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Elecciones en Japón

El debutante Shigeru Ishiba pierde la histórica mayoría del PLD en las legislativas anticipadas en Japón

El opositor Partido Democrático Constitucional del ex primer ministro Yoshihiko Noda tiene complicado armar una coalición alternativa

El primer ministro nipón, Shigeru Ishiba, comparece tras perder la mayoría absoluta en la Cámara baja del Parlamento TAKASHI AOYAMA / POOLEFE

La política japonesa ha estado históricamente dominada por el Partido Liberal Democrático (PLD), que ha mantenido un control casi ininterrumpido desde su fundación en 1955. No obstante, las elecciones legislativas de este domingo han marcado un quiebre significativo en esta tradición. Según las proyecciones de la cadena nacional NHK, la formación conservadora perderá el control de la Cámara baja del Parlamento o Shūgiin, reflejando así un creciente descontento entre los votantes y registrando su peor resultado desde 2009. Este castigo representa un humillante mazazo para el debutante primer ministro Shigeru Ishiba, quien ha visto claramente debilitada su posición. La combinación de la inflación, la polémica conexión con la Secta Moon y una serie de escándalos político-financieros han erosionado la confianza pública en el eterno partido gobernante. Este marco ha permitido a la oposición aprovechar el descontento general y presentar alternativas viables, lo que ha resultado en un giro de timón en el equilibrio político del país.

Ishiba asumió el liderazgo del PLD hace apenas un mes, sucediendo a Fumio Kishida, quien dimitió tras no lograr calmar la creciente inquietud pública en torno a las prácticas de fondos secretos que han salpicado a los legisladores del partido. Al convocar elecciones anticipadas, prometió una «nueva Japón», pero su propuesta no ha logrado resonar con un electorado cada vez más desencantado. Con 67 años y una imagen asociada a la reforma, el exministro de Defensa se enfrenta ahora a un reto titánico: la necesidad de reconstruir no solo su propia credibilidad, sino también la de su formación, que ha mantenido una hegemonía en la política nipona durante casi siete décadas.

Los sondeos a pie de urna publicados tras el cierre de la votación anticipaban que la cifra de 261 escaños obtenida por el PLD antes de las elecciones quedaría muy por debajo de los 233 escaños que necesitaba para obtener una mayoría unipartidista en la Cámara baja del Parlamento. «Viendo los resultados, es cierto que los votantes han emitido un severo veredicto y tenemos que aceptar humildemente el resultado», declaró un Ishiba visiblemente afectado a la cadena NHK. Con todo, se han generado inquietudes sobre su capacidad para lograr sus objetivos, por lo que podría buscar estrategias para consolidar su influencia mediante la formación de alianzas con legisladores afines o integrando a otras formaciones políticas en su estructura de coalición.

Esta derrota complica la capacidad del mandatario para alcanzar sus metas políticas, que incluyen un aumento en la financiación para el desarrollo regional y la implementación de un incremento impositivo destinado a cubrir el aumento del gasto en defensa. Este revés podría también forzar a este a adoptar políticas más populistas, como ampliar el gasto social o considerar reducciones fiscales.

La cuarta economía mundial se encuentra inmersa en una crisis demográfica marcada por el envejecimiento de la población y una alarmante disminución de la tasa de natalidad, lo que representa serias amenazas para el crecimiento futuro y ejerce una presión considerable sobre el sistema de seguridad social. A pesar de que el PLD ha implementado políticas orientadas a mitigar estos desafíos –como la promoción de la inclusión laboral femenina o el impulso de la innovación tecnológica–, los avances han sido lentos y insuficientes. Una parte significativa del electorado ha percibido sus estrategias como inadecuadas, lo que ha abierto la puerta a la oposición para presentar propuestas alternativas más atractivas.

Keiko Tanaka, una joven dependienta de Tokio, manifestó cautelosa a LA RAZÓN su descontento con el actual partido gobernante, aunque reconoció que el concepto de «cambio» es difícil de aceptar para muchos compatriotas. «Realmente espero que no se tome una nueva dirección equivocada. Por ejemplo, aceptar más inmigrantes. Lo siento si sueno nacionalista, pero no, Japón no puede manejar bien la llegada de forasteros». Su perspectiva también pone de manifiesto un desinterés y desconexión, al expresar asimismo a este medio que «le importa más la victoria de Kamala Harris en Estados Unidos que las políticas de su propio país».

La nación asiática continúa enfrentando una recuperación económica titubeante tras años de deflación y crecimiento limitado. Aunque la inflación se mantiene modesta en comparación con las tendencias globales, ha afectado el poder adquisitivo de los ciudadanos, mientras que el estancamiento salarial se ha consolidado como un problema crítico. Las políticas económicas del PLD, incluidas las estrategias de «Abenomics» del difunto ex primer ministro Shinzo Abe, buscaban estimular el crecimiento a través de medidas de relajación monetaria y reformas estructurales. Sin embargo, un amplio sector de la población considera que estas iniciativas no han logrado cumplir con sus expectativas, alimentando un creciente descontento en torno a la desigualdad económica y la falta de oportunidades laborales.

Los partidos de la oposición han tratado de capitalizar el creciente descontento popular. El Partido Democrático Constitucional, dirigido por el ex primer ministro Yoshihiko Noda, ha presentado un audaz programa de reformas sociales para contrarrestar el aumento del coste de la vida y el lento crecimiento de los salarios. Los sondeos a pie de urna otorgan a la principal fuerza de la oposición una fuerte subida, aunque seguirá siendo el segundo partido.

La ventaja de Ishiba es que la oposición sigue estando bastante fragmentada, y no es fácil imaginar un escenario en el que Noda consiga hacer converger hacia él a todos los demás partidos, desde la izquierda del Partido Comunista Japonés hasta la derecha radical.

Con un panorama de crecientes tensiones geopolíticas, en que China está incrementando sus operaciones militares en los mares de China Oriental y China Meridional, Rusia prosigue su agresión contra Ucrania y Corea del Norte envía tropas para ayudar a Rusia en la guerra, los partidos gobernante y de la oposición reconocen que Japón se enfrenta a un entorno de seguridad complejo y abogan por reforzar la disuasión. El PLD, con su larga tradición de alineación proestadounidense, ha defendido la Alianza de Seguridad con Washington, así como una considerable mejora de las capacidades defensivas del país. Sin embargo, un segmento creciente del electorado ha mostrado una creciente aprensión hacia los riesgos inherentes a la escalada de las tensiones regionales.

Además, Ishiba se comprometió a revitalizar la economía rural, abordar la preocupante caída de la natalidad en Japón y fortalecer la defensa nacional. Sin embargo, su Gabinete presenta un marcado carácter tradicional, con solo dos mujeres en sus filas, lo que ha suscitado críticas sobre su capacidad para atraer a un electorado diverso. En materia de derechos civiles, el político cedió a la presión del ala conservadora y derrotó dos propuestas que le habían hecho popular entre los jóvenes: la legalización de los matrimonios entre personas del mismo sexo y la anulación de la ley que obliga a los cónyuges a adoptar el mismo apellido, lo que ha planteado interrogantes sobre su compromiso con la reforma social, en un momento en que la opinión pública muestra un creciente apoyo hacia la diversidad y la inclusión.