Desarrollo
Un nuevo informe muestra que la economía africana está creciendo pero que empeora su situación de seguridad
La Fundación Mo Ibrahim ha publicado un exhaustivo informe donde analiza la evolución de la gobernanza en cada una de las naciones de África
Después de décadas destinadas a ayudas al desarrollo, miles de millones de dólares invertidos en programas humanitarios, campañas de concienciación y cambios, es lícito preguntarse si el continente africano saldrá alguna vez del escollo donde se encuentra sumergido desde hace ya varios siglos. Evidentemente, antes de plantearse siquiera responder la pregunta, uno debe reconocer que África comprende 54 países y que sería inexacto observar su desarrollo sin considerar qué países se encuentran en mejor y peor posición. No sería la misma situación aquella que vive Mali tras doce años de conflicto ininterrumpido, que Senegal, nación que nunca ha sufrido un golpe de Estado o guerra.
Por esto resulta tan útil el último informe sobre gobernanza en África que publicó este miércoles la Fundación Mo Ibrahim. En el documento se analiza una por una y según diferentes criterios cada nación africana, y los resultados, en términos generales, despiertan preocupación y alegría a partes iguales. De acuerdo con la reputada fundación, 33 países africanos han mejorado su gobernanza en el periodo que comprende entre 2014 y 2023, mientras que 21 han empeorado su situación en este aspecto. ¿Los cinco países mejor ubicados en la lista? Seychelles, Mauricio, Cabo Verde, Sudáfrica y Botsuana. ¿Los cinco peores? De menos a más, Sudán del Sur, Somalia, Eritrea, Sudán y Guinea Ecuatorial.
Algo interesante en este aspecto es que, pese a encontrarse en una excelente posición, Mauricio aparece señalada como una nación con “deterioro en aumento”, mientras que Eritrea, estando al final de la lista, se considera como “en creciente mejoría”. Es decir, que no por estar en una posición de gobernanza privilegiada se libra una nación del peligro de empeorar, igual que una mala posición no significa que no haya espacio para una mejora. De hecho, cuatro de los diez países mejor situados en la lista de gobernanza son además cuatro de los diez países africanos que han sufrido un mayor deterioro en este ámbito durante la última década.
Más allá de los datos concretos de cada país, el estudio analiza en términos generales el desarrollo de un generoso número de aspectos relacionados con el desarrollo del continente. Así, el continente africano ha mejorado sensiblemente su puntuación total en infraestructura, igualdad de género y salud, entre otros ámbitos; pero ha sufrido serios retrocesos en lo referente a la seguridad, la participación en la democracia, los derechos humanos y la corrupción y la transparencia. No quepa ninguna duda de que el cambio de paradigma en lo que se refiere a los socios del continente es una de las muchas explicaciones que se pueden ofrecer sobre estos resultados. La creciente importancia de China en la construcción de infraestructura ha permitido un desarrollo en este punto mucho más elevado y veloz de lo que podría conseguir ningún socio europeo, pero la aproximación de ciertas naciones a Rusia, China, Emiratos Árabes Unidos o Irán (países que no son especialmente conocidos por su respeto de los derechos humanos) ha aliviado determinadas responsabilidades en términos de derechos humanos que imponían las naciones occidentales a cambio de su colaboración con los gobiernos africanos.
Así, Marruecos, uno de los países claves para la Nueva Ruta de la Seda impulsada por China, es la nación africana que más ha mejorado su situación en infraestructura en la última década; seguido de Egipto, que ha recibido inversiones milmillonarias por parte de Pekín para la construcción del Nuevo Cairo en los últimos años. Mientras que tres de los cuatro países que más han empeorado en materia de derechos humanos son reconocidos por su creciente aproximación a Rusiaen los últimos años: Burkina Faso, Mali y Guinea Conakry. Este desequilibrio entre el desarrollo económico y derechos puede encontrarse igualmente en Etiopía, que es la nación africana con un mayor crecimiento de su PIB anual pero que sufre además un serio deterioro democrático y de derechos humanos, sumado a una situación de inestabilidad permanente desde la guerra de Tigray (2020-2022). Estos indicadores llevan a formular una nueva pregunta: el continente africano está experimentando un crecimiento económico lento pero real en términos generales, ¿pero a qué precio? ¿Quién se beneficia en última instancia de este desarrollo si no es la población?
Otro aspecto importante se encuentra en el campo de la seguridad. En los últimos diez años, 26 países africanos han sufrido un deterioro creciente, 8 han retrocedido directamente y apenas 4 han experimentado una mejora creciente. El mayor deterioro se ha experimentado en Burkina Faso, Mali, Camerún y Etiopía, cuatro naciones asediadas por conflictos civiles de distintos tipos (separatismos, yihadismo armado, conflictos étnicos). Sorprendentemente, Libia es la nación que más a mejorado en este campo entre 2014 y 2023, seguida por Egipto y Angola. En total, según lo especificado por el informe, el 77% de los africanos han sufrido un deterioro mayor o menor en la situación democrática y de seguridad de sus respectivos países en la última década. Una cifra alarmante que pone en evidencia las dificultades que sufre África a la hora de alcanzar sus objetivos del desarrollo de manera sostenible.
Los países del Sahel aparecen representados en su continua debacle, consecuencia de los golpes de Estado, el cambio de socios y la proliferación de grupos armados de diversa índole. Resulta relevante comprender que al menos dos países del Sahel se encuentran en todo momento entre los cinco países que más se han deteriorado en lo referente a la seguridad, los derechos humanos, la igualdad social, el estado de bienestar, la justicia y la participación electoral. Datos que ponen de manifiesto el carácter corrosivo del yihadismo armado cuando se trata el desarrollo (o falta de desarrollo) de las naciones.
Una mayoría de África mejora de manera constante en aspectos relacionados con la creación de negocios, la construcción de infraestructura, la salud y la educación, pilares fundamentales para el desarrollo económico. Por el contrario, peligra en lo referente a la seguridad, los derechos humanos y la democracia, elementos igualmente importantes a la hora de mantener el desarrollo citado. Tal y como muestra el informe de la Fundación Mo Ibrahim, el continente se encuentra hoy en una encrucijada marcada por una esperanza hacia el futuro que combina con temores reales, pero también subrayada por la elección de nuevos socios que puedan traer a tierra las expectativas ideadas por la clase gobernante. Los próximos años serán claves a la hora de conocer cómo, y por dónde, caminarán las naciones africanas en su ruta hacia el desarrollo.
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