Yihadismo
La guerra contra el yihadismo en el Sahel se recrudece en la primera semana del año
El JNIM bombardea el aeropuerto de Tombuctú y ataca a vehículos rusos y malienses, mientras Ibrahim Traoré se apunta sus dos primeras victorias del año en Burkina Faso
Continúa la guerra contra el yihadismo en el Sahel. No es una guerra que aparezca habitualmente en el televisor, ni sus cabecillas son conocidos en Europa, pero la guerra continúa durante veinticuatro horas al día, siete días a la semana y sin vacaciones ni bajas por enfermedad. Una guerra letal e interesada que en la primera semana del año se ha cobrado bombardeos, explosiones, emboscadas y vidas, especialmente en Mali y Burkina Faso.
Mali
La mayor filial de Al Qaeda en la región, conocida como JNIM, bombardeó el aeropuerto de Tombuctú utilizando un sistema de lanzacohetes Grad Partizan, según muestran las propias imágenes difundidas por el grupo terrorista. Ocurrió el primer día del año, aunque no se registraron muertos ni heridos tras el ataque. El bombardeo del aeropuerto prosigue la estrategia llevada por los yihadistas a lo largo de los últimos meses, desde el verano de 2023, momento en que comenzó el bloqueo de la histórica ciudad. Ya van al menos cuatro ocasiones en las que el aeropuerto ha sido bombardeado, lo que ha obligado en el pasado a cancelar los pocos vuelos que comunican Tombuctú con el resto del país.
Cabe a recordar que la situación de Mali al norte del río Níger es confusa. El coronel Assimi Goita, jefe de Estado maliense, inició este verano una ofensiva contra el secesionismo de Azawad que le llevó a recuperar la ciudad de Kidal de manos de los independentistas, no sin pocos esfuerzos y dejando a cambio desprotegidas amplias zonas del sur del país. El JNIM aprovechó la situación en un primer momento para centrar sus ataques en áreas alejadas de Azawad, donde la presencia militar es más débil, aunque una de las novedades de 2024 sería que han retomado los ataques en el norte del país, en Tombuctú, pero también en la ciudad de Gao (donde el JNIM explosionó el 2 de enero un IED contra un vehículo tripulado por tropas malienses y rusas) y en los alrededores de Kidal.
En un intento por controlar la situación en la zona y reafirmar su posición en Kidal, el Ejército maliense efectuó el 4 de enero una serie de “ataques quirúrgicos” en los alrededores de la ciudad, según informó la Alianza de Estados del Sahel, donde “neutralizaron a una veintena de terroristas y destruyeron una gran cantidad de material militar y material rodante”. El 4 de enero también se registró un ataque contra tropas rusas y malienses en la carretera que une las localidades de Tonka y Goundam, muy próximas a las orillas del Níger, y un segundo ataque ocurrido el día 5 fue dirigido contra dos vehículos militares entre Tonka y Niafunki. Ambas acciones fueron reivindicadas por el JNIM.
Un tercer ataque ocurrido el 6 de enero cerca de la localidad de Menaka, junto a la frontera nigerina, fue reconocido por el Estado Islámico en un vídeo difundido en redes y donde podían apreciarse imágenes de los combates. El Estado Islámico también atacó el 6 de enero un puesto de control de carreteras en la ruta de Kobe, muy próxima a Gao, asesinando a siete miembros del grupo de autodefensa local de Singawa. El Estado Islámico, que relajó sus acciones en los meses previos a diciembre, ha redoblado sus ataques en el noreste de Mali durante las últimas semanas del 2023 y parece dispuesto a mantener el ritmo en lo que llevamos de enero.
Que el yihadismo redoble sus esfuerzos en el norte del país dificulta los objetivos de Goita, que en su discurso de fin de año apeló a la población maliense a ejecutar un diálogo “por la paz y la reconciliación” que persiga la cohesión nacional. En dicho discurso, adelantó que el diálogo no incluiría conversaciones sobre "la unidad del estado, el secularismo o la integridad territorial", en clara referencia a los objetivos secesionistas de Azawad. El coronel ha escogido hacer frente en primera instancia al secesionismo, en una arriesgada estrategia que no le permitirá destinar la totalidad de sus esfuerzos a la lucha antiterrorista hasta que la situación en el norte del país quede bajo control. Pero los continuos ataques del JNIM dificultan la estabilización de la zona y traban así los esfuerzos de Bamako a la hora de terminar con el secesionismo.
Si embargo, cabe a mencionar un motivo de celebración entre las Fuerzas Armadas de Mali y que acompaña al nuevo año: han concluido el 2023 en la posición número 100 según el ranking anual de Global Firepower (que analiza los ejércitos de todo el mundo de mejor a peor), subiendo diez posiciones respecto al año pasado y situándose como uno de los tres mejores ejércitos de África Occidental junto con Ghana y con Nigeria. Este ascenso se debería, entre otros factores, al equipo militar vendido/cedido por Rusia, Turquía y China y al entrenamiento de los militares africanos a manos del Grupo Wagner, cuando antes eran las tropas francesas y europeas las encargadas de su entrenamiento. La noticia reafirma a aquellos malienses que consideran que Francia y su presencia militar impidieron en los últimos años que las Fuerzas Armadas malienses obtuvieran los medios adecuados para combatir al yihadismo, desgastándose la ya desgastada diplomacia de París recién entrados en enero. Esta esta nueva posición en el ranking beneficia igualmente al inquilino del Kremlin, el mayor socio militar de Mali, que ya pudo apuntarse un importante tanto con la toma de Kidal y que, por lo que parece, está cumpliendo (a medias) con las expectativas que le depositó Goita.
Burkina Faso
En Burkina Faso, nación sumergida en una “guerra abierta” contra el yihadismo, también podría decirse que el año ha comenzado acompañado de buenas noticias. Porque su líder actual, el capitán de artillería Ibrahim Traoré, pudo apuntarse el 4 de enero su primera victoria del 2024, después de que una operación exitosa en el departamento de Nassoumbou eliminara a una columna de yihadistas que se desplazaban en motocicleta y que accedieron a Burkina Faso desde Mali con la intención de hostigar la zona.
El día siguiente, el 5 de enero, otra operación conjunta entre fuerzas aéreas (drones) y terrestres terminó con “cientos” de terroristas neutralizados en la región de Boucle du Mouhoun, al noroeste del país. Debe apuntarse que hace meses que se aprecia en la narrativa oficial burkinesa una holgura con los números que no se observa en otros países de la zona. Se habló de cerca de 400 muertos en Djibo en el mes de noviembre y desde entonces abaten columnas, "cientos" de insurgentes en pocas horas, donde en Mali se habla de una cautelosa "veintena", pese a que Burkina Faso está por debajo de la nación vecina en el ranking de Global Firepower. El ritmo de objetivos eliminados en Burkina Faso, de ser cierto y no tratarse de una exageración con usos propagandísticos (algo factible, si se considera la escasez de pruebas gráficas de esos "cientos" de muertos, incluso en las imágenes de Djibo, o la falta de testimonios directos que prueben lo ocurrido)... trae esperanzas de un 2024 donde el yihadismo retroceda por primera vez en el país desde 2016.
Nigeria
A las victorias de las fuerzas burkinesas y los “ataques quirúrgicos” de Mali en torno a Kidal se les añade otra celebración de año nuevo en Nigeria: un ataque aéreo en el Estado de Borno eliminó el 2 de enero al nigeriano Ba'a Shuwa, líder del Estado Islámico de África Occidental (ISWAP). Ba'a Shuwa y sus secuaces, que se extienden por las localidades de Chiralia, Kauwa, Abulam, Gorgore y otros territorios del sur de Borno, son los principales responsables de numerosos ataques, secuestros, emboscadas y artefactos explosivos improvisados dirigidos contra tropas y civiles en Nigeria, Chad, Níger y Camerún. Su muerte, que viene tras liderar esta facción del ISWAP durante apenas dos años (Ba'a Shuwa ascendió al máximo escalafón tras el suicidio de su predecesor en 2021), ha supuesto un duro golpe para el Estado Islámico en la región, que además hace semanas que se enfrenta a facciones de Boko Haram por el control de los territorios que conectan el bosque de Sambisa con las orillas meridionales del lago Chad.
Esto no quita que los yihadistas sigan agitando vidas y sembrando dolor: un líder de una milicia antiterrorista confirmó el 6 de enero a la agencia EFE la muerte de seis personas, entre los que se incluye un pastor evangelista, por un ataque ocurrido el día anterior en el Estado de Borno. Se desconoce todavía si los agresores pertenecían a Boko Haram o al Estado Islámico.
El año empieza fuerte y con un balance inclinado hacia lo positivo para quienes se enfrentan al yihadismo en África Occidental, pese a que otras dificultades persisten. Tal y como prometió Ibrahim Traoré en su último discurso durante el aniversario de la independencia de Burkina Faso, la guerra contra el terrorismo ha arreciado y ofrece resultados esperanzadores; Mali todavía busca equilibrar sus esfuerzos entre su guerra contra Azawad y la lucha antiterrorista, pero puede alegrarse de haber iniciado el año con Kidal bajo el poder de Bamako y habiendo mejorado su posición en el ranking de Global Firepower; y los enfrentamientos entre facciones de Boko Haram y del Estado Islámico en el norte de Nigeria, sumados a la muerte de Ba'a Shuwa, ofrecen una oportunidad dorada a Bola Tinubu para dañar seriamente los objetivos yihadistas en el país.