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Elecciones en EE UU

Kamala Harris pide pasar página del trumpismo racista

La vicepresidenta reúne a más de 200.000 personas en La Elipse, el parque al sur de la Casa Blanca desde donde Trump alentó a sus seguidores a asaltar el Capitolio

La vicepresidenta y candidata demócrata a la Casa Blanca, Kamala Harris ASSOCIATED PRESSAP

La situación electoral en Estados Unidos es tan crítica, que los candidatos incluso están cambiando las tradiciones políticas del país. Con las encuestas en constante empate técnico, Donald Trump y Kamala Harris han adelantado sus discursos de cierre de campaña, a pesar de que todavía queda una semana para que los estadounidenses vayan a las urnas. Si el domingo el republicano se daba un baño de masas en el icónico Madison Square Garden de Nueva York, ayer Harris elegía un espacio que les recordara a los estadounidenses lo que está en juego estos comicios y la amenaza que supone para la democracia que Trump regrese a la Casa Blanca.

El evento demócrata estaba programado desde hacía varios días, pero en un intento de acaparar la atención y ante el desastroso espectáculo republicano de la Gran Manzana el domingo por la desagradable broma racista de un comediante, Trump decidió contraprogramar. El exmandatario convocó a los medios de comunicación para una rueda de prensa desde su mansión de Mar-a-Lago, en Palm Beach (Florida) ayer mismo, horas antes del discurso de su rival en Washington.

A la campaña de Harris las palabras del republicano solo le sirvieron para tener más carnaza. Según la organización del evento, ayer había más de 20.000 personas invitadas al The Elipse, un enorme parque al sur de la Casa Blanca. El mismo lugar desde donde el 6 de enero de 2021, Trump alentó a sus seguidores a luchar para revocar las elecciones que según él le habían robado. Con su encendido discurso acabó provocando que una multitud asaltara el Capitolio, un ataque a la democracia en el que murieron cinco personas, 14 agentes resultaron heridos y hubo casi 1.000 detenidos. «Si no luchas como si fuera el infierno, no tendrás país», le decía entonces a la turba un Trump que se negaba a reconocer su derrota.

Desde allí trató ayer Harris de conquistar el voto de los indecisos. «Es realmente un recordatorio de la gravedad que supone el trabajo: cuánto puede hacer un presidente para bien y para mal, para moldear el país e impactar en la vida de las personas», decía poco antes del comienzo del acto Jennifer O’Malley Dillon, presidenta de la campaña demócrata. La atención del partido en esta recta final de la campaña se centra en los suburbios de los estados indecisos donde se agrupan los votantes que apoyaron a la exgobernadora de Carolina del Norte, Nikki Haley, en las primarias republicanas, un electorado con un perfil más centrista que está preocupado por la violencia en torno a las elecciones y quienes la agresiva retórica de Trump no les convence.

Harris presentó anoche una vez más su visión de un nuevo liderazgo que rompa con el pasado, de ahí que en las últimas semanas su equipo se haya cuidado mucho de presentarla alejada de Joe Biden, sin dañar la imagen o la tendencia política del mandatario estadounidense. La vicepresidenta mostró también este martes su pasado como fiscal, y alertó a los asistentes de que su rival es «alguien totalmente absorbido por su infinito deseo de venganza», a quien no le interesan las «necesidades del pueblo estadounidense».

No faltaron las referencias al gran chasco de la noche republicana del domingo, horas antes del evento en Washington, la demócrata ya había compartido su opinión sobre la que podría ser la nueva ‘sorpresa de octubre’, la desagradable y racista broma del comediante Tony Hinchcliffe que dijo refiriéndose a Puerto Rico: «No sé si lo saben, pero ahora mismo hay literalmente una isla flotante de basura en medio del océano». «Por eso la gente está cansada», respondió la vicepresidenta a los periodistas, «la gente está literalmente lista para pasar página».

Sin embargo Trump no lo ve igual, en su discurso de la mañana del martes, que comenzó con más de una hora de retraso y no hubo preguntas por parte de los periodistas, el exmandatario dijo que a quien la gente no quería es a Kamala, porque según él, «en menos de cuatro años, Harris ha borrado nuestra frontera». La acusó también de que «la inflación ha provocado problemas como nunca habíamos imaginado», además de que «el crimen en Venezuela es más bajo» y «Caracas se está convirtiendo en un lugar seguro porque todos los criminales están llegando a Estados Unidos».

Unir inmigración y criminalidad ha sido una de las constantes de Trump en esta campaña electoral. Esta vez se apoyó en testimonios, como la madre de una víctima de asesinato cometido por un inmigrante o la viuda de un militar fallecido en la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán.

Al final de su intervención, y solo al final, el exmandatario dijo que «nunca había habido un acontecimiento tan hermoso» como el que su partido celebró en Nueva York el domingo por la noche, fue un «festival de amor». Esa fue la única mención que hizo sobre la broma del comediante Hinchcliffe, que tiene en vilo a su partido, sobre todo porque hay muchos puertorriqueños que viven y votan en Pensilvania, un estado decisivo para ganar estos comicios donde se reparten 19 votos electorales. Horas antes, en una entrevista con ABC News, Trump aseguraba que no conocía al humorista de su evento, y que «no sabía quién lo había puesto ahí», añadiendo que no había oído el chiste, el mismo que tiene en pie de guerra a una gran parte de los seis millones de puertorriqueños que votan en los 50 estados del país.