Estados Unidos
Marco Rubio, la esperanza latina de los republicanos
LA RAZÓN asiste a uno de sus mítines en New Hampshire, donde los sondeos lo sitúan en segunda posición.
LA RAZÓN asiste a uno de sus mítines en New Hampshire, donde los sondeos lo sitúan en segunda posición.
Parece la pequeña Florida en el frío estado de New Hampshire, la región del noreste de Estados Unidos donde el próximo martes se celebran las primarias de los partidos Demócrata y Republicano. Los votantes aquí lucen vestimentas coloridas, abundan las mujeres rubias y los hombres con dientes blancos y brillantes. Incluso da la sensación de que están algo más morenos que el resto de sus pálidos vecinos. Se han reunido para un mitin del candidato republicano Marco Rubio en una sala de fiestas, el Frank Jones Center. Todo parece bien conjuntado en el interior del recinto.
Con su aspecto aniñado, este senador por Florida –tercero en el «caucus» de Iowa– podría pasar por ser un buen hijo que ha cumplido con las expectativas de su audiencia. Él lo sabe, y les dice también algo que les hace sonreír: «Estoy en contra de las políticas que van en contra de mi mamá», afirma. Antes de que termine la última palabra, las mujeres ríen. Los hombres, menos, pero también. Entre los vecinos que acuden a escuchar a Rubio en New Hampshire no hay muchas dudas sobre el mejor candidato. «Rubio es un hombre comprometido, sincero e íntegro. Me gustan su personalidad y sus propuestas. Además, tiene valores. No es tan arrogante como Donald Trump ni lleva tanto tiempo en política como Ted Cruz», afirma Edward Mills, vecino de New Hampshire, que se ha acercardo a la sala de fiestas para ver a Rubio de cerca.
¿Va a votar por Donald Trump?, le preguntamos a un hombre que ha asistido al mitin. «No, por Dios, nosotros somos conservadores. Pero los de Trump son otra cosa. Nosotros no somos idiotas», responde. Participar en un acto político es casi un ritual entre los oriundos de este estado, que ven cómo cada cuatro años su tierra se convierte en el centro de la política nortemaericana, una pasarela por la que desfilan los candidatos y sus equipos de campaña, los vecinos de Vermont –el estado vecino– y batallones de periodistas estadounidenses y extranjeros.
«Estaría muy orgulloso de llamarle mi comandante en jefe», explica otro hombre con voz profunda. Jimmy Siems, de 82 años, que también ha acudido al acto, explica que Rubio «apoya todo en lo que creemos: es un hombre en el que se puede confiar. Está muy preocupado por la integridad de la Constitución, algo que no se ve ahora», asegura en referencia a los intentos del presidente Barack Obama de endurecer la ley que permite portar armas, un derecho recogido en la Segunda Enmienda. «Y tiene un plan para devolver a Estados Unidos al sitio donde siempre ha estado», apunta en referencia a la bonanza económica. Su hija también interviene. La diferencia de edad no parece separarles mucho en sus opiniones. «Marco Rubio posee un gran carácter. Nada que ver con Donald Trump, que está siempre insultando a la gente. Necesitamos alguien que devuelva Estados Unidos al lugar donde estaba. Alguien que crea en la Constitución, que fortalezca nuestro Ejército. Estados Unidos se ha convertido en un país muy débil, y da miedo», reconoce Marcia Siems.
Según las últimas encuestas de UMass/7News, Trump disfruta de una amplia ventaja de 21 puntos sobre su seguidor inmediato, que en este estado es el senador de Florida. Trump se quedaría con el 35% de los votos en New Hampshire; Rubio, con el 14%, y Ted Cruz, con el 13% de los apoyos. John Kasich le seguiría con un 10% y el ex gobernador de Florida Jeb Bush, con un 10%. Hace unos meses, la élite del Partido Republicano parecía confiar ciegamente en Jeb Bush, pero el hijo y hermano de presidentes parece haberse hundido en las encuestas y el resultado que obtenga en New Hampshire será clave para las expectativas de Rubio. Trump es un candidato que horroriza no sólo a las figuras del «establishment» del partido sino también a las empresas de Wall Street y a los votantes más moderados. Por otro lado, Rubio aparece dentro del partido como alguien demasiado radical para competir en unas elecciones, en las que a menudo se prima un mensaje de centro, capaz de atraer a un buen número de votantes demócratas, independientes o jóvenes, que por defecto son liberales en cuesitones sociales. Por eso, estos días Rubio está haciendo lo imposible por ganarse todos los apoyos, incluidos los del extremista Tea Party. Con razón repite una y otra vez en el acto: «Soy el candidato de la unidad. Estoy muy enfadado con lo que ocurre ahora en Estados Unidos».
Rubio, casado y con cuatro hijos, apareció en escena en 2010 con el apoyo del movimiento ultra conservador Tea Party. Está en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo y tampoco apoya el derecho al aborto, a no ser que sea con la excepción de que la vida de la madre corra peligro. Tiene una historia detrás que parece sacada de un manual de éxito. Sus padres cubano emigraron a Estados Unidos en busca de una oportunidad. Él profesa el catolicismo, como millones de hispanos que salieron despavoridos del mensaje del Partido Republicano tras los insultos racistas de Trump a las minorías.
Sin embargo, tiene «manchas» en su historial republicano. Participó en la elaboración de la ley migratoria de 2013, que ofrecería el camino a los indocumentados para convertirse en ciudadanos legales. En cambio, ha tenido que retirar su apoyo a esta visión comprensiva con los inmigrantes durante esta campaña. A pesar de esto, el ciudadano Deb Martins asegura en el mitin que Rubio cumplirá lo que prometa en la campaña: «Es un hombre de valores. Y aquí en New Hampshire esto es algo muy importante».
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