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El Capitolio llega a un acuerdo para poner fin al cierre del Gobierno
Los demócratas consintieron aprobar que se someta a voto final una medida de gasto provisional que durará hasta el 8 de febrero a cambio de la promesa de un pacto en migración
Por 81 a 18 votos, el Senado de Estados Unidos votó ayer a favor de prorrogar los presupuestos y reabrir el Gobierno. Terminó así la crisis provocada por la incapacidad para salvar las cuentas estatales. Una solución que pasa por la promesa de debatir y votar en las Cámaras, a partir de febrero, una reforma migratoria y por salvar durante otros 6 años el CHIP (Children’s Health Insurance Program, o Programa de Seguro de Salud para los Niños), que ofrece cobertura sanitaria a millones de menores. Al menos ésa es la propuesta con la que el republicano Mitch Mitchell, líder de la mayoría republicana en el Senado, logró la confianza y el voto de los demócratas. Su oferta rescataría el maltrecho futuro del DACA. O sea, a los 800.000 menores que llegaron al país de la mano de sus padres, inmigrantes ilegales y, por ello, indocumentados y amenazados de expulsión a partir del 5 de marzo.
Para los demócratas, acuciados por sus bases y por unas organizaciones de defensa de los derechos de los inmigrantes que no piensan ceder, el senador Mit-chell les ofreció algo así como un programa de mínimos esenciales. Paul Ryan, el líder de la mayoría republicana en el Congreso, había anunciado días atrás que no apoyaría ningún acuerdo hasta resolver el bloqueo. Pero tras la votación en el Senado parecía haber moderado su postura. De hecho, el acuerdo bipartidista pasó horas después también la criba de la Cámara Baja, donde los republicanos disponen de una amplia mayoría absoluta.
En apenas tres días, la parálisis presupuestaria había provocado que cientos de miles los empleados públicos se quedaran en casa, que fueran miles las oficinas cerradas y cientos los parques nacionales y los museos con el cartel de vuelva usted mañana. Un desastre de proporciones épicas, que repite el de 2013 bajo la presidencia de Obama, y que Mit-chell habría solucionado con la flexibilidad que otros nunca demostraron. Consciente de que el Partido Demócrata no aflojaría en su pulso contra la Casa Blanca. Y de que mucho menos lo haría un Donald Trump capaz, de estrangular los presupuestos federales antes que ceder en sus pretensiones migratorias y, claro está, en su afán por lograr los 18.000 millones de dólares que deberían ayudar a levantar parte de su ansiado muro. En realidad, el presidente parecía dispuesto a hacer lo que sea menester con tal de que su base electoral no piense, así sea por un instante, que el héroe de «Make America Great Again», el hombre que vino a rescatar Washington de sí mismo, de sus usos corruptos y sus cambalaches, sería capaz de renunciar a algunas de sus grandes promesas.
El líder de la minoría demócrata del Senado, Charles Schumer, indicó que McConnell se ha comprometido a que, si los negociadores no logran llegar a un acuerdo de inmigración antes de que expire la medida de gasto provisional el 8 de febrero, «el Senado procederá inmediatamente a la consideración de la legislación» para proteger a los jóvenes «dreamers».
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