Política

Estados Unidos

Un impopular Obama y la demografía asestan a los demócratas un duro revés

El Partido Demócrata recibió este martes un esperado correctivo en los comicios legislativos de Estados Unidos, arrastrado por un mapa electoral favorable a los republicanos y por la nada beneficiosa caída en picado de la popularidad del presidente Barack Obama.

Apenas habían cerrado los primeros colegios electorales en la costa este, cuando ya los recuentos más tempranos le daban la victoria al líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, quien hace unas semanas, según las encuestas, veía peligrar su reelección por Kentucky.

Sin embargo, la pasada noche su suerte no tuvo ni un segundo de incertidumbre: era solo un adelanto de lo que estaba por ocurrir en el país.

Si bien no había duda de que los conservadores se harían de nuevo con la Cámara Baja, existían esperanzas -aunque pocas- de que los demócratas mantuvieran la mayoría en el Senado gracias a un puñado de estados en los que las batallas se prometían ajustadas, pero no pudo ser.

Aunque teóricamente las opciones de los demócratas eran reales, el escenario más probable era el que finalmente tuvo lugar, dada la fuerte tendencia conservadora de los estados en juego en la Cámara Alta como Montana, Dakota del Sur, Luisiana o Virginia Occidental, indicó John Fortier, experto en Ciencia Política.

"Las elecciones de mitad de mandato tienden a ir en contra del partido que está en la Casa Blanca (...). No esperamos que el partido del presidente gane escaños, esperamos siempre que pierdan alguno y, aunque el presidente no aparezca en la papeleta, sí lo hacen sus políticas", dijo Fortier en declaraciones a periodistas.

Por otra parte, las elecciones legislativas tienden a movilizar menos al electorado, algo que, como explica a Efe José Dante Parra, experto en comunicación política y exasesor del líder de la mayoría demócrata del Senado Harry Reid, ayuda siempre en los resultados a los conservadores.

"Georgia, Arkansas o Carolina del Norte fueron estados en los que Obama ya perdió en 2012, son estados conservadores, y eso no debe ser una sorpresa", apuntó Parra en referencia a tres de los escaños clave que han apuntalado la victoria republicana para recuperar el control total del Congreso estadounidense.

Las sorpresas han llegado de la mano de las derrotas demócratas en algunos de los gobiernos estatales que siempre han sido "azules", como Maryland o Massachusetts, así como la gobernación crucial de Florida, que ha caído, por un estrecho margen, también en manos conservadoras.

"Al partido (Demócrata) le toca sentarse y evaluar cómo entró a movilizar al voto latino. Si lo hizo como es debido o sólo lo intentó de la manera correcta en las últimas tres semanas", añadió Parra, al insistir en que a cualquier votante "hay que darle una razón para salir a votar", ya sea en Florida o en Maine.

Minorías como la latina podían tener un voto decisivo dada su presencia en algunos de los estados más reñidos, como Colorado, que también cambió de manos y terminó por teñirse de "rojo republicano", pero los demócratas podrían haber minusvalorado el impacto que les ha supuesto su baja participación por su decepción en materia migratoria.

Los resultados de los comicios de este martes otorgan a los republicanos la mayor victoria conservadora durante la era Obama, y lejos queda ya aquel 2008 en el que aupados por la esperanza de su candidatura, la Obamanía, el Congreso pasó por completo a manos de los demócratas.

Al mandatario le quedan dos años en el Despacho Oval en los que deberá trabajar por encontrar puntos de consenso con los conservadores para avanzar en su agenda, y previsiblemente hará uso de su poder ejecutivo para lograr aquellos en los que no converja.

Sin embargo, como subraya Fortier, el control total del Congreso para los conservadores no tiene por qué implicar un viraje radical en la estrategia del Legislativo respecto a las políticas impulsadas desde la Casa Blanca, sobre todo teniendo en cuenta la polarización que ya ha experimentado el Capitolio en los últimos años.

"No vamos a ver un gran cambio en ese sentido", añade el experto.

Lo más preocupante para la Administración Obama, advierte, serán los nominaciones pendientes para los cargos del Gobierno, entre los que destaca el del Fiscal General, que se ha quedado en el aire tras la renuncia de Eric Holder y que, sin un Senado demócrata, difícilmente complacerá los deseos del mandatario.

Estas elecciones sobre las que se han escrito ríos de tinta e infinidad de pronósticos, abren, ante todo, la campaña para las próximas: las tan esperadas presidenciales de 2016.