Teatro
Arturo Fernández: «Los actores, a escena; los políticos, a gobernar»
Cumple 87 años. Recuerda que nunca ha pedido una subvención «por responsabilidad social». Le duele que se pueda quitar una calle a Mihura o Jardiel Poncela.
Cumple 87 años. Recuerda que nunca ha pedido una subvención «por responsabilidad social». Le duele que se pueda quitar una calle a Mihura o Jardiel Poncela.
La compañía de Arturo Fernández (Gijón, 1929) ya es la que más tiempo ha estado con presencia permanente en la historia del teatro español. Y sin subvenciones. El público lo sigue como si no hubiera ni un ayer ni un mañana. Hasta el 20 de marzo está en el Olympia de Valencia representando «Enfrentados». Empresario independiente, galán por aclamación, fundamentalmente comediante y ciudadano interesado en la cosa pública, continúa en el escenario aunque podría ya vivir de las rentas, ver crecer la hierba y cartografiar el firmamento. Pues no, él sigue como un jabato. Lo hace por seriedad. Y porque la vida sabe a tabla, a telón y a vitamina.
–¿Se verá todo distinto con los 87?
–Creo que los años dan serenidad, equilibrio y sabiduría. Es la justa compensación a la pérdida de capacidades físicas.
–Trabajando a esa edad... con cuatro como usted se arreglaría el sistema de pensiones.
–Ni con cuatro mil como yo, lamentablemente. La caja de las pensiones está tiesa. Tengo el inmenso privilegio de poder seguir trabajando, vivir de él y dar trabajo hasta hoy. Y por responsabilidad social no he cobrado ni un euro del Estado, aunque hace más de veinte años que me corresponde. ¡Y los actores sólo pueden cobrar la pensión durante el tiempo que no actúan!
–En un punto coincidirá con los artistas de la ceja: hay que bajar el IVA cultural.
–Entiendo que nos referimos al IVA que grava los espectáculos, que por supuesto son cultura, pero no la cultura. Pues sería deseable, por supuesto. Salvo a gobiernos comunistas, a los que encanta confiscar más que subir los impuestos, a nadie le gusta tener que hacerlo. Comprendo que en las circunstancias en las que este Ejecutivo, ahora en funciones, encontró las arcas estatales, no tuvo otro remedio que subir el IVA. Yo me atrevo a proponer al próximo que sólo mantenga el IVA a los espectáculos subvencionados si no es posible reducirlo a todos. Ya que parten con dinero de todos, sería una manera de devolver lo recibido, reduciendo la carga a los que no reciben un euro público. Me parece mucho más equitativo.
–Dijo Alberto Sordi, comediante y director italiano: «Cuando se bromea hay que ser serios».
–La seriedad es algo que debe estar presente en todos los actos de nuestra vida. Pero la seriedad no es enfado, aburrimiento o falta de sentido del humor. Seriedad es responsabilidad. A mí me encanta reírme y oír reír a los espectadores, pero me tomo el trabajo y la vida muy en serio.
–¿Cree que hay buena cantera de actores en la nueva hornada de políticos?
–De actores y de titiriteros. Y a mí no me gusta la competencia desleal. Los actores, a escena; los políticos, a gobernar con seriedad, como sinónimo de responsabilidad, con capacidad y con honradez.
–¿Es serio un Ayuntamiento que pretenda retirar a Miguel Mihura o a Jardiel Poncela del callejero?
–Me parece seriamente preocupante: por la ignorancia que conlleva una decisión así, por lo que tiene de resentimiento trasnochado, de ganas de resucitar las dos Españas. Y, por si fuera poco, por la pérdida de tiempo y de dinero que implica. ¿No hay otra cosa en la que gastar nuestros impuestos? ¿Van a compensar a todos los comercios y empresas por el gasto que supone sustituir el material impreso de sobres, bolsas, publicidad y etcétera? ¡Es delirante!
–¿Quién tiene la culpa de la resurrección de las dos Españas?
–Obviamente el inventor de la memoria histórica: José Luis Rodríguez Zapatero. Seguramente con buena voluntad, abrió una espita que ahora está desbordándose peligrosamente. Yo, que he vivido la Guerra Civil y que soy hijo de un hombre que tuvo que exiliarse por su militancia cenetista, creo estar capacitado para decir que lo mejor que puede hacerse es superar el enfrentamiento entre hermanos de esa dramática etapa de nuestra historia. Y lo más triste es que las dos Españas estaban reconciliadas...
–¿Por qué cantar «Asturias, patria querida» no es un acto separatista?
–Porque se trata de una canción de amor a las raíces, a unas raíces que suman a la riqueza común de esta España que lleva unida más siglos que cualquier otra nación de Europa. Porque Asturias, que vive con orgullo sus señas de identidad, que las tiene, se siente profundamente española. Sólo se crece sumando.
–¿Está el don Juan en crisis?
–¡Sí! ¡También! Cómo no. Ahora todo está en crisis. Todo está en proceso de revisión. Como dice mi admirado Carlos Herrera: hay más tontos y tontas que botellines. ¡Y están proliferando!
–¿La elegancia se hace o se nace con ella?
–Creo que la elegancia es algo interior que puede ser innato, pero que sin duda se desarrolla con la educación, con la inteligencia y con la experiencia. La elegancia no está en la indumentaria, está en tener un sentido ético y estético de la vida. Eso normalmente se trasluce al exterior.
–¿Usted cree que ligar es de derechas?
–Ligar es un instinto básico. Quizá haya diferencias en el modo de llevarlo a cabo, aunque me gusta más hablar de seducir o de enamorar.
–Si no estuviese felizmente casado, ¿preferiría seducir a Manuela Carmena o a Esperanza Aguirre?
–Todas las mujeres tienen su encanto: la alcaldesa «de hecho» tiene unas teorías muy sugestivas sobre la vida sexual, y la alcaldesa «de derecho» posee una mezcla de rebeldía, gracia e inteligencia que la hace muy atractiva. Pero, ¡chatín!, la próxima vez inclúyeme a Sharon Stone.
–Plácido Domingo dice que si no actuase se oxidaría.
–Me parece una definición perfecta del estado en el que me encontraría yo. Siento pasión por mi trabajo, el escenario es mi vitamina.
–Ser actor requiere de un alto grado de retentiva para memorizar los guiones. ¿La memoria se entrena?
–Sin duda, es un músculo. En mi caso es casi una ironía de la vida que aprendiera a ejercitarlo. Fui un estudiante pésimo que sólo aprobaba gimnasia, quién me iba a decir a mí que iba a tener capacidad para memorizar ochenta folios de un guión al pie de la letra.
–Se encuentra en un envidiable estado. Eso es que habrá encontrado el elixir de la eterna juventud.
–Me habría encantado. O, al menos, el que me quitara quince o veinte años, pero no; aunque no pierdo la esperanza. Tengo buena salud, disfruto con mi trabajo, tengo ilusión por vivir y el privilegio de una buena genética. He intentado tratar bien a la vida y ella me ha correspondido, si sirve como fórmula.
–Y el público sigue ahí. Debe ser una satisfacción.
–Sin duda. La más grande. La presencia del público es lo más importante para un actor y yo he contado siempre con él. También, cómo no, a uno lo enorgullecen los generosos premios recibidos. Y hay uno reciente que me gusta especialmente: saber que mi compañía de teatro es la que más tiempo ha estado con presencia permanente en los escenarios en la historia del teatro español. Y, por supuesto, sin otra subvención que la presencia de los espectadores.
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