Reino Unido
Starmer copia a Blair con la esperanza de replicar la histórica victoria laborista de 1997
La fotografía de los carteles publicitarios es prácticamente idéntica a la que protagonizó el entonces líder laborista. Aunque, a diferencia de Blair, que salía riendo, Starmer apuesta por la seriedad y una corbata milimétricamente colocada
Con una camisa blanca, mangas remangadas, sin chaqueta, pero con corbata. La imagen con la que se presenta un candidato político a los ciudadanos es igual de importante que las promesas que hace. Y es así como el líder laborista Keir Starmer ha querido presentarse a los británicos como aspirante a inquilino de Downing Street.
El todavía primer ministro conservador Rishi Sunak sigue sin poner fecha a la cita con las urnas, prevista para este otoño. Pero el líder de la oposición laborista –que saca ventaja de más de veinte puntos en los sondeos– ha iniciado este jueves la campaña presentando los seis compromisos claves de su partido en un intento, sobre todo, de convencer a los aún indecisos.
En un evento en Essex, uno de los distritos que pretende arrebatar a los tories, Starmer prometió estabilizar la economía, reducir los tiempos de espera del Sistema Nacional de Salud Público, crear energía verde, tomar medidas enérgicas contra el comportamiento antisocial y contratar a 6.500 nuevos docentes. Asimismo promete un nuevo comando de seguridad fronteriza, después de que el partido haya sido criticado por no tener un plan para detener la inmigración ilegal tras asegurar que, si llegar al poder, cancelará el controvertido Plan Ruanda de los conservadores para mandar a los solicitantes de asilo llegados por rutas irregulares al país africano.
Algunas de las promesas son de escala más modesta que las cinco «misiones nacionales» que anunció el año pasado. Pero Starmer defendió que eran sólo los «primeros pasos» hacia planes más amplios, citando el ejemplo del salario mínimo nacional, uno de los mayores logros del Nuevo Laborismo, que no había estado entre los compromisos de la tarjeta de presentación de Tony Blair ante las elecciones de 1997, cuando consiguió una aplastante mayoría para la formación tras casi dos décadas en la oposición.
Starmer rechaza ser un «imitador» de Blair. «Bueno, lo primero que diría sobre Tony Blair, aparte de que se quitó la corbata en los grandes eventos, es que ganó tres elecciones seguidas», añadió, insistiendo en que las circunstancias en 2024 son «muy diferentes» a las de 1997.
Pero lo cierto es que la fotografía elegida para los carteles publicitarios es prácticamente idéntica a la que protagonizó el entonces líder laborista. Aunque, a diferencia de Blair, que salía riendo, Starmer apuesta por la seriedad y una corbata milimétricamente colocada representando la rectitud que le caracteriza como antiguo Fiscal General del Estado.
Miembros del partido admiten que hubo una decisión deliberada de poner su «sello personal» en la campaña –donde junto a las promesas aparece la frase «mis pasos»–, pero los índices de aprobación personal siguen siendo mixtos. Starmer no tiene un carisma arrollador y la sensación que existe en Westminster, más que laboristas ganando los comicios, es la de los conservadores perdiéndolos, desgastados tras más de trece años en el poder.
El Partido Laborista de 2024 es muy diferente al liderado por Jeremy Corbyn, quien en los últimos comicios de 2019 cosechó los peores resultados para la formación desde 1935. Fue precisamente en esos comicios cuando muchos distritos del tradicional Muro Rojo del norte de Inglaterra abandonaron al laborismo por los tories capitaneados entonces por Boris Johnson y su promesa de ejecutar el Brexit.
Con Starmer, el laborismo ha regresado al centro. Es más, Corbyn tiene vetado presentarse como candidato a diputado por la formación. En 2020 ya fue suspendió en respuesta a su reacción a un informe de la Comisión británica de igualdad y derechos humanos que acusó a la formación bajo su liderazgo de antisemitismo, una alegación que él siempre ha disputado.
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