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Trump congela el acercamiento de Obama a La Habana
El presidente norteamericano da un paso más en el desmantelamiento del legado de su antecesor demócrata y frena la normalización de las relaciones
El presidente norteamericano da un paso más en el desmantelamiento del legado de su antecesor demócrata y frena la normalización de las relaciones.
Continúa el desmantelamiento del legado de Barack Obama por su sucesor. Ayer, le tocó el turno a Cuba y la política de deshielo impulsada por el presidente demócrata. Presentado en español por el senador de Florida de origen cubano, Marco Rubio, el presidente Donald Trump indicó que «pronto lograremos una Cuba libre» al tiempo que aseguraba que «el régimen cubano ha cometido crímenes horribles». Para hacer pública su estrategia respecto a la isla caribeña, Trump se rodeó de una audiencia integrada por la vieja generación de disidentes cubanos. Eligió para su anuncio el Teatro Manuel Artime de Miami. Un lugar que lleva el nombre de uno de los líderes de la Brigada 2506 de Bahía de Cochinos, cuyos veteranos ofrecieron a Trump su respaldo oficial en octubre pasado durante la campaña electoral. El mandatario nombró a una serie de personas, presentes, que estuvieron encarceladas por Fidel Castro durante décadas. Mientras, pronunció un discurso con guiños a las generaciones de cubanos, que llevan décadas en Miami pero que hablan de Cuba como si acabasen de llegar.
«Estoy con el pueblo cubano en su lucha por la libertad. Sabemos que es mejor que la gente sea libre, donde sea, en Cuba o Venezuela, y dejar que la gente pueda conseguir sus propios sueños. Durante casi seis décadas, el pueblo cubano ha vivido la represión. Son nuestro enemigo. Tienen armas nucleares a 90 millas de nosotros», recordó el magnate durante la presentación de cambio la política con la introducción de restricciones, que apuntan a las empresas militares y los viajes que visiten la isla del Caribe. «Voy a cancelar completamente la política de la anterior Administración» anunció el presidente en el teatro ante los aplausos de los cubanoamericanos a pesar de que Trump ha mantenido los cambios más significativos del legado de Obama en esta materia. Lo que ahora persigue el mandatario es reducir de forma drástica la llegada de dinero que recibe el Gobierno en La Habana, y así presionarlo para que permita un mayor desarrollo del sector privado. Sin embargo, estas medidas no afectarán a las relaciones diplomáticas: Estados Unidos mantendrá su embajada en la capital cubana. Mientras, tampoco se verán afectados los viajes familiares y las remesas que envían los cubanoamericanos a sus familias de la isla del Caribe.
«Negociaremos un acuerdo mejor con Cuba si hay avances democráticos», dijo el presidente condicionando su colaboración a los avances «concretos hacia la celebración de elecciones libres y la liberación de prisioneros políticos». Con esta decisión, Trump intenta devolver el gesto de apoyo de los cubanoamericanos en Florida, estado que ganó en las elecciones presidenciales. Además, esta estrategia le ayudará a acercarse más a los republicanos de línea dura con estas propuestas, sugeridas por el senador Rubio y el legislador Mario Díaz-Balart, uno de los políticos más emblemáticos de la disidencia cubana, sobrino de Mirta Díaz-Balart, la primera esposa de Fidel Castro.
Sin embargo, su iniciativa no restituye en ningún caso la política de «pies secos, pies mojados», que permitía a los cubanos quedarse en Estados Unidos sin visado una vez que conseguían entrar en el país. Mientras, los interceptados en el agua eran obligados a regresar a su país. Al mismo tiempo, también indicó que mantendrá el famoso embargo, el cual requiere en realidad la votación del Congreso para su modificación.
Trump será más estricto que Obama en cuanto a los viajes turísticos. Ahora, los viajeros estarán sujetos a una auditoría del Departamento del Tesoro, y así se asegurarán de que su visita tiene fines educativos, culturales o profesionales. En cambio, esta medida no afectará a los cruceros a Cuba. El blanco principal de Trump es el Grupo de Administración Empresarial (GAESA), controlado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que controla el 60 por ciento de la economía cubana. De esta forma, quedarán prohibidas las transacciones financieras con GAESA y otras entidades controladas por los militares, servicios de Inteligencia y otras fuerzas de seguridad.
De momento, se desconoce a qué compañías podría afectar de forma negativa la nueva iniciativa de Trump. Al menos, 45 empresas tienen algún tipo de actividad de negocios relacionado con Cuba. En su mayoría, son vuelos, cruceros o telecomunicaciones. Y no existe hasta ahora ninguna inversión directa de una empresa estadounidense en la isla después de que La Habana cancelase un proyecto para producir tractores, el cual hubiese llevado a Cuba capital de Estados Unidos por primera vez en más de 50 años. Esta nueva iniciativa contempla ciertas excepciones como con la base naval de Estados Unidos en Cuba de Guantánamo, y así poder ampliar desde allí las telecomunicaciones, el acceso a Internet y las exportaciones estadounidenses, permitidas por la ley de productos agrícolas, medicamentos y utensilios médicos.