Goya 2022
La alfombra roja de un país “normalizado”
Me alegra (con la misma fuerza que me apena) comprobar en nuestra alfombra roja que España va avanzando.
Me alegra (con la misma fuerza que me apena) comprobar en nuestra alfombra roja que España va avanzando; la moda, como saben amigues, es cosa muy seria y como todo lo estético, nos ofrece un diagnóstico certero del estado de todo lo demás. Por primera vez en la historia, la mayoría de los invitados a los Premios Goya 2022 asistieron con atuendos elegantes, bien escogidos y defendidos. No tengo apenas nada que decir en contra de la imagen de nuestros artistas (y eso es muy triste). No quiero decir con esto que nuestra gala pareciese Hollywood o Cannes, noo, aún nos quedan kilómetros de alfombra por recorrer juntos, pero estamos encarrilados (¿normalizados?) está claro.
Atrás quedaron los maravillosos y abundantísimos esperpentos que nuestras actrices lucían con denuedo y felicidad, con los que cada año nos solazábamos… Y han quedado representados en el Agatha Ruiz de la Prada y poco más reseñable (repitan conmigo amigos: la ropa de Agatha sólo se la puede poner Agatha, en cualquier otro ser caso es autolítico.)
Mucho vestido bonito acompañado de bonito maquillaje y hairstyle. Poco entusiasmo y menos sentido del humor, impecablemente disfrazados (¿fastidiosamente contenidos?) de alfombra roja.
Personalizando, lo más interesante de la noche fue:
- Ángela Molina, un derroche de belleza y autenticidad en blanco. Le gusta ir un poco como de mujer que murió en tumba profanada, pero vamos a seguir apoyando su estilo, sus canas, sus dignísimas arrugas (un rasgo en peligro de extinción) su singularidad y su tipazo.
- Milena Smit, espectacular por Balmain en capas y capas de tul (al tul hay que quererlo con amor de madre) y un top diminuto con detalles dorados muy equilibrado. Moderna, sensual, elegante, preciosa.
- Belén Rueda, muy mona y llamativa, con mono de terciopelo y cola en negro que aderezó con un platino star-system y un falso bob muy adecuado. En la entrevista aclaró (JAJAJA) que un buen look, consta de un gran vestido pero que también de una gran persona (como ella misma) dentro para llevarlo, ¡estupendo! No comulgamos con la falsa modestia.
- Belén Cuesta, monísima, fresca, jovial en blanco y negro con escote halter y volantes (de tul) que la proyectaba como reconciliada con la vida, como recién levantada de la siesta más reparadora del mundo o del mejor polvo.
- Zeltia Montes (MONSTER) muy Halloween, y por lo tanto interesante, vestida y peinada, pero aún más creepy en lo actitudinal. El discurso (me lo creo todo) nos dejó hechos polvo.
- Almudena Amor, perfecta (aunque no tanto para ser despreciable) con un vestido asimétrico con pedrería en malva, de Valentino. Muy musa Art Decó.
- Carmen Machi, a lo loco, graciosa, intención, me gustó mucho, con todo eso que llevaba encima (fuera lo que fuese).
- Bárbara Lennie, interesante de ceremonia nupcial de mujer Dothraki.
- Nieves Álvarez, vuelve a ser el referente con un vestido modernísimo e impecable de Stéphane Rolland HC, y un anillo de Bvlgari que perteneció a la actriz Elizabeth Taylor. ¡Extraordinaria! Más joven, más guapa, más tipazo, más delgada, más alta, más elegante, original y aburrida que nunca.
- Najwa Nimri atractivísima, simpática y errática como siempre; lamenté que no hubiera elegido nada espeluznante (anoche iba intachable) como otros años donde nos ha hecho disfrutar más.
- Eduardo Casanova siempre nos divierte con algo diferente (y no pararemos de agradecérselo). Los lazos gigantes y numerosísimos, me recordaron al pobre de Bestia cuando le prueban fallidos estilos antes de su cita con Bella.
- Verónica Echegui, correcta, segura, limpia y muy guapa para una noche Comme il faut.
- Oscar Jaenada, muy Kill Bill, trajo (como otros hombres de la noche) el sentido del espectáculo que les faltó a las mujeres en general. ¡Gracias!
- Cate Blanchett a otro nivel, por supuesto, con un increíble traje de cariátide de Armari Privé Alta Costura a juego con su cara de Diosa del primer mundo que paseó con generosidad y condescendencia.
- Jorge Motos, también muy castillo de Bestia, lució una llamativa chaqueta con solapas gigantes y estampado de encaje de Palomo Spain ¡Un acierto!
- Y para terminar nuestra Pe, con un vestido muy absurdo y diurno (de Chanel) como de Mujercitas (entiendo que llevaba pololos bajo la falda) llena de vida…Ah…Penélope. Sus ropas basculan entre los cielos y los infiernos, ¿y qué más da? Ella no necesita el mejor estilismo, ni el mejor gusto, ni el mejor cuerpo, ni la mejor actuación, porque es ¡Penélope! ¿Y quién puede decir eso?
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