Nueva York
La experimentación de Custo
El catalán presentó en Nueva York «Shake before use»: tecnología y técnicas artesanales
«Let’s go to Custo!», se oye en el Soho neoyorquino. Es la única tienda que el diseñador catalán tiene –y mantiene– en Manhattan, y quizá por ello se ha convertido en el centro neurálgico que atrae a quienes quieren sentir una brizna del aire que agita el Mediterráneo y que cruza el Atlántico gracias a la tenacidad de la cabeza que da vida al proyecto. Custo Dalmau desembarca dos veces al año en la Gran Manzana para mostrar en un escaparte internacional como es la Mercedes-Benz Fashion Week New York, y cada vez convierte su tienda en Broome Street en sus «headquarter». Ayer se encontraba todavía cerrando el casting de la treintena de modelos que lucirían las 75 salidas que ha planeado al milímetro. «Para planificar y cerrar el “fitting” y ajustar la colección vengo junto a mi equipo diez días antes del desfile. Es un trabajo agotador, y más después de haber presentado la colección en la 080 Barcelona, pero seguimos apostando por la internacionalización de nuestra firma», explica el diseñador a LA RAZÓN. Entre modelos que van y vienen, se observa una constante: mix, mix, mix. Una máxima de Custo que alcanza su culmen en esta nueva colección, «Shake before use». «Agitar antes de usar: agita el mundo clásico, las inspiraciones más tradicionales, y mézclalo con el lenguaje más étnico y colorista. La base de la colección se encuentra en el blanco y negro en patrones ortodoxos, pero agitado –Custo mueve las manos una y otra vez– con la vida, el color y una pequeña dosis de locura». Lo que está claro es que se trata de una colección divertida, en la que los minivestidos étnicos con amplios volantes en la falda y estructura armada en los hombros se mezcla con amplias capas tradicionales que mezclan el mohair con pelo sintético y el lúrex con la lana. ¿Más mezcla? Sí, porque ésta llega hasta los tejidos, que brillan colgados en sus perchas del Soho y que parecen bailar bajo los focos del Lincoln Center, donde tiene lugar el desfile.
Una minifalda «new» de tablas con un jersey-cazadora abre un desfile que, sin traicionarse a sí mismo, renueva la esencia Dalmau. Sus habituales cortes asimétricos están, pero se reinterpretan. Los coqueteos con los tonos más oscuros con los que ha experimentado en sus últimas colecciones se multiplican, refinados. El tradicional tartán se decora con patrones de la sastrería clásica. Las texturas más opacas, como las lanas y los lamés, contrastan con vestidos en sedas ligeras que aportan sensualidad. «La mujer Custo es aquella a la que le gusta expresar su individualidad y que tiene un espíritu joven», explica Dalmau. ¿Dónde reside esta mujer? «Ojalá lo supiera», exhala con ironía pero también con cierto aire de derrotismo. La crisis ha sido dura, aunque están de nuevo en la costa de la ola. Tras un mercado patrio que se resiste a despegar, Custo Barcelona lleva a cabo una expansión internacional que le permite tener presencia incluso en países como Egipto y Rusia, aunque su punto de mira está en Iberoamérica «por la afinidad cultural y porque el color es algo con lo que se convive con naturalidad y es parte de nuestra identidad». Y antes que ropa, éso es lo que quiere exportar Dalmau: su identidad, ese ADN compuesto de fusión gráfica, fusión colorista y fusión de materiales. Mix, mix, mix.
«Happy twenties»
La línea masculina es, de nuevo, una mejorada revisión de sus patrones. Inspirada en el cine mudo, reinterpreta los trajes que se hacían en la década de los felices años 20, incluyendo tripletas (pantalón, chaleco y americana) pero aportan juventud y frescura gracias a los colores, que se aventuran con los verdes, los rojos y los tostados, mezclados con detalles étnicos en una explosión de color. Y el otro gran acierto de Custo viene de los pies: el calzado, siempre a juego con los «looks», imagina para ellas sandalias de invierno que mezclan «tweeds» con lana y «mohair» con cuero, y para ellos lo mismo pero en cómos «bluchers». El hombre Custo pisa fuerte en Nueva York.
El detalle
Embajadores y «bloggers» en primera fila del «show»
No es fácil construir un «front row» patrio desde el otro lado del océano, pero Custo lo ha conseguido. Entre ellos, la más entusiasta fue Mónica de Tomás, modelo y bloguera. A su lado, el modelo Diego Osorio bailaba al ritmo de la música del desfile. Sin embargo, la «blogger» Gala González, no llegó a tiempo, y se perdió una colección sobresaliente.
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