Gastronomía
Cualquier momento es bueno para un dulce: El Caballo Goloso
¿Quién no ha mitigado sus penas o mal de amores con chocolate, un trozo de tarta o unas galletas?
¿Quién no ha mitigado sus penas o mal de amores con chocolate, un trozo de tarta o unas galletas?
¿Quién no ha mitigado sus penas o mal de amores con chocolate, un trozo de tarta o unas galletas? Dicen que “las penas con pan son menos”, pero sabemos que si añadimos un dulce o un pastel, éstas desaparecen por completo. Por unos momentos sentimos que la vida es más agradable. Tal vez por eso en los momentos más especiales de nuestras vidas echamos mano de ellos para celebrar alegrías, bien sea un bautizo, una comunión, una boda, cumpleaños o aniversario. Pero en la actualidad no hay que esperar una ocasión específica para rendirse a la tentación. En la pastelería El Caballo Goloso, situada en la Sierra de Guadarrama, en el pueblo de Torrelodones como en su delegación ubicada en el centro comercial Espacio Torrelodones desde 2002, lo saben y su único objetivo es endulzar nuestras vidas con productos de calidad elaborados de forma artesanal.
El Caballo Goloso, una delicia para el paladar
Francisco, un ingeniero de telecomunicaciones, cansado de viajar por todo el mundo, decidió hace diecisiete años cambiar de profesión para convertirse en el gerente de este centro de alquimistas de la cocina, es decir, el director y gerente de un grupo de maestros pasteleros. Creó entonces un pequeño obrador propio en el que sus magistrales artesanos dan rienda suelta a sus recetas para la satisfacción de los golosos. Es así como nace la empresa El Caballo Goloso que ha conseguido su fama, año tras año, gracias a sus exquisitos croissants de mantequilla, su variedad de tartas, pastas, pasteles, postres, muffins, bollería o bizcochos. Por no mencionar los dulces de cada temporada como el roscón de reyes, las esponjosas torrijas de Semana Santa o las rosquillas de San Isidro.
Negocio familiar entre la tradición y la vanguardia
Al dueño le gusta recordar sus inicios. Una de las cosas que más le enorgullecen, además de emplear las mejores materias primas para sus obras, es que fueron sus propios hijos, dos gemelos que por aquel entonces no tenían más de siete años, los que le sugirieron el nombre de la empresa, El Caballo Goloso. Los comienzos estuvieron llenos de ilusión y del esfuerzo del trabajo bien hecho, algo que han siguen manteniendo día a día puesto que son fieles a su lema: “No vendemos nada que no nos guste a nosotros”.
En El Caballo Goloso encontramos un mundo lleno de exquisiteces dulces, pero también saladas como son los croissants rellenos de ensaladilla o de jamón y queso, las empanadillas, empanadas y minisaladitos que se hacen por encargo. Cualquier cosa que nos podamos imaginar pues siempre están innovando, además de contar con la repostería tradicional.
Sin margarinas ni sucedáneos, en todo caso libros
Las materias primas con las que trabajan en el obrador son siempre de primerísima calidad. En ninguno de sus productos encontraremos restos ni de margarinas ni sucedáneos. Todo se hace cada día. Los clientes nada más abrir la puerta gozan de los increíbles aromas de lo bueno, de lo recién hecho. Todo fresco y artesanal porque desean que el consumidor salga de allí con una sonrisa y las ganas de volver a repetir la experiencia.
En su tienda confitería con cafetería del pueblo de Torrelodones, no sólo podemos deleitarnos con sus deliciosos productos gourmet, sino también disfrutar de un ratito agradable y relajante saboreando, por ejemplo, un café con leche y un croissant, mientras hacemos un alto en el camino para disfrutar de la lectura. Y es que esta pastelería en concreto de El Caballo Goloso pertenece a la iniciativa de Barrios de Letras, un proyecto por el cual se puede leer un libro de forma gratuita en el establecimiento mientras se degusta su pastelería artesanal. ¿Un café, unos pastelitos y un poquito de literatura?
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