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Michel Temer: Un urdidor de pactos bajo la lupa de los jueces

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La Razón La Razón

Alejado de los histrionismos y experto en política entre bastidores, el nuevo presidente de Brasil es un abogado constitucionalista de 75 años que a lo largo de los últimos meses de crisis política ha usado una y otra vez la palabra «serenidad» en sus escasas manifestaciones públicas. Con amplia experiencia en las altas esferas del poder brasileño –seis mandatos como diputado federal y tres como presidente del Congreso, además de cinco años y cinco meses como vicepresidente del país–, su mayor virtud es su capacidad para llegar a consensos y evitar la confrontación y sus contactos en el Legislativo.

De origen libanés, Michel Temer nació en el interior del Estado de Sao Paulo en 1940 y es padre de cinco hijos, fruto de tres relaciones. Se declara profundamente religioso, cristiano y de valores conservadores. A pesar de ello, está casado con la aspirante a modelo Marcela Tedeschi, casi 43 años más joven que él y con quien se unió cuando ella apenas tenía 20 años. Acusado de «conspirador» y «traidor» por la presidenta, no le será fácil gobernar hasta 2018 si finalmente el Senado depone a Rousseff en las próximas semanas de forma definitiva. En un país con un Parlamento fraccionado y cuya clase política tiene la credibilidad erosionada por los escándalos de corrupción, Temer estará bajo la lupa tras un periodo de tolerancia inicial que los analistas estipulan en cien días. Su formación, el camaleónico Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que él lideró hasta hace un mes, ha sido hasta ahora un aliado del gubernanmental Partido de los Trabajadores (PT) y se ha visto involucrado en la «trama Petrobras».

Aunque no ha sido hasta la fecha acusado, varios empresarios y senadores interrogados por la Policía en la «operación Lava Jato» lo sitúan como uno de los beneficiarios de la trama vinculada a la estatal petrolera.

Su impopularidad también juega en su contra, en especial en momentos en que deberá aprobar medidas de difícil aceptación social. Una encuesta publicada en abril señalaba que en torno al 58% de la población está a favor también de su «impeachment».

Una de sus facetas más polémicas es el papel jugado en el proceso contra Rousseff en el Legislativo, ya que hace tan sólo un año lo rechazaba de plano. «El ‘impeachment’ es impensable porque no es algo que huye de la normativa constitucional, pero las hipótesis son muy claras en la Constitución, y a mi modo de ver ninguna de las actitudes de la presidenta se puede encuadrar» como crimen, aseguró en una entrevista.

Meses después, sin embargo, Temer escenificaba su alejamiento de Rousseff por medio de una carta abierta en la que se declaraba un «vicepresidente decorativo» al que la mandataria brasileña no escuchaba.