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¿Qué puede esperarse de la nueva era carolina? Será más breve, más íntima e informal, pero tendrá que rendir más cuentas
Carlos III hereda un país completamente diferente al de su madre, más reducido, con tensiones territoriales y con una economía en aprietos. Está sobre un volcán
La nueva era carolina va a ser muy diferente a la de su madre por distintas razones. Reino Unido es un país diferente al que heredó su madre. En la segunda era isabelina el país todavía vivía de los vestigios del imperio. La familia real estaba marcada por la solemnidad, la grandeza y el distanciamiento que la sociedad creía muy majestuosa en ese momento. "Reino Unido es cada vez un país más pequeño", apunta Emma Roig, la autora del artículo "Reina Camila o el arte de esperar" publicado en la revista Vanity Fair. La salida de Londres de la Unión Europea ha supuesto un cisma generacional entre los mayores que apoyaron el Brexit y los jóvenes que defendían la permanencia. Igual pasa con la monarquía. "Los mayores siguen apoyando masivamente a la institución, sin embargo, los jóvenes están más distanciados, tienen una idea distinta sobre Europa y sobre el progreso", añade.
Pero no solo hay unas razones geopolíticas que van a imprimir un cambio entre el reinado de Carlos III y el de su madre también hay razones de personalidad. Es muy probable que la era carolina sea más abierta, humana y comprometida, quizá más culta e ingenua y más propensa a mostrar sus debilidades. "Es el primer rey británico que ha ido a la universidad, aunque con unas notas no muy buenas". El carácter de Carlos III es muy distinto al de Isabel II. Sus amigos aseguran que si su madre se caracterizó por la serenidad, él será reconocido por su compromiso. Si Isabel II tenía opiniones, jamás las expresaba abiertamente. Las de Carlos III son sobradamente conocidas y a menudo controvertidas.
"El rey ha sido un vanguardista de temas como el medio ambiente y la agricultura orgánica, ha apoyado a la juventud y el multiculturalismo, pero a partir de ahora tiene que tener claro que un monarca -como se sabe- no puede tener opinión", explica Roig.
La reina, sin embargo, ejemplificó brillantemente lo que Walter Bagehot llamó "el misterio y la magia del encanto de la realeza" diciendo exactamente lo que debía decir en cada momento, y nunca nada significativo o controvertido. La periodista y experta en casa real considera que la magia se ha perdido demasiado en este último tiempo.
La "firma" - como apodó a la casa real británica el príncipe Felipe y duque de Edimburgo- será más reducida y tratará de ser más eficaz. Las finanzas de la corona estarán más vigiladas que nunca. En la era de la transparencia tendrá que rendir cuentas y demostrar que la inversión del contribuyente es más que rentable. Una prueba a la que se enfrenta desde hoy mismo con las críticas que han surgido desde algunos sectores sobre el elevado coste de la coronación para las arcas públicas. Se estima que la ceremonia cueste entre 70 y 100 millones de libras (entre 79,5 y 113, 6 millones de euros). Y en esta cuestión vuelve a asomarse la brecha generacional. Mientras que los mayores no cuestionan la monarquía y sus gastos, los más jóvenes si se preguntan sobre la necesidad de mantener la institución. También puede surgir una fractura socio-económica. Carlos III recibe el trono en un momento sumamente delicado para las finanzas del país con una inflación que supera el 10% (de las más altas de Europa) y con la mayoría de funcionarios públicos echados a las calles pidiendo una subida de los salarios. "Cuando uno sale a la calle se enfrenta a verdaderos problemas con colas interminables en la sanidad pública, o familias que no pueden encender al luz ni la calefacción, o que directamente están pasando hambre", explica Roig. En este contexto explosivo el escrutinio de las cuentas públicas va a ser más minucioso. "Solamente en el cambio de retratos de un soberano a otro en los distintos organismos e instituciones se han gastado 8 millones de libras (9 millones de euros)", precisa la experta en casa real.
"La monarquía simboliza los valores tradicionales de la sociedad británica, por eso la pompa y la solemnidad es tan importante, pero, por otro lado, no es progresista para el mundo en el que vivimos".
También, por una cuestión edad, el reinado de Carlos III va a ser más breve que el de su madre. Pero eso puede ser un factor positivo. El monarca puede tener más interés en acelerar los cambios para que le de tiempo a imprimir su propio sello a la institución. "Es un rey en equilibrio", resume Roig.
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