Andalucía
Bienvenidos a Zarriaslandia: 900 habitantes y 40.000 euros para una pista de pádel
La Junta de Andalucía ha subvencionado gran parte de las instalaciones de Cazalilla, el pueblo de Jaén, del que Zarrías fue edil, y su padre y abuelo, alcaldes.
Una imponente pantalla apagada preside la plaza de Ayuntamiento de Cazalilla, una localidad jienense de menos de 900 habitantes. Lleva casi un año en negro, según recuerdan varios vecinos del pueblo que pasan la tarde en un banco situado bajo ella. «El verano pasado funcionaba, porque veíamos la temperatura durante la siesta», explica uno de ellos. La pantalla fue instalada en los albores de la crisis y ahora parece que no hay presupuesto para arreglarla. No obstante, no es el único vestigio de tiempos mejores. El municipio cuenta con toda clase de instalaciones públicas, que van desde un centro de internet para mayores hasta una pista de pádel, y sus calles lucen impecables. La Junta de Andalucía no tuvo problema en poner dinero para levantar una residencia de ancianos y un polideportivo de gran tamaño. En sus inauguraciones, celebradas en 2008 y 2009, respectivamente, el entonces vicepresidente y consejero de Presidencia, Gaspar Zarrías, ocupó un lugar destacado. Su familia es oriunda de Cazalilla y tanto su padre como su abuelo fueron alcaldes de la localidad. El primero dirigió la vida municipal en tiempos de la II República y el segundo, Juan Zarrías, lo hizo entre 1983 y 1987 y entre 1991 y 1995 bajo las siglas PSOE.
Antes de dar el salto a la política nacional y acaparar titulares por su supuesta implicación en el «caso de los ERE», Zarrías hijo (y nieto) concentró la mayor parte de sus esfuerzos en el Parlamento andaluz (1982-2008), pero también hizo honor a su apellido y coqueteó brevemente con la política local. Fue concejal de Cazalilla en 1995, aunque pronto cedió el protagonismo a su compañero Juan Balbín, que se convirtió en alcalde y todavía sigue en el cargo. De acuerdo con los vecinos, los dos mantienen muy buena relación. Desde la muerte de su padre en 2002, Zarrías pisa poco Cazalilla, donde sólo tiene ya una prima soltera y algunos familiares lejanos. Según relatan, cuando visita el municipio lo hace para intervenir en actos públicos junto a Balbín.
Algunos cazalilleros se acuerdan con especial nitidez de la inauguración de la residencia de mayores en 2008 y de la polémica que la rodeó. El centro, levantado sobre un terreno del Ayuntamiento con dinero de la Junta, había sido conocido durante todo el proyecto como «La Molina» y, de la noche a la mañana, se rebautizó con el nombre del ex alcalde Juan Zarrías. Además, en noviembre del año anterior la Delegación Provincial de Igualdad de Jaén había cedido la gestión a Asistencial Geriátrica Cazalilla, S.L. La sociedad estaba vinculada al Grupo Reifs, cuyo dueño era amigo de Zarrías entonces, según la gente del pueblo.
Estas circunstancias no impidieron que en el municipio, en el que apenas hay dos bares, tres tiendas, una peluquería y una farmacia, se celebrase la apertura del centro por los puestos de trabajo que podía generar. Muchos se sintieron decepcionados al comprobar que la mayoría de los contratos ya estaban reservados a familiares de Balbín. Su hija María Antonia, por ejemplo, se hizo cargo de la dirección de la residencia pese a no tener experiencia para ello. En varias citas electorales, según denuncia un vecino, incluso llevó a votar al PSOE a los ancianos de la residencia, que están empadronados en Cazalilla aunque procedan de otras localidades. Ahora ha abandonado el puesto y es concejala de Igualdad y Bienestar Social, Educación y Cultura del Ayuntamiento. Las malas lenguas dicen que la gestión de la residencia habría sido asumida por otra empresa y que la hija de Balbín habría tenido desavenencias con sus dueños. LA RAZÓN no ha podido confirmar el nombre de los nuevos gestores y, aunque Reifs ya no incluye el centro Juan Zarrías en su página web, la sociedad Asistencial Geriátrica Cazalilla, S.L. sigue existiendo y mantiene vinculación con el grupo.
Por otro lado, el PP denuncia que este año Balbín ha concedido una Vivienda de Protección Oficial de manera «totalmente ilegal» a la sobrina de un concejal. «Concurrían una sobrina de un concejal y otra chica que, al parecer, no sabe ni leer ni escribir y se lo han dado a la sobrina», añade el edil popular Rafael Martínez Samariego.
Sin embargo, las acusaciones de amiguismo contra el actual alcalde no son las únicas. Algunos cazalilleros lamentan que su gestión es «regular, tirando para el bolsillo» y critican el dispendio que supuso trasladar el Ayuntamiento de su antiguo edificio –convertido ahora en sala de ordenadores para mayores– a otro que es «una virguería» y cuenta con varias plantas y ascensor. En la misma línea, bromean con la existencia de un polideportivo «que no tiene ni un pueblo de 10.000 habitantes» y critican que se hayan gastado casi 40.000 euros en la pista de pádel y 200.000 euros en el futuro centro cultural, cuyas obras están completamente paralizadas. Además, recalcan que los invernaderos municipales están abandonados porque el concesionario dejó de explotarlos y que la piscina pública ni siquiera se abrió el verano pasado.
Muchos vecinos lo ven claro: gran parte del dinero que permitió levantar todas estas instalaciones en tiempos de bonanza tenía la firma de Zarrías. «Aquí se ha visto su mano», afirma uno de ellos, antes de comentar que «se va a ir de rositas en el tema de los ERE».
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