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No encuentran restos de pólvora en las manos del fiscal Nisman
Las pruebas periciales para determinar si había pólvora en las manos del fiscal argentino Alberto Nisman, encontrado muerto en el baño de su vivienda de Buenos Aires con un disparo en la sien, "dio negativo".
Corrupción y mafias en su máxima expresión. Incógnitas y un Gobierno apresurado en abonar la teoría de que el fiscal Alberto Nisman se quitó la vida apenas cuatro días después de anunciar que la presidenta Cristina Fernández habría encubierto a presuntos terroristas iraníes que causaron la muerte de 85 personas en el atentado contra la mutua judía AMIA en 1994.
La investigación de ayer desveló que el barrido electrónico para determinar si había pólvora en las manos del fiscal «lamentablemente dio negativo», según confirmó la fiscal Viviana Fein, si bien ordenó posteriormente un nuevo peritaje del arma para despejar cualquier atisbo de duda. Ésta es una prueba clave que se esperaba para avanzar en la hipótesis del suicidio. Aunque no hay pruebas concluyentes sobre rastros de pólvora en las manos de Nisman, la fiscal aseguró que el resultado de la autopsia confirma de manera categórica que no hubo terceras personas en la escena del crimen: «Ahora hay muchas pruebas para disponer en la causa. Hay que esperar los resultados sobre la sangre que encontramos en el arma y en el lugar. Todo eso se coteja directamente con ADN», informó. La fiscal ordenó también registrar la oficina de Nisman.
Por su parte, el ex presidente de las Asociaciones Israelitas Argentinas, Jorge Kirszenbaum, indicó que la familia del fiscal no cree en la hipótesis de suicidio, si bien la ex mujer de Nisman se negó ayer ante el juez a hacer conjeturas. Kirszenbaum reveló que en el apartamento de Nisman se halló una nota dirigida a la empleada doméstica con indicaciones «respecto» a alguna compra para el día siguiente, el lunes.
La noticia ha dejado al país consternado. Ayer volvieron a sonar cacerolazos en las calles de Buenos Aires y de otras ciudades del país como método de protesta. Ante la presión de los argentinos y los medios de comunicación, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, pidió a los medios cuestionarse las circunstancias que rodean la muerte del fiscal: «Es absolutamente imprescindible hacernos varias preguntas: por qué el sábado [el fiscal Nisman] pidió un arma. Si tenía presión, si tenía algún tipo de amenaza, si las amenazas provenían de agentes de Inteligencia actuales o desplazados o extranjeros», dijo ayer Capitanich. «Curiosa y sugestivamente, cuando está por iniciarse el juicio oral y público por encubrimiento, largamente esperado por familiares, surge este intento de convertir al Gobierno que más ha hecho para el esclarecimiento del atentado en encubridor», subrayó.
Tras ocho años de investigaciones, Nisman denunció hace una semana a Fernández por considerar que el memorándum de entendimiento firmado en 2013 con Irán incluía un presunto encubrimiento de los sospechosos del atentado contra la AMIA a cambio de relaciones comerciales y el intercambio de petróleo por grano en un contexto de crisis energética en Argentina. La denuncia, basada en escuchas telefónicas almacenadas en 300 discos, involucra al diputado oficialista Andrés Larroque; al ministro de Exteriores, Héctor Marcos Timerman, y a personal de la Secretaría de Inteligencia de la Presidencia argentina, así como al ex fiscal federal y ex juez Héctor Yrimia.
La presidenta también quiso dar su versión del caso y planteó varios «interrogantes». Por ejemplo, por qué el fiscal pidió a un ayudante que le diera un arma del calibre 22 cuando Nisman vivía en una edificio «con sistemas de vigilancia inteligentes, con códigos de ingreso, monitoreo de cámaras y custodia constante de la Prefectura y custodia propia de 10 agentes de la Policía Federal». Según la mandataria, Nisman no redactó la acusación, sino que lo habría hecho otra persona, a la que no identificó, posiblemente un ex agente de Inteligencia, el jefe de operaciones del Servicio de Inteligencia argentino.