían eso eran los que veían en modo fragmento o «collage», pero no en modo red. Pero no he escrito el libro por eso, como un motivo personal.
–Me gustaría que hablara de su reflexión sobre el residuo.
–Sí, y también tiene que ver con la génesis del libro. Veo que yo, como todo el mundo, estamos usando los residuos de los demás, las zonas no entendidas y que se despreciaron en un acto de apropiacionismo para crear nuestras obras. La diferencia es que hay gente que lo declara explícitimante y hay los que no. Todos los que han hecho grandes obras han procedido del mismo modo.
–A Pablo Picasso le gustaba decir: «Si hay algo que robar, lo robo».
–También decía que «no copio, plagio». Al final todos estamos recuperando cosas, no solo para hacer sino como cultura. No podemos conformar una cultura sin extraer elementos de otras de culturas. Dedico muchas páginas a un acto de apropiacionismo básico: los viajes. El viajero que va y vuelve para contar. Cuando cuentas estás traduciendo cosas que has visto a tus códigos culturales. Ese acto de traducción es un acto de apropiación y metaforizar. Fernando Castro Flórez ha dicho que mi libro podría titularse «Teoría general de la metáfora». Es verdad porque si se fija desde el principio, cuando hablo de la línea cero de Walt Whitman lo que digo es que damos por ciertas cosas, como la voz de Whitman o los huesos y los dientes de dinosauros. A partir de esos datos duros creamos las partes blandas, aquellas que el tiempo ha extinguido. Eso es un acto metafórico porque son inferencias, deducciones, pero no datos cien por cien ciertos. Damos por cierto que un romano decía «rosae», pero en verdad es una inferencia, porque probablemente eso sonaría como un gruñido. La Historia es una especie de ficción pactada por la sociedad en un momento dado. Es un relato verosímil, pero no tiene por qué ser verdad.
–¿El arte no es original?
–Sí y no. El arte no es original en tanto que nada se crea desde la nada, salvo Dios en caso de existir. En este sentido, no puede ser original y todo viene de algún lado. Todo es producto de una apropiación de quienes nos precedieron. El truco, el «quid» de la creatividad es cuando con eso que te han dejado, con eso que no es original, eres capaz de transformarlo para crear algo original que no existía.
–Ahí es donde entra, por ejemplo, un artista como Marcel Duchamp.
–Evidentemente, pero entra Duchamp en un caso extremo. En realidad lo que hacemos todos cuando escribimos un libro o un arquitecto hace una casa, lo que hacemos es un cambio de tal manera que aquello que no era original adquiere una originalidad en función del talento de la persona que lo está haciendo. Por eso, nada es original como decían los románticos, pero tampoco es verdad el extremo contrario del Pop, es decir, que todo puede ser copiado infinitamente de manera exacta. Nos movemos en un lugar intermedio. La realidad es copia + error. Si el error es positivo da lugar a una mutación positiva y perdura en la sociedad. Si es negativo la sociedad lo deshecha como ocurre con las células. Por eso usted y yo somos diferentes.
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