Inmigración
Níger ultima los preparativos para una nueva oleada migratoria con dirección a Europa
La junta militar que gobierna el país africano ha abolido la ley que castiga la inmigración irregular y que se firmó en 2015 con la colaboración europea
El golpe de Estado sucedido en Níger en el pasado mes de julio ha provocado un importante vuelco en las relaciones entre Europa y los países del Sahel que viven gobernados por juntas militares. Previamente habían sucedido sendos golpes en Mali (2021) y Burkina Faso (2022), con el consiguiente enfriamiento de sus relaciones con la antigua potencia colonial, Francia, sin que por ello afectase en gran medida a la cooperación vigente entre las naciones africanas y la Unión Europea.
El único cambio significativo vino entonces de la mano de EUTM Mali, una misión de entrenamiento y asesoría militar iniciada en 2013 por la UE y que hace aproximadamente un año y medio que se ha visto reducida a mínimos. Donde las tropas europeas contaban con una importante presencia en Mali, con España a la cabeza, actualmente apenas se alcanza la cifra de 200 militares desplegados y recluidos en Bamako debido a los recelos del Gobierno maliense.
El golpe en Níger fue diferente a los anteriores. En primer lugar, la pérdida de influencia francesa en el Sahel era ya una realidad continuada que obligó al Elíseo a adoptar medidas contra los militares nigerinos, medidas que no tomó con Mali o Burkina Faso; una grave crisis diplomática surgió ante la negativa inicial de Francia de evacuar a su embajador de Níger, tal y como exigía el nuevo Gobierno del país, que también ordenó la retirada de las tropas francesas que permanecían en Níger para combatir al terrorismo. El resultado, inevitable, supuso la expulsión definitiva del embajador francés a finales de septiembre, y de la totalidad de las tropas galas en un periodo que comprenderá desde septiembre hasta finales de este año.
La guerra contra el yihadismo en la región se ha agravado igualmente hasta niveles de récord en los últimos tres años (Burkina Faso ocupa hoy la segunda posición en el Índice Global de Terrorismo, sólo por detrás de Afganistán), lo que ha aumentado las preocupaciones de Europa ante el posible vínculo existente entre el yihadismo y la introducción de terroristas en el continente a través de la inmigración ilegal. Por otro lado, la OTAN señaló el Sahel como “flanco sur” tras la conferencia de Madrid sostenida en junio de 2022. El creciente interés de Europa por la región y por la búsqueda de socios fiables en la protección de nuestras fronteras empujó a la UE a adoptar un marco de sanciones contra la junta militar nigerina, que incluirían la suspensión de la ayuda presupuestaria europea y el cese de toda actividad relacionada con la cooperación antiterrorista. La postura europea se tradujo en nuevas tensiones diplomáticas con España como principal protagonista.
Aparte, la posibilidad de una intervención militar por parte de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) con el apoyo europeo llevó a las naciones gobernadas por golpistas (Mali, Burkina Faso y Níger) a crear la Alianza de los Estados del Sahel “con el objetivo de establecer una arquitectura colectiva de defensa y de asistencia mutua para el beneficio de nuestros ciudadanos”. Esta nueva organización pretende desarrollar la colaboración de las naciones implicadas en la lucha antiterrorista, pero también en la mutua protección de sus gobiernos ante posibles amenazas externas. La importancia del golpe de Estado en Níger aparece también en este punto. Mientras Mali y Burkina Faso ya tantearon la posibilidad de crear una organización diferente a la CEDEAO, tuvo que suceder el asalto al poder en Níger para que se convirtiera en una realidad.
Europa, cada vez más lejos de África
En las últimas 24 horas han sucedido dos acontecimientos que muestran la creciente distancia entre Níger y Europa. El primero, que tanto Burkina Faso como Níger han anunciado su salida oficial de la organización G5 Sahel (Mali ya abandonó en mayo de 2022), dejando en la estacada a Chad y a Mauritania y rematando una organización moribunda cuya existencia es ya anecdótica. Pese a que el G5 Sahel se consideraba una estructura regional que sirviera de contrapartida a las operaciones europeas en el territorio, contaba con un estrecho “partenariado especial” con la UE. Si el G5 Sahel servía como herramienta de cohesión entre las naciones firmantes, así y como se utilizaba de hilo conductor en sus relaciones con Europa, la salida de Níger a cambio de su papel fundador en la Alianza de Estados del Sahel manda un mensaje claro: “vamos a hacer las cosas de una forma nueva, a nuestra manera… y sin Europa”.
El segundo suceso es de gran relevancia para Europa y muestra una intención vengativa por parte de la junta militar de Níger, que ha decidido responder a las sanciones europeas suspendiendo la ley que criminaliza la inmigración irregular en el país africano. La ley en cuestión, que fue impulsada en mayo de 2015 con el apoyo y la colaboración de la UE, servía como base legal para reducir los flujos migratorios a la orilla contraria del Mediterráneo y mostraba una intención colaborativa clara entre ambos lados. Rota la ley, la colaboración se deshace.
La junta militar ya efectuó los primeros movimientos en esta dirección durante el pasado mes de octubre, cuando permitió a centenares de inmigrantes abandonar la ciudad de Agadez y dirigirse a las costas libias, desde donde han ido arribando a Europa de manera irregular. Cabe decir que, pese a que lo que sucede hoy en Gaza es histórico, el deterioro de las relaciones entre Europa y África reciben una cobertura informativa inexistente y una atención política que no encaja con la importancia que suponen. No deja de ser paradójico que nuestros continentes estén destinados a unirse en varios millones de años, pero que nuestras mentes estén cada vez más alejadas. Será la Historia quien juzgue esta debacle geopolítica que afectará a Europa en mayor medida que las guerras de Israel. Aunque no sea tan morboso contarlo.
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