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Nigeria

Una partida de bandidos secuestra a 25 cristianos en Nigeria

Los secuestrados formaban parte del coro de una iglesia, ocurriendo el ataque cuando se dirigían al funeral del padre del organista

Un coche con niños en el maletero en Zaria (Nigeria). AKINTUNDE AKINLEYEEFE

Veinticinco miembros de la Iglesia Apostólica de Cristo fueron secuestrados el viernes por la tarde en el estado de Ondo, en Nigeria, cuando su vehículo fue emboscado por hombres armados en la autopista. El ataque ocurrió en torno a las tres de la tarde del sábado, cuando se dirigían en autobús al funeral del padre del organista y los secuestradores cortaron la carretera.

Aunque ocho de los veinticinco secuestrados han sido rescatados o han logrado escapar de sus captores, este incidente supone el enésimo caso en lo que va de año donde un secuestro colectivo copa las noticias nigerianas. El país se enfrenta actualmente a una oleada de secuestros en la práctica totalidad del territorio, ya sean ejecutados por miembros de Boko Haram en el estado de Borno (al noroeste), pastores fulani en el noreste y en el cinturón central de Nigeria, o también por bandidos que pululan con enorme libertad por toda la nación.

Medios locales informan de que el secuestro se debería al mal estado de la carretera donde ocurrió. Aprovechando el mal asfaltado y la lenta velocidad con que se ven obligados a circular los vehículos (que apenas pueden escapar en el momento en que se percatan de la emboscada), los bandidos eligen actuar en este tipo de entornos sin apenas presencia policial para capturar al mayor número posible de personas. Hace tres años desde que el jefe tradicional de Ifon fue asesinado a tiros en esta misma carretera, cuando su chófer se percató de que estaban siendo asaltados por secuestradores y procuró maniobrar el vehículo para iniciar la huida. Los bandidos abrieron fuego para evitar que escaparan y el jefe tradicional falleció en el acto.

Debe aclararse que el secuestro de los 25 feligreses no corresponde al tipo de ataque provocado por motivos religiosos. En primer lugar, el estado de Ondo se encuentra ubicado en el sur de Nigeria, tratándose de una zona de mayoría cristiana y donde no se han registrado ataques de pastores fulani contra agricultores de etnias cristianas. La zona de operaciones del archiconocido grupo yihadista Boko Haram, por otro lado, se encuentra ubicada a más de mil kilómetros del lugar de los sucesos. Este periodista ha estado recientemente entrevistando a víctimas de secuestros y a autoridades locales en los estados de Kaduna, Plateau, Kano y Benue, habiendo conseguido así discernir el modus operandi que habrían seguido los secuestradores en esta ocasión:

Las carreteras secundarias del país, poco protegidas por las autoridades nigerianas, se han demostrado en los últimos años como un objetivo preferido para los bandidos que esquivan los puntos de control, toman rápidamente a sus víctimas y las obligan a transportarse a pie a través de los bosques. En la mayoría de las ocasiones, y con el fin de despistar a la policía local, los bandidos recluyen a los secuestrados en zonas boscosas de algún estado adyacente a donde ocurre el ataque. Les entrevistan de uno en uno para conocer su nivel económico y piden rescates acorde con el mismo, que suelen rondar entre el millón y los diez millones de nairas (1.000-10.000 euros), lo que suponen verdaderas fortunas en una nación donde más de 80 millones de personas viven bajo el umbral de la pobreza. Sin embargo, otros secuestros se resuelven incluso con el pago de poco más de 300.000 nairas (360 euros), como fue el caso de un estudiante de ingeniería secuestrado en el estado de Nasarawa y que terminó liberado hace apenas tres días.

Encadenados con grilletes a los árboles, recibiendo la comida justa para sobrevivir, los secuestrados viven esta angustiosa situación hasta que sus familias pagan el rescate. Aunque, en palabras de Amar, un recepcionista de un hotel de Zaria que fue secuestrado en 2020, “a veces secuestran también al familiar que llega con el dinero y piden el doble”. Nadie puede fiarse de los bandidos.

Recalcar que el secuestro de 25 cristianos no sigue motivos religiosos es fundamental para no caer en las generalizaciones dentro de una nación en extremo complicada por su diversidad étnica, religiosa y política. No muy lejos del estado de Ondo, en el estado de Delta, son comunes los secuestros a trabajadores de las petroleras y ciudadanos Occidentales; las veces que no se paga un rescate, las víctimas son asesinadas y sus órganos vendidos en el mercado negro para sacar el máximo partido económico de la operación.