Guerra en Europa
Rusia pone en busca y captura a la primera ministra de Estonia por derribar las estatuas soviéticas
En la lista de personas perseguidas por el Kremlin por romper con el pasado soviético está también el ministro de Cultura de Lituania
La cruzada de Moscú contra quienes intentan borrar la huella soviética dentro de sus fronteras sigue adelante. Durante los últimos años, Rusia ha sido testigo de cómo antiguas repúblicas de la Unión Soviética y países satélites han ido derribando monumentos erigidos en honor a figuras del comunismo como Lenin, que fueron destruidas nada más caer el muro de Berlín. Años después, los pocos vestigios que quedaban de la existencia de la URSS también fueron desapareciendo en esos países, como muestra del resurgir de sus identidades nacionales. En esa segunda ola de derribos se encontraban monumentos en recuerdo al Ejército Rojo y sus victorias en batallas de relevancia durante la Segunda Guerra Mundial. A nadie escapa que el resto de esculturas y monolitos supervivientes se desmontaron durante estos dos últimos años, coincidiendo con la puesta en marcha de la invasión de Ucrania. Todos y cada uno de los monumentos desmantelados fuera de las fronteras de Rusia han sido mostrados en los telediarios rusos ante la mirada atónita de aquellos cuyos padres y abuelos formaron parte de esas batallas. Imágenes en prime time comentadas por politólogos y militares que han criticado los intentos de esos países de reescribir la historia y olvidar la costosa victoria de la Unión Soviética contra el Ejército de Hitler. El caso más sonado tuvo lugar en 2007 cuando el Parlamento de Estonia aprobó retirar uno de los monumentos más representativos del recuerdo a las tropas soviéticas, la escultura en bronce de un soldado, cuya demolición ya provocó las quejas del Kremlin.
El propio presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha mostrado en numerosas ocasiones su rechazo contra lo que llaman la cultura de la cancelación soviética, aunque el paso dado este lunes parece definitivo a la hora de censurar dichos actos, que Moscú considera una agresión. Las autoridades rusas publicaron ayer su reacción más tajante contra esas «agresiones» en forma de orden formal de busca y captura en contra de la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, que ha pasado a formar parte de una lista de personas perseguidas por el Kremlin en la que también figuran el secretario de Estado estonio, Taimar Peterko, y el ministro de Cultura de Lituania, Simonas Kairys, así como algunos miembros del parlamento lituano. La acusación oficial apareció ayer a primera hora de la mañana en la web del Ministerio del Interior ruso y, al parecer, podría considerarse de un caso penal para las autoridades. Según fuentes rusas consultadas por la agencia estatal TASS, los dos responsables estonios y el ministro lituano han sido acusados formalmente de «destrucción y degradación de monumentos [en memoria] a los soldados soviéticos» de la Segunda Guerra Mundial.
Kallas, que lleva desde 2021 en el cargo, ha pedido en reiteradas ocasiones a la OTAN y a la Unión Europea que aumenten su apoyo a Ucrania con el envío de más armas, mostrando una postura inflexible con el régimen de Moscú, aunque hace unos meses se descubrió que una empresa vinculada a su marido había mantenido negocios en Rusia durante la guerra de Ucrania.
Precisamente, el pasado 16 de enero el Parlamento estonio votaba contra de un proyecto de ley presentado por partidos de ultraderecha para la retirada de varios monumentos en honor a soldados soviéticos por su desempeño en la lucha contra la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. A día de hoy, tanto en Estonia como en el resto de países bálticos todavía siguen en pie contadas construcciones en homenajes a quienes lucharon en la Segunda Guerra Mundial, algunas de ellas sin presupuesto para su mantenimiento y otras vandalizadas.
Hace algunas semanas Rusia conocía la decisión de las autoridades estonias de desenterrar los restos de soldados soviéticos del cementerio militar de Tallin sin la autorización de sus familiares, hecho que provocó un roce más entre los dos países y que motivó que el Ministerio de Exteriores ruso convocara a la encargada de negocios estonia en Moscú, Jana Vanamelder. El portavoz del presidente Putin, Dimitri Peskov, justificaba este lunes la decisión de su gabinete: «Esta es la gente responsable de decisiones que en realidad son un ultraje contra la memoria histórica. Y esta es la gente que toma acciones hostiles tanto hacia la memoria histórica como hacia nuestro país».
La relación entre las repúblicas bálticas y Rusia parece difícil de recomponer, sobre todo después de la guerra en Ucrania y la amenaza de un posible avance de las tropas de Moscú hacia estos países. Un reciente informe del Servicio de Inteligencia Exterior de Estonia ha hecho saltar las alarmas en el país, al señalar el crecimiento de la capacidad militar rusa cerca de la frontera con Estonia, más concretamente en las regiones de Leningrado y Pskov. Según el informe elaborado por el espionaje de este país báltico, las tropas de las fuerzas rusas podrían casi duplicarse próximamente.