Oriente Próximo
Estados Unidos prepara una respuesta inminente contra Irán tras el ataque con dron en Jordania
Biden asegura haber decidido el método para contrarrestar las acciones de las milicias proiraníes en la región
Habrá respuesta. El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, garantizó el lunes en rueda de prensa que Estados Unidos respondería al ataque con dron que provocó la muerte de tres soldados estadounidenses e hirió a otros 34 en la base militar Tower 22, ubicada en el extremo noreste de Jordania, próxima a la frontera con Irak y Siria: «Lo haremos en nuestro horario, en nuestro propio tiempo. Y lo haremos de la manera que el presidente elija como comandante en jefe». La respuesta, deslizó Kirby, «podría ser multinivel, llegar por etapas y mantenerse en el tiempo». Según Politico, Washington barajaba hasta hace unas horas la posibilidad de atacar a los enlaces de la Guardia Revolucionaria iraní desplegados en Siria o Irak o contra los activos navales de Teherán aguas del Golfo.
Joe Biden asegura haber decidido ya cómo será esa respuesta, sin entrar en detalles. El presidente de Estados Unidos se ha pronunciado este martes sobre el ataque en suelo jordano para señalar directamente a Irán. «Sí les considero responsables en el sentido de que están suministrando las armas a la gente que lo hizo», respondió a la prensa a su salida de la Casa Blanca. Biden hacía referencia a la Resistencia Islámica en Irak, la milicia proiraní más conocida como Kataeb Hizbulá. Es el grupo que reivindicó el ataque contra la base jordana y que, horas después, trató de desvincular a Irán de la operación.
Irán ha activado la maquinaria diplomática para negar su implicación en una acción que amenaza con prender la mecha del conflicto a escala regional. El portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Nasser Kanaani, garantizó que su país «no tiene ningún papel en las decisiones de los grupos de resistencia sobre cómo apoyan a la nación palestina o defienden a su pueblo». Amir Saeid Iravani, embajador persa ante la ONU, dijo que las acusaciones eran «infundadas». Mientras que el jefe de la diplomacia iraní, Hossein Amirabdollahian, optó por enviar un recado a la Administración Biden: «La Casa Blanca sabe muy bien que la solución para poner fin a la guerra y al genocidio en Gaza y a la actual crisis en la región es política».
La portavoz del Departamento de Defensa, Sabrina Singh, reconoció que la ofensiva «tiene las huellas de Kataeb Hizbulá», pero los funcionarios del Pentágono todavía no han determinado la autoría. A la espera de que terminen los análisis forenses, el Departamento ha atribuido la responsabilidad a Irán «por financiar a estos grupos en Irak y Siria». Estados Unidos, sin embargo, descarta un conflicto a escala regional. «No buscamos otra guerra. No buscamos una escalada», insistió Kirby. «Pero haremos absolutamente lo que sea necesario para protegernos, para continuar con esa misión y para responder adecuadamente a estos ataques».
Desde el atentado de Hamás del pasado 7 de octubre, las milicias proiraníes han lanzado un total de 165 ataques con drones, cohetes, morteros y misiles balísticos contra los puestos avanzados de Estados Unidos en Oriente Próximo. Más de 60 han ido dirigidos contra objetivos en suelo iraquí y casi un centenar en territorio sirio. Pero el único golpe en Jordania terminó de cruzar la línea roja.
Las milicias proiraníes en el este de Siria son conscientes, por eso han comenzado a evacuar a sus combatientes, según informa el activista Omar Abu Layla. Kataeb Hizbulá, por su parte, ha anunciado a través de un comunicado que suspende de forma temporal sus ataques contra las «fuerzas de ocupación» estadounidenses para evitar las posibles represalias.
«Estados Unidos tiene un historial de respuesta a este tipo de provocaciones, a menudo a través de sanciones económicas o ataques dirigidos contra los apoderados de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán en Irak y Siria. Es posible que las futuras respuestas sigan estas pautas», explica el exdiplomático estadounidense Robert Ford en conversación con LA RAZÓN.
El analista Abdelhalim Abdelrahman prevé que la Administración Biden intente «caminar y masticar chicle al mismo tiempo. Es decir, responder de forma que envíe un mensaje firme a Irán, ayude a mantener la disuasión estratégica a largo plazo y, al mismo tiempo, intente evitar una escalada regional». «Sin embargo, un ataque directo dentro de Irán es muy poco probable», matiza.
Estados Unidos mantiene cerca de 2.500 soldados en Irak, otros 900 en Siria y unos 350 en la base Tower 22 de Jordania. «Las tropas estaban llevando a cabo una misión vital en la región, destinada a ayudarnos a trabajar con nuestros socios para contrarrestar a Estado Islámico», dijo Kirby sobre el despliegue estadounidense en territorio jordano. El portavoz explicó que la misión contra Dáesh es «separada y distinta» del respaldo militar que ha proporcionado Estados Unidos a Israel tras la masacre del 7 de octubre.
Washington ha utilizado desde 2015 esta base militar como zona de adiestramiento para los rebeldes sirios que combatieron contra el régimen de Bachar el Asad y, tiempo después, para las fuerzas kurdas que frenaron el avance de Dáesh. Tower 22 sirve, además, como importante centro logístico para la base militar de al-Tanf, situada a unos 20 kilómetros de distancia, ya en territorio sirio.
Explica Ford que matar estadounidenses en Siria o Irak «siempre ha sido una línea roja para la Administración Biden», por lo que lo sucedido en Jordania será considerado «de la misma manera». «Hay especial preocupación en Washington, porque la Casa Blanca no ha conseguido disuadir los ataques de las milicias proiraníes contra las fuerzas estadounidenses», reconoce.
Las declaraciones del secretario del Departamento de Estado, Antony Blinken, dibujan un escenario crítico. El jefe de la diplomacia estadounidense reconoció en una rueda de prensa conjunta con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, que la situación en Oriente Próximo es especialmente delicada: «Yo diría que no habíamos visto una situación tan peligrosa como la actual en la región desde 1973, por lo menos, y posiblemente incluso antes».
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