Mali
Los independentistas de Azawad se unifican bajo un nuevo grupo para enfrentarse a la junta militar de Mali
Comienza una nueva fase en la guerra del norte de Mali
El norte de Mali, que es un lugar adonde viajaron muchos españoles en la década de 1990, atraídos por sus misteriosas dunas de arena, sirve hoy como escenario de guerra entre los independentistas de Azawad y el ejército maliense. Del lado independentista se aglutinan una serie de grupos compuestos por una mayoría étnica tuareg (que no exclusiva), mientras se les reconocen vínculos más o menos estrechos con Italia y Ucrania. Además, determinados grupos tuareg han colaborado de manera puntual en los últimos años con el JNIM, la filial de Al Qaeda en la región, siempre con el objetivo de combatir a su común enemigo: el ejército maliense. Un ejército nacional que hace dos años que renegó de Francia como socio militar para acudir en su lugar a una asociación que conjuga operativos rusos con armamento comprado a China, Turquía y Emiratos Árabes Unidos.
Turquía, China, Emiratos Árabes Unidos, Rusia, Francia, Italia, Ucrania… que se sepan. El desierto maliense sirve así como escenario para un batiburrillo de intereses internos y externos, sueños de independentismo y de unión, pulsos geopolíticos donde el bienestar de los malienses queda supeditado bajo un fin aparentemente mayor. Excluir a Mali del ritmo de acontecimientos del mundo sería tan incongruente como excluir al mundo de los sucesos que afectan al país africano. De Mali dependen asuntos tan graves como la proliferación del terrorismo islámico en África Occidental, los flujos migratorios con dirección a Europa, la supervivencia del nuevo panafricanismo de corte militar que asciende en la región para vapulear a Francia, el papel de Rusia en el flanco sur de la OTAN, el tráfico de cocaína sudamericana, etc. Mali es importante para el mundo y, por ello, lo que ocurra en Mali debe conocerse con precisión.
La última noticia relevante ocurrió este sábado, cuando una reunión de los grupos independentistas eliminó una serie de agrupaciones (MNLA, HCUA, GATIA y MAA) para integrarse todos ellos en un nuevo nombre: el Frente de Liberación de Azawad (FLA). Con este aspecto, el Cuadro Estratégico Permanente se reforma para dar comienzo, según el comunicado expedido, “a la creación de una entidad político-militar que carga con las aspiraciones del pueblo de Azawad en su derecho a la autodeterminación”. La nueva agrupación hace un llamamiento al resto de grupos no integrados para que participen de este proyecto común y lanza un llamamiento “a toda la región, especialmente a los países vecinos al igual que a la comunidad internacional, para que reconozcan al FLA como el único representante del pueblo de Azawad”.
Este cambio es importante porque una de las mayores debilidades que se han visto en los últimos diez años en el independentismo de Azawad es su división. Cuando tomaron la histórica ciudad de Tombuctú en 2012, fueron precisamente sus divisiones las que les enfrentaron entre si en un momento clave de su lucha contra el Estado maliense. Y fue a raíz de sus enfrentamientos que su facción más radical, vinculada a los flujos del yihadismo internacional, se hizo con el poder del movimiento y sumió a Mali en una vorágine de violencia con intereses muy diferentes a la independencia deseada en un inicio.
EL recién formado Frente de Liberación de Azawad nace a su vez del Cuadro Estratégico Permanente (CSP) que fue creado en Roma en 2021 y que se enfrenta desde 2023 al gobierno maliense, en un ambiente de guerra total con una profunda implicación de los operativos rusos destinados al país africano. De hecho, fue el CSP quien procuró a los rusos su mayor derrota desde el inicio de su aventura africana, en Tizanwaten, el pasado mes de julio, cuando alrededor de 80 rusos fueron masacrados por los separatistas.
La unión de los grupos bajo unas siglas únicas no es una idea nueva entre los independentistas de Azawad. Ya van varios intentos desde 2012. En esta ocasión, quizás con la intención de aparentar un gesto definitivo, han recurrido incluso a cambiar la bandera que representa el independentismo de Azawad; curiosamente, los colores rojo, negro, verde y amarillo originales han sido cambiados por el blanco, rojo, amarillo y azul. ¿Un guiño a sus aliados ucranianos? ¿Una forma brutal y arriesgada de lanzarse en una nueva dirección, menos regional y más internacional, más ruidosa? Pero la realidad es que se trata de una conjunción de colores de previos movimientos de Azawad. Las última victorias y los vínculos que se atribuyen al grupo con Occidente resuenan cada vez más fuerte, mientras la junta militar maliense, sintiéndose permanentemente amenazada por Europa, denunció recientemente ante Naciones Unidas la asociación entre Ucrania y Azawad, acusando a la primera de “colaboradora del terrorismo internacional”.
Porque lo que ocurre en Mali repercute en Ucrania y viceversa. Porque Mali está en el mapa, aunque siga sin aparecer en nuestro televisor. Aunque algunos insistan en ver África como un continente metido para dentro, mirando hacia una esquina como un niño castigado, débil, necesitado, la realidad es que el creciente peso de determinadas naciones en el panorama internacional demuestran que África (como continente) cada vez tiene más que decir. Se debe hablar de ello. Se les debe reconocer ese peso. Porque Mali está cerca de España, más cerca que Ucrania. Y los rusos también están en Mali, como en Ucrania; y también hay yihadistas, como en Siria… sólo que más cerca. Algo que vuelve absolutamente inexplicable que la creación del Frente de Liberación de Azawad no aparezca en ninguno de los canales de YouTube de “expertos” varios.
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