Partido Republicano
Trump se plantea la opción nuclear para salir del bloqueo
El presidente propone cambiar las reglas del Senado, pero su partido se opone.
El presidente propone cambiar las reglas del Senado, pero su partido se opone.
Día dos de la suspensión de la Administración Trump en el primer aniversario de su llegada a la Casa Blanca. Por segunda vez en un lustro la hostilidad de una clase política incapaz de entenderse acaba con el cierre del Gobierno federal. Un marasmo que, salvo los servicios mínimos imprescindibles, paralizará la gigantesca maquinaria estatal. Las pérdidas serán millonarias (24.000 millones costó el cierre en 2013). La controversia subsiguiente, casi un deporte nacional, mantiene enredados a los congresistas y senadores de ambos partidos. El propio presidente Trump, quizá el máximo responsable tras dinamitar las conversaciones para salvar el DACA –programa de protección de los «dreamers»–, insiste en culpar a sus rivales. Exige el término del bloqueo. Si no fuera posible, solicita que le cambien el reglamento y amaga con la utilización de la llamada «opción nuclear». En la actualidad se requiere una supermayoría de tres quintos para pasar el presupuesto, es decir, 60 votos de los 100 totales. «Si el punto muerto continua», escribió el mandatario americano en Twi-tter, los republicanos podrían activar la opción nuclear para que el líder de la mayoría, Mitch McConnell, pueda convocar de manera discrecional y cambiar las reglas del Senado con el fin de requerir una mayoría simple de 51 votos. Desde el Partido Republicano, el propio McConnell rechazó esta opción.
El presidente muestra una vez más su empeño en acudir a las mesas de diálogo envuelto en la bandera de unas condiciones durísimas. Sin olvidar que los republicanos son mayoría en el Senado. Esto es, que no han logrado convencer a la totalidad de su bancada. Por su parte, McConnell responsabiliza del desastre a Chuck Chumer, líder del Partido Demócrata en la Cámara Alta. Lo acusa de crear «una lamentable situación de secuestro y de conducir a su partido a una posición insostenible». El debate en la Cámara, interminable, rozó el esperpento. De puertas adentro, en cambio, proseguía el diálogo bipartidista. El problema tiene que ver con que los demócratas han convertido en causa de guerra la protección de los «dreamers» o soñadores. Esos 800.000 jóvenes que llegaron a Estados Unidos de forma ilegal, la mayoría siendo unos niños, y que podrían acabar al otro lado de la frontera a partir del próximo 5 de marzo.
Por su parte, los republicanos y la Casa Blanca exigen que cualquier acuerdo pase inevitablemente por aprobar los 18.000 millones de dólares necesarios para arrancar la construcción del muro en la frontera con México. Una propuesta icónica del 45º presidente. Caballo de batalla en las elecciones de 2016. Y todavía hoy motor de feroces controversias, y no sólo con sus contrincantes políticos.
De momento, y al cierre de esta edición, siguen contrarreloj unas conversaciones cruciales. Para la maquinaria estatal. Para la estabilidad política y económica del país. Pero sobre todo para la imagen de unos políticos con el prestigio por los suelos.
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