El preguntón
¿Qué son los rayos cósmicos?
Se tuvo constancia de su existencia a principios del siglo XX
Se tuvo constancia de su existencia a principios del siglo XX
La Tierra está siendo bombardeada: cada segundo, aproximadamente diez mil partículas con velocidades cercanas a la de la luz golpean cada metro cuadrado de las capas superiores de la atmósfera. Estas partículas son los rayos cósmicos, cuyo origen ha intrigado a los científicos desde comienzos de siglo XX. La utilización combinada de radiotelescopios y satélites con detectores de rayos gamma está produciendo una evidencia directa de que las partículas son aceleradas en las gigantescas ondas de choque que causan las estrellas al explotar. Estas explosiones, conocidas como supernovas, son los eventos más violentos que ocurren en la galaxia. Los primeros indicios sobre la existencia de los rayos cósmicos surgieron a principios del siglo XX. Durante la década previa a la Primera Guerra Mundial, varios científicos –entre los cuales se encontraba E. Rutherford, quien por esos años trabajaba en Montreal– estaban interesados en el fenómeno de la ionización. Un átomo se ioniza cuando, al perder un electrón, adquiere carga positiva. La ionización, o proceso por el cual el átomo se ioniza, puede estudiarse por medio de un instrumento llamado electroscopio. Estudios con electroscopios mostraron que la ionización ocurre aun en recipientes cerrados, o incluso aislados por medio de láminas de plomo.
Rutherford y sus colaboradores observaron que, asimismo, cuando se coloca el electroscopio dentro de una caja de 5 toneladas de plomo, se producen unos 6 iones por segundo por cada centímetro cúbico. Algo llega desde fuera y arranca los electrones de sus átomos. El efecto fue atribuido a una radiación extremadamente penetrante que fue llamada «radiación ionizante», cuyo origen se supuso inicialmente vinculado a la radiactividad terrestre.
Si la Tierra era la responsable por las ionizaciones observadas, entonces los experimentos realizados a cierta altura sobre su superficie deberían mostrar una disminución de la ionización. En 1910, se realizaron en la torre Eiffel a 330 metros de altura medidas que mostraban una clara caída en la ionización de 6 a 3,5 eventos por centímetro cúbico por segundo. La cuestión parecía resuelta, al menos en lo que respecta al origen de la radiación. Sin embargo, en 1912, Víctor Hess, que entonces trabajaba como físico en Viena, realizó una serie de mediciones durante ascensiones en globo que mostraron que, después de una disminución inicial, la radiación ionizante aumentaba espectacularmente su intensidad con la distancia a la superficie de la Tierra. A una altura de 9km, se producen más de 80 iones por centímetro cúbico por segundo. La conclusión parecía ser clara: la radiación ionizante proviene del cielo y no de la Tierra. En 1936, Victor Hess recibió el Premio Nobel de Física por el descubrimiento de los rayos cósmicos.
¿ES EL CO2 UN GAS TÓXICO?
El dióxido de carbono es una gas de efecto invernadero relacionado con el calentamiento de la atmósfera, pero no es un gas tóxico. En la cabina de pasajeros de un avión que lleve tres horas volando puede haber una concentración de entre 600 y 1.500 ppm (partes por millón, o millónesimas del volumen del aire). Es decir, mucho mayor que la concentración de CO2 en el aire atmosférico, que es actualmente de unas 380 partes por millón (un 0,038%). Se considera que este nivel de entre 600 y 1.500 ppm no representa ningún riesgo y que incluso un estudio de exposición humana durante varias semanas consecutivas a concentraciones de 5.000 ppm (que se suelen dar muchas veces en cuevas) no detecta ningún efecto bioquímico ni de otro tipo en la salud. El aliento que exhalamos trece veces por minuto suele contener 50.000 partes por millón de CO2.
LA CIFRA
268,9 grados bajo cero es la temperatura a la que el helio líquido se convierte en gas.
¿ORINAN LAS PLANTAS?
El proceso más parecido a la micción animal que se produce en el mundo vegetal se conoce como gutación. Se produce cuando se acumula un exceso de agua que es dirigido hacia las ramas, pero que no puede salir por los estomas, los pequeños agujeros que permiten el intercambio de gases y líquidos con el exterior. Entonces se genera un goteo de savia por las puntas de las hojas. Es una situación típica de las noches, cuando los estomas permanecen cerrados. También es habitual en entornos donde hay mucha agua.
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