Análisis

La apuesta perdida de Putin contra Occidente

Tras un año de conflicto, el Kremlin ha perdido el apoyo de la élite y el Ejército y libra una guerra sin ningún objetivo junto a una población adoctrinada

Ilustración de Putin
Ilustración de PutinPlatónLa Razón

Con la guerra de Rusia en Ucrania entrando en su segundo año, parece cada vez más un grave error de Putin. Hace un año, cuando Moscú inició la guerra, el mundo, visto desde el Kremlin era muy distinto del actual. Se creía que el ejército ruso era el segundo o el tercero más fuerte del mundo, mientras que Ucrania se consideraba débil y dividida entre grupos prooccidentales y prorrusos. Putin no obtuvo respuesta a su “ultimátum” a los países de la OTAN porque confiaba en que Ucrania no repelería su agresión y porque creía que la nación ucraniana simplemente no existía y formaba parte de su amado “mundo ruso”.

¿Por qué Putin emprendió esta empresa mortal?

Por un lado, odia a Ucrania desde hace décadas, ya que ha sido una fuerza influyente detrás del colapso de la URSS que él considera “la mayor catástrofe geopolítica”. Ucraniaevolucionó como una nación democrática, rechazó las propuestas de integración de Rusia y optó por una perspectiva pro-europea en 2014. Pero lo que es mucho más importante, Putin se ha visto influido por los ultraconservadores rusos que insisten en que Ucrania (o, al menos, su parte oriental) era una sección de Rusia “arrebatada” por “Occidente”. Esta visión ha sido difundida continuamente por la propaganda rusa, y la propia élite del Kremlin fue confiando cada vez más en ella con el paso del tiempo.

Por otra parte, yo diría que la guerra con Ucrania fue un subproducto del auto adoctrinamiento de la élite rusa: tanto los militares como los servicios de inteligencia, testigos de la obsesión de Putin, informaron de que el ejército ruso estaba listo para tomar Kyiv y que los ucranianos los recibirían con flores. Políticos prorrusos corruptos dentro de Ucrania pidieron toneladas de dinero para expandir la influencia de Rusia en la república independiente, pero en lugar de eso se embolsaron este dinero comprando no sólo jets privados sino también trenes privados. Estas ilusiones se han visto durante años, haciendo ganar a los implicados decenas de millones de dólares, hasta que desaparecieron en las primeras semanas de la guerra.

Lo que dominó durante el año siguiente fue la creencia de Putin de que no puede equivocarse y de que no puede ser derrotado. Por lo tanto, culpó a los comandantes de todos los contratiempos y ordenó la movilización pensando que más soldados aplastarían la defensa ucraniana. Creó docenas de ilusiones para consolarse a sí mismo, empezando por la idea de que los comandantes militares ucranianos desertarían, que Occidente no uniría fuerzas con Ucrania, que las naciones europeas “capitularían” porque dependían demasiado de los suministros energéticos rusos, y terminando con el plan para destruir la infraestructura ucraniana como clave para su victoria. Nunca había explicado ni los objetivos finales de la guerra ni las condiciones en las que se podría poner fin a la misma; yo diría que se trata de una guerra única que se libra ahora sin ningún objetivo claro y que, por lo tanto, no se puede ganar. A medida que todo esto se fue aclarando, Putin empezó a perder apoyo entre la élite rusa, especialmente dentro del ejército.

Un año después del inicio del conflicto, están surgiendo tensiones evidentes entre el Kremlin y el Estado Mayor, que cada vez cree más que la operación militar ya ha alcanzado sus límites. Muchas sesiones de intercambio de ideas terminan en caos. Sólo por el empeño de Putin la operación sigue adelante. Su principal resultado hasta el momento es el colapso del Estado de Derecho en Rusia: en la esfera económica, los derechos de propiedad (incluidos los de propiedad intelectual) ya no existen; en el ámbito judicial, el Kremlin autorizó la liberación de criminales convictos que ahora forman un ejército mercenario sin base formal para luchar en el frente; en el ámbito social, se ha destruido la prensa libre, se han cerrado más de 200.000 sitios web y se ha condenado a unas 10.000 personas por “difundir falsedades” sobre el ejército ruso. Rusia ha retrocedido décadas en la historia, pero aún no hay resultados claros a la vista. La élite rusa -tanto militar como cívica- está cada vez más decepcionada.

Pero yo diría que Putin ha conseguido otro aliado: el pueblo ruso. Después de un año de guerra, muchos rusos de a pie envenenados por la propaganda del Kremlin y testigos de las crecientes bajas entre sus compatriotas, así como de la presión sobre Rusia por parte de Occidente, parecen dispuestos a seguir adelante con la guerra durante mucho tiempo, aunque, por supuesto, no indefinidamente. Y todo esto crea una ventana de oportunidad para el régimen de Putin.

Aunque en la actualidad Rusia posee dinero y recursos suficientes para librar una guerra en Ucrania durante al menos dos años más, es posible que Putin se retire ahora insistiendo en que todo el mundo occidental se ha unido contra Rusia y que, por lo tanto, la nación debe hacer una pausa y esforzarse al máximo para estar más capacitada para otro intento. Como demuestran, por ejemplo, la derrota de Saddam Hussein en 1991 o la retirada de Slobodan Milosevic en 1995, un dictador bien puede sobrevivir a una derrota de fuerzas extranjeras y continuar su gobierno bajo eslóganes “patrióticos”.

Yo diría que esta será la mejor solución para Putin por ahora: aunque se mantengan las sanciones, seguirá disfrutando de un control total sobre su pueblo y las empresas rusas y continuará robando a su país hasta el final de sus días. Pero parece que no es el resultado más probable: Putin se volvió loco por Ucrania y la guerra, no quiere parar y continuará hasta que las fuerzas ucranianas, recibiendo cada vez más ayuda de Occidente, expulsen al ejército ruso de los territorios ocupados. Puede que tarde varios años más en conseguirlo, pero si resumimos el primer año de guerra, parece que no queda otra opción. El mayor dilema de Putin en estos días consiste en elegir entre la terminación o la intensificación de la guerra y su decisión sobre esta cuestión, que, en mi opinión, tiene que quedar clara en los próximos meses. Abril o mayo de 2023 darán una respuesta a la pregunta más importante de nuestro tiempo y determinará el camino de Rusia en el futuro previsible.

Por supuesto, a medida que la guerra continúe, el apoyo de Putin entre su gente disminuirá, y por lo tanto las posibilidades de golpe de Estado aumentarán (la probabilidad de agitación popular, creo, sigue siendo cercana a cero) - lo que nos permite esperar que el presidente ruso sea depuesto en algún momento y que Rusia se retire posteriormente de la guerra. Pero, de todos modos, lo que el primer año de la guerra ruso-ucraniana puede enseñarnos a todos es el hecho de que, incluso en nuestro mundo bien gobernado y complejo, en el que existen muchas restricciones, una persona insensata y adoctrinada, obsesionada por ideas oscuras pero que predomina sobre una sociedad que ha perdido todo sentido de la autoestima y no posee voz alguna, puede traspasar todas las leyes y normas de la sociedad internacional y matar a miles de civiles inocentes en un país extranjero durante muchos meses. Espero que no se repita pronto, pero para garantizarlo habría que trabajar mucho y condenar tanto a Rusia como a sus dirigentes como criminales de guerra.