Ola de represión
China condena a muerte el escritor australiano Yang Hengjun, acusado de espionaje
En enero de 2019, el autor de 58 años fue detenido en el aeropuerto de Guangzhou, acusado de suponer una amenaza “particularmente grave”
El bloguero y activista prodemocrático australiano Yang Hengjun, detenido en China desde 2019 por acusaciones de espionaje, que tanto él como su país niegan vehementemente, ha sido condenado a muerte en suspenso por un tribunal de Pekín. No obstante, las condiciones de dicha sentencia permiten una posible conmutación por cadena perpetua en caso de buena conducta. La ministra australiana de Asuntos Exteriores, Penny Wong, expresó su consternación por esta decisión y la enérgica desaprobación de su gobierno, al tiempo que anunció su intención de convocar al embajador chino en Australia, Xiao Qian.
En enero de 2019, el autor de 58 años fue detenido en el aeropuerto de Guangzhou, acusado de suponer una amenaza “particularmente grave” para la seguridad nacional del país asiático. A pesar de la negación de los cargos por parte de Yang, así como de sus amigos y familiares, el régimen comunista ha seguido adelante con el controvertido caso.
En la práctica, la sentencia implica que el militante pro democracia pasará el resto de su vida en prisión, a menos que pueda recurrir con éxito a través del opaco sistema judicial chino. En opinión de algunos expertos en derechos humanos, se trata de la pena más severa dictada contra un extranjero por espionaje en territorio chino en los últimos tiempos.
Los detalles de los cargos contra el activista nunca se han revelado, pero las alegaciones de espionaje han sido negadas tajantemente por el gobierno de su país y por su familia.
Una sentencia "catastrófica"
Por su parte, la organización de derechos humanos Amnistía Internacional Australia calificó la sentencia de "catastrófica" y aseguró que "hasta la fecha, las autoridades chinas no han podido demostrar sus acusaciones por lo que su procesamiento y condena parecen estar motivados únicamente por la defensa de la democracia que hizo Hengjun".
Tras un año de constante mejora de los lazos diplomáticos y económicos entre ambas naciones y con la puesta en libertad de su compatriota australiano Cheng Lei el pasado octubre,- poco antes de la visita del primer ministro Anthony Albanese a Pekín-, aumentaron las esperanzas de una resolución en favor de Yang.
Después de que Pekín liberara a Lei y levantara la mayoría de sus aranceles sobre las exportaciones australianas, este caso era la última gran pieza del rompecabezas de las relaciones sino-australianas. Aquel impulso había infundido a los partidarios de Yang la falsa esperanza de que él también podría ser liberado tras cinco años de internamiento, en los que, según afirman, fue sometido a horrendas condiciones que han hecho mella en su salud.
Sin embargo, lo ocurrido es un signo de la fragilidad de una relación en la que Pekín no duda en ejercer la autoridad y parece estar dispuesta a tomar las medidas más extremas para castigar a sus críticos, independientemente de su nacionalidad.