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Por qué el mensaje de Le Pen seduce ahora a millones de franceses
Desde su origen en 1972, esta saga familiar se ha transformado para tratar de despojarse de la imagen violenta y racista, y convertirse en un partido de mayorías
La génesis de esta historia se remonta al 5 de octubre de 1972 con el nacimiento del partido Frente Nacional, cofundado por la figura emblemática de la extrema derecha francesa, Jean Marie Le Pen. Le acompañaban igualmente dos miembros de la antigua Waffen-SS alemana, Pierre Bousquet y Léon Gaultier, así como simpatizantes neonazis como François Duprat.
En la campaña de 1973, el partido expresa abiertamente sus convicciones. «Contra el comunismo ruinoso, utópico y opresor» es uno de sus lemas políticos. Pero también enarbola ideas de desigualdad racial bajo el argumento de «defender la identidad nacional francesa». A partir de 1982, el Frente Nacional experimenta una subida efervescente y Jean Marie Le Pen se envalentona a nivel del discurso de extrema derecha: ataca a la selección francesa por estar llena de «jugadores extranjeros que ni siquiera pueden cantar La Marsellesa», también fustiga el aborto y arremete contra su impulsora, Simone Veil. Con los años, pasa a la violencia física: en 1997, agrede a una candidata socialista de la ciudad de Mantes-la Jolie y da una patada en los testículos a un profesor que pretendía defenderla. La agresión le costó una multa y dos años de inhabilitación política. El Frente Nacional se convierte entonces en sinónimo de violencia y discriminación pero al mismo tiempo genera fascinación e interés, especialmente porque es frecuente titular en toda la prensa. Así logra pasar a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2002 contra Jacques Chirac, lo más lejos que llegaría Jean Marie Le Pen en sus cinco intentos de ocupar la presidencia de Francia.
Su entorno empieza a notar que las provocaciones del patriarca Le Pen están derramando el vaso. Y su hija menor, Marine, que no estaba destinada a ser la princesa heredera (la sucesora natural era su hermana mayor, Marie Caroline), se presenta como la opción para refrescar la imagen del Frente Nacional. Rubia, hermosa, joven y sonriente, Marine Le Pen viene a marcar un cambio de generación. Nacida en 1968, está impregnada del espíritu de libertad y el reclamo de los derechos civiles.
En 2011, Marine Le Pen sustituye a su padre y asume la presidencia del partido Frente Nacional, tratando de mejorar la imagen violenta y racista que los franceses tienen del movimiento. El discurso es ahora más edulcorado: la hija Le Pen no agrede físicamente a sus contendores ni habla en términos vulgares como su padre, que no tiene tapujos en gritar «maricón» en plena calle. No desmiente el Holocausto ni dice que las cámaras de gas que mataron a millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial «son solo un detalle», como declaró torpemente el viejo Jean Marie ganándose una multa de 30.000 euros por incitación al odio.
A nivel de credo, Marine Le Pen se distancia un poco del catolicismo, practicado por su padre durante décadas en las escuelas jesuitas, aunque con ciertos sinsabores. La hija no abandona la religión pero sí se da cuenta pronto de que la rigidez de la iglesia le resta simpatizantes. Es muy consciente de que su electorado se ha descristianizado, aunque declara en 2012 que «la identidad católica está resurgiendo y las jóvenes generaciones quieren vivir su fe abiertamente».
Pero el cambio no se queda en el discurso. El 20 de junio de 2015 ocurre lo impensable: Marine Le Pen expulsa a su propio padre del partido que él mismo fundó. Un escándalo político que resuena por toda Francia pero que marca el inicio de una nueva era. Jean Marie Le Pen grita «traición» a viva voz pero su hija no da vuelta atrás. Comprende que para que la manada sobreviva, a veces hay que sacrificar al lobo mayor. En términos de Freud, la hija ha matado al padre.
A partir de ese momento, los cambios del partido de extrema derecha se convierten en una avalancha imparable, empezando por el nombre: el 1º de junio de 2018 el tradicional Frente Nacional es rebautizado como Rassamblement National (Reagrupación Nacional), en su intento de lavarle la cara a un movimiento que quiere moderarse y subir en intención de voto. «Este nombre, ‘‘Frente Nacional’,’ conlleva una historia épica y gloriosa que nadie debe negar. Pero ya saben que para muchos franceses es un freno psicológico», decía Marine Le Pen en 2018.
La ultraderechista se mantiene fiel a sus principios pero emprende, al mismo tiempo, una campaña de «desdiabolización» a través de una palabra más suave y conceptos más digeribles. Deja de hablar del retiro de Francia de la Unión Europea, trata de calmar los ánimos declarando que no expulsará a los migrantes del territorio francés, que no los echará de las viviendas sociales.
En su necesidad política de conectar transversalmente con todo el país, concentra su programa de gobierno en el problema que más preocupa a sus compatriotas: el poder adquisitivo. En el año 2019, la sobrina de Marine Le Pen -Nolwenn Olivier Le Pen- lleva a casa a su nuevo novio: un joven apuesto, identificado con las ideas de extrema derecha y miembro de las juventudes del Frente Nacional. ¿Su nombre? Jordan Bardella.
Su estrecha relación con el clan Le Pen – que él niega haber buscado a través de su noviazgo con la joven- y su perfil fresco y atractivo, tocaron las campanas de la presidenta del partido Reagrupación Nacional para una posible sucesión. Bardella comienza entonces un período de preparación en manejo de medios, oratoria y gestualidad corporal, para enfrentar a la prensa y a toda la clase política francesa. Su propio coach, Pascal Humeau, lo define al principio como «una cáscara vacía» el joven Bardella se afianza en la presidencia del partido en 2022. Desde entonces, ha aumentado los números de RN de manera exponencial, logrando una amplia victoria en las elecciones europeas y cabalgando ahora con pie firme hacia el puesto de primer ministro.
Bardella viene acompañado de un discurso mucho más moderado y además, apoyado en las nuevas tecnologías: tiene casi dos millones de seguidores en Tik Tok, videos a granel, fotos divertidas y un encanto que genera suspiros en jóvenes y sobre todo, mujeres. Desde su llegada, Reagrupación Nacional ha duplicado el número de simpatizantes femeninas.
Pero si Bardella encarna un presente exitoso y está a punto de conquistar el poder, hay otro rostro que podría representar el futuro de la familia de extrema derecha: Marion Maréchal Le Pen, sobrina de Marine y nieta del propio Jean Marie. En 2012, a sus 22 años, se convirtió en la diputada nacional más joven de la historia francesa, para orgullo de toda su familia.
Y aunque más tarde, en 2022, Marion decidió unirse a las filas del partido «Reconquete» (Reconquista) de Eric Zemmour, sólo dos años después decidió volver a casa: luego de convertirse en eurodiputada tras ganar las elecciones europeas de junio de 2024, no dudó en llamar a votar por los candidatos del partido de su familia, RN. ¿Fue su plan desde el principio? ¿Fue siempre fiel a su clan? Imposible saberlo a ciencia cierta. «Hemos tenido a los De Gaulle, los Mitterrand, los Debré e incluso los Aubry. No somos los únicos», ha declarado la nieta Le Pen. Por ahora, asegura que no está preparando una gran ruta política pero astutamente abre la puerta: «No puedo decir mi futuro, si seré ministra o presidenta, no lo sé. Tengo toda la vida por delante».
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