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Macron se enfrenta a la calle

La única central sindical convocante, la CGT, no logra repetir la movilización registrada contra la reforma laboral de Hollande, aunque mantiene la presión.

Manifestantes encapuchados se enfrentaron con piedras a unidades antidisturbios de la Policía francesa, que replicaron con gases lacrimógenos y cañones de agua larazon

La única central sindical convocante, la CGT, no logra repetir la movilización registrada contra la reforma laboral de Hollande, aunque mantiene la presión.

Philippe Martinez, líder de la Confederación General de Trabajadores (CGT), principal organizadora de la movilización contra la reforma del Código del Trabajo que prepara el Gobierno francés, se felicitó ayer de la respuesta a su convocatoria. La organización sindical contabilizó unos 400.000 manifestantes entre los 200 desfiles que se organizaron en grandes y pequeñas ciudades. Como es habitual, la Policía revisó a la baja estas cifras y avanzó la participación de 223.000 personas en los diferentes cortejos que recorrieron el Hexágono. En París hubo mucha gente en la calle, unas 60.000 personas (24.000 según la Prefectura), pero fueron menos que las que se movilizaron para la reforma laboral que aprobó el Gobierno anterior, la llamada Ley El Khomri.

Para Emmanuel Macron se trataba de su primera contestación desde que es presidente de la República, pero no oyó de cerca los pitidos ni los eslóganes de los manifestantes porque se encontraba en las Antillas para visitar las islas francesas que han quedado arrasadas tras el paso del huracán Irma. Muchas de las pancartas que portaban los manifestantes hacían referencia a las palabras pronunciadas recientemente por Macron en una visita a Atenas asegurando que no cederá nada «ni ante los holgazanes, ni ante los cínicos, ni ante los extremos». «Macron, un don nadie vale más que dos como tú», o «Holgazanes de todos los países, uníos».

Martinez no contaba ayer con el apoyo de los líderes de los otros sindicatos principales, ni Jean-Claude Mailly de Fuerza Obrera (FO), ni Laurent Berger, líder de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), secundaron sus consignas, a pesar de que, como afirmó este último, están en contra «de una gran parte de la reforma».

Martine se encontraba entre los que desfilaron ayer por las calles de París contra la reforma del Código del Trabajo. Se niega a «que los patronos puedan contratar y despedir como les venga en gana es inadmisible, sobre todo para los jóvenes porque así nunca podrán tener un proyecto de vida». Está convencida de que el éxito de la manifestación dependerá de la relación de fuerzas que se construya, sólo así obligarán a Macron a «deshacer el camino» sobre gran parte de su reforma. Esta trabajadora del ámbito hospitalario es de las que contestan que el presidente de la República pueda aplicar las reformas que pretende por el hecho de haber sido elegido presidente. «La mitad de los franceses no fueron a votar, y poco más de un 30% votó por él [en la primera vuelta]», asegura mientras admite que ella está jubilada ya y que también se manifiesta porque ve peligrar su pensión en reformas futuras.

Florinda Albero, mitad catalana, mitad asturiana y francesa de adopción, acudió a la manifestación por solidaridad generacional: «Estoy aquí por mis hijos y nietos, quiero que guardemos la estructura del Código del Trabajo y que no se desestructure la solidaridad actual». Albero lamenta sobre todo la introducción de los referendos en las negociaciones en las empresas. Considera que la medida es «asquerosa» porque «si las organizaciones sindicales no pueden discutir ya con el patrón, eso no es la democracia. El patrón organizará un referendum y los trabajadores tendrán miedo a negarse». «Eso son 50 años atrás en la lucha sindical», asegura.

Jean, que trabaja en la empresa de transportes públicos de Ile-de-France, espera una reforma «brutal». Está convencido de que Macron no tiene otro objetivo que reformar el país: «Quiere aplicar sus reformas y no se va a andar con atajos para hacerlo».

Aunque la convocatoria de la manifestación no estaba firmada por todos los sindicatos franceses, sí es generalizado el descontento entre todos ellos sobre numerosos puntos de la nueva reforma laboral, que abunda sobre los cambios introducidos por el Gobierno del ex primer ministro socialista Manuel Valls. Concretamente, la nueva ley quiere introducir un límite a las indemnizaciones que se arbitren en la Magistratura de Trabajo en caso de despido improcedente. Será un mes de salario si la antigüedad en la empresa es inferior a un año, y no podrá ser superior a 20 meses de salario cuando la antigüedad sea superior a los 28 años. La medida es aplaudida por los empresarios, que aseguran que de esta forma se facilitarán las nuevas contrataciones, pero los sindicatos denuncian que los límites son excesivamente bajos. También se reduce a un año, en lugar de dos, el plazo para recurrir un despido.

También es general la oposición a la decisión del Gobierno de fusionar las instancias representativas de los trabajadores: delegados de personal, comité de empresa y comité de higiene, seguridad y condiciones de trabajo. Para los sindicatos es una via abierta al recorte de los medios destinados a las mismas.

Y aunque no todos están de acuerdo, es ampliamente compartido el rechazo a que los sectores pierdan su papel regulador, y se oponen a que haya una inversión de la jerarquía de normas que llevaría a que los acuerdos por empresa se impongan a la convención por sectores y a la ley.

La manifestación concluyó con el enfrentamiento de varios centenares de encapuchados y la Policía, y se saldó con la detención de cuatro personas. Los agentes antidisturbios se enfrentaron con un grupo de unos 300 jóvenes encapuchados a los que reprimieron con cañones de agua.