Victoria del Frente Republicano
Francia cierra el paso a Le Pen pero deja una Asamblea Nacional sin mayorías claras
Los resultados oficiales dejan un mapa tripolar con la alianza de izquierdas en cabeza seguida de la lista de Macron y por detrás Reagrupación Nacional
Vuelco electoral sin precedentes. La de estas legislativas es la historia de una autopista recta hacia la extrema derecha en el poder y un volantazo en el último momento que vuelve a situar a Francia en su tradición de freno republicano a Marine Le Pen. Cuando todo lo tenía a favor, esta vez sí que sí, los resortes del cordón sanitario entraron en juego una vez más y apartaron al Reagrupamiento Nacional del gobierno de forma sorprendente y con una fuerza nítida. Porque ya no sólo es que Le Pen no haya llegado primera sino que se ha visto superada por el frente de izquierdas y el macronismo.
El efecto del frente republicano habría funcionado en muchas circunscripciones del país para parar a la extrema derecha. El Nuevo Frente Popular, la alianza de izquierdas, será primera fuerza en la nueva Asamblea Nacional con unos 190 escaños y el macronismo llega segundo, en una sorprende recuperación, con entre 160 asientos en la nueva Asamblea Nacional, una pérdida importante de diputados pero mucho menor de lo esperado hace una semana. La extrema derecha sólo llegaría tercera con entre 140 escaños. En resumen, parece que la configuración de una Francia tripolar se mantendrá en la nueva Asamblea Nacional pero cambiando el orden de factores con una mayoría simple de la izquierda. Los Republicanos salvan los muebles llegando cuartos con 60 escaños.
Y todo ello en una jornada que volvió a estar marcada por una alta movilización del electorado, que denota una toma de conciencia de lo decisiva que era esta segunda vuelta. La tasa de participación se situó entorno a 67%, décimas por encima de la primera vuelta. Un récord que no se veía en Francia desde hacía cuatro décadas y que se ha traducido en un auténtico vuelco electoral.
Decepción de RN
El efecto de euforia tras la primera vuelta en la sede de Le Pen contrastaba esta vez con la decepción en las caras en su sede, donde al cierre de esta edición había más periodistas que representantes del partido. El primer ministro, Gabriel Attal, que muchos consideran artífice de la recuperación del centro en el tramo final de la campaña, ha decidido presentar hoy lunes su dimisión a Macron tras la pérdida de mayoría simple en el hemiciclo y a falta de conocer quién dirigirá al país desde mañana. En caso de que las negociaciones no avancen, podría ser mantenido en el cargo temporalmente.
Los escenarios que se abren ahora son múltiples y complejos. La primera sesión de la nueva Asamblea Nacional tendrá lugar el próximo 18 de julio, será entonces cuando se elija al presidente de la cámara. Para entonces, Macron ya habrá empezado a sondear las opciones de candidatos a primer ministro sin un plazo fijo que marque la Constitución. El presidente tiene libertad para llamar a uno u otro candidato aunque debe tener en cuenta los resultados electorales y las posibles mayorías en el hemiciclo. Así las cosas, el único escenario que ya parece completamente descartado es el de la temida cohabitación de alto voltaje entre Macron y el delfín de Le Pen, Jordan Bardella, quien ha criticado que los acuerdos del cordón sanitario dejan a Francia ahora “en manos de la izquierda radical de Mélenchon”.
La victoria de la izquierda y la recuperación de Macron proyectan un escenario completamente distinto en estos momentos. Sobre el papel, el escenario sería una amplia coalición republicana pero tan heterogénea y con tantos vetos y líneas rojas entre centristas e izquierda radical que parece sino utópica, muy complicada en un país sin práctica en el arte del compromiso y la coalición. La izquierda ya ha afirmado que en ese caso el primer ministro no podría ser un macronista y los centristas ya piden la exclusión de la izquierda radical de Mélenchon de la coalición. En esta configuración las miradas se centrarían en alguna figura de la socialdemocracia como el secretario general del PS, Olivier Faure. En caso de que estas duras negociaciones no diesen fruto, cabría la posibilidad de que Macron se viese forzado a buscar una figura tecnócrata para confgurar un gobierno interino y salir del paso con un acuerdo entre partidos para una repetición electoral en el plazo mínimo de un año como marca la carta magna. Se cierra de esta forma el proceso de unas legislativas anticipadas que dieron lugar a una campaña improvisada y frenética y punto seguido se abre otro periodo, no menos complejo, que debe traducir los votos de los franceses en una mayoría para que Francia despeje el fantasma temido de ingobernabilidad.
La correlación de fuerzas entre los dos principales bloques, la izquierda y el macronismo determinarán a priori las negociaciones que se abren desde este lunes para la formación de gobierno. El líder de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon ya ha afirmado al conocerse los sondeos que el nuevo Frente Popular debe gobernar pero su propia figura crea muchas divisiones para cristalizar una futura coalición.