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Elecciones en Argentina

Kirchner y Alberto Fernández, ¿bicefalia en Argentina?

La sombra de Cristina Kirchner es alargada. El presidente Alberto Fernández asegura que será él quien gobierne en el país

Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández en la noche del trifunfo electoral larazon

Alberto Fernández y Cristina Kirchner reconquistaron la conducción de Argentina. Pero podría resultar “una victoria pírrica” si Fernández no puede imponerse ante su futura vicepresidenta y su séquito kirhnerista. Además el peronista no podrá fantasear con una nueva hegemonía. Aunque Mauricio Macri no consiguió la reelección, Juntos por el Cambio –el oficialismo- logró recuperarse hasta quedar frente a un horizonte muy competitivo. Por tanto, el presidente electo tendrá que lidiar con dos frentes que le disputarán el poder: Fuera pero también, dentro del propio partido. El peronismo se ha transformado en una “bestia bicéfala” de “colmillos afilados”, difícil de “domar”, capaz de derrotar al oficialismo. El reto es que ambas cabezas, no se devoren entre si. Y que “los muchachos” de ambos bandos no “afilen los cuchillos en la sombra”, para terminar “blandiéndolos” en los pasillos de la Casa Rosada.

Además el nuevo mapa es un enorme desafío para Fernández, el presidente electo. Sobre todo porque dentro de ese marco deberá operar sobre una “economía turbulenta”. Y cuando el viento sopla en contra, lejos de “limar asperezas” las “aflora”. Una realidad bien distinta a la experiencia vivida en 2003, cuando Néstor Kirchner emergió “del vientre” del duhaldismo, que le dejó la herencia de cierto orden mientras el país resurgía de “sus cenizas”. Con la senda marcada todo fue bien, por lo menos en economía, hasta que llegó ella...

“Era más fácil salir del “abismo” –crisis 2001- porque ya habíamos tocado fondo, que ahora, donde la situación actual es más compleja. Nadie entiende bien qué le pasa a Argentina. Porque sufre los precios que tiene. Un granero donde los especuladores y la falta de infraestructuras han hecho de Argentina un país fuera del alcance de los argentinos. Quizás sea mejor esperar a que todo explote, dejar fluctuar libremente el dólar y empezar de cero” afirma Auro Leo, analista de la Universidad de Palermo.

Y es que finalmente la recesión y la inflación -40%- llevaron a una parte de la ciudadanía, que en 2015 se había inclinado por Cambiemos, a castigar al Gobierno. La hipótesis del oficialismo de que la polarización y el rechazo al kirchnerismo garantizaba la imposibilidad de su regreso, fue invalidada por otra general: el bolsillo es determinante en las urnas. Además la inclusión de Alberto Fernández suavizó la fórmula. La clase media acabó dividida. Fue “una jugada” bien pensada.

La capitana de la reconquista

Al final la mala praxis de Macri y la picardía de la señora de Kirchner unificó lo imposible. “La dama del Sur” dio un paso atrás y designó al frente de la fórmula, al General más fiel de su marido, el fallecido Néstor Kirchner –de quien fue jefe de Gabinete-.

Los resultados le dieron la razón. La magnitud de ese fenómeno fue agigantada por los discursos de Cristina Kirchner y Axel Kicillof, el triunfador de la provincia de Buenos Aires. Está claro el vínculo y el alineamiento de Kicillof con CFK. Fue “el niño bonito” de su anterior mandato, cuando el joven de la Campora, -organización de “jóvenes cachorros K- ejerció como ministro de Economía. Nacionalizando Repsol YPF, poniendo cepo al dólar y “espantando” a los “fondos buitres”.

Además y como quedó demostrado en la escenografía del triunfo la noche del domingo electoral, sin gobernadores a la vista de su círculo, el ganador parecía el invitado a una fiesta ajena. La fiesta de Cristina Kirchner.

Por ejemplo Axel Kicillof habló trece minutos, CFK cerca de diez y Alberto Fernández poco más de siete. Dicen que hubo una especie de división de papeles entre la ex presidente y el presidente que viene: mayor dureza de ella en el mensaje a Mauricio Macri –para que asegure medidas de contención del dólar y las reservas, en primer lugar- y moderación del candidato triunfante para encarar la transición. Una especie de “poli malo, poli bueno”

En la imagen del domingo también incluyó a los principales referentes de La Cámpora, a Sergio Massa –ex candidato presidencial- y poco más. La inclusión de Massa quien sacó más del 50% de los votos para diputado, fue también idea y obra de la “viuda peronista”. Se le atribuye por lo menos un 10% de los votos congregados para la causa. Obedece por tanto también, a la ex primera dama.

En medio de la crisis, la recuperación del principal distrito electoral, la provincia de Buenos Aires fue sostenida por el peso de CFK y la reafirmación del control de los municipios más numerosos que controla desde hace décadas el peronismo tradicional.

En cualquier caso el peronismo-kirchnerista sumando todas sus vertientes enfrentará un cuadro delicado en la Legislatura: tendrá mayoría muy ajustada en Diputados (46 bancas sobre 92, frente a 44 de Cambiemos) y será minoría en el Senado (20 butacas, frente a las 26 de Cambiemos).

En conclusión el ritmo económico marcada la senda de esta alianza. Alberto por lo menos en teoría es más liberal que su compañera. En el centro está la incógnita ¿Quién será el ministro de Economía? Ambos concuerdan en que debe contar con una gran credibilidad externa y doméstica. Fernández no ha emitido ningún indicio al respecto.

Poder de veto, el Congreso como reino

Por lo que ha trascendido hasta ahora de la nueva vicepresidenta y del nuevo gobernador bonaerense, hay un consenso extendido en que el futuro titular del Palacio de Hacienda debe ser un especialista amigable con la comunidad de negocios. Más todavía. Al menos hasta ahora, Cristina Kirchner no querría intervenir en el entramado del gabinete. Sí, tener algún poder de veto. Ella como futura presidenta del Senado prefiere rodearse de los suyos en ambas cámaras, y convertir al edificio del cúpulas verdes en “sus dominios”.

Tensa calma entre “las huestes peronistas”, que se dividen entre su “antigua reina” y “el líder bendecido”, nuevamente. Pero la paz es siempre frágil. Y de hecho Alberto Fernández repitió una frase de campaña: “Vamos a ser un país gobernado por un presidente y 24 gobernadores”. Toda un “aviso a navegantes”, “una declaración de intenciones”.