Elecciones en Estados Unidos
El sueño electoral de Donald Trump se hizo realidad
El expresidente estuvo en cabeza durante toda la jornada electoral y se llevó la mayoría de los estados bisagras
Washington DC¾ La montaña rusa electoral que muchos expertos esperaban que tuviera lugar en Estados Unidos se ha quedado en atracción de feria después de que el expresidente Donald Trump venciera con cierta facilidad contra la vicepresidenta Kamala Harris, cuya derrota mete al partido demócrata en un largo y oscuro invierno que durará cuatro años y en el que tendrán que encontrar un nuevo valor político si quieren recuperar el control de la Casa Blanca. El expresidente estuvo en cabeza durante toda la jornada electoral y se llevó la mayoría de los estados bisagra, haciendo añico las predicciones de muchos sondeos que mostraban una carrera ajustada.
La realidad de la noche electoral empezó a las 20.30PM con la candidata demócrata estando muy por detrás en el recuento de los electores. Solo tenía 31 frente a los 111 del expresidente, con lo que el magnate ya había pintado de rojo, el color republicano, los estados de Oklahoma, Indiana, Kentucky, Tennessee, Alabama, Mississippi, Carolina del Sur, Florida, Virginia del Oeste, Missouri y Arkansas, mientras Harris solo contaba con Massachussets y los pequeños estados de Vermont, Rhode Island y Maryland. Sin embargo, la noche era joven y ninguno de los siete estados bisagra (Arizona, Nevada, Georgia, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin) esenciales para vencer ya que suman un total de 93 electores, había acabado su recuento de votos.
Media hora después, la candidata demócrata empezaba a remontar gracias a los 19 votos electorales de Illinois, luego los 28 de Nueva York y los 4 de New Hampshire, todos estados tradicionalmente demócratas y, por lo tanto, dentro de las previsiones. Algo similar sucedía en los territorios republicanos de Dakota del Norte y del Sur, Nebraska, Kansas, Wyoming y Ohio, por lo que el expresidente seguía estando por delante con 194 electores y Harris continuaba siguiendo su estela con solo 95. Hacia las diez de la noche el expresidente ya doblaba la cifra con 210 al llevarse los estados de Texas, con sus robustos 40 electores, y Luisiana, con 8, mientras Harris seguía avanzando lentamente con 105 gracias a haber ganado los 10 de Colorado. La carrera presidencial comenzaba a a entrar en su fase más crítica, a la vez que el campo político demócrata seguía confiando en los resultados de los decisivos estados bisagra en el que los recuentos, condado por condado, podían decantarse por unos pocos miles, incluso cientos, de papeletas.
Llegada la medianoche el equipo de Harris empezaba a hundirse en el fango mientras Trump continuaba apuntándose estados tras vencer en Utah, con 6 electores, Montana, con 4, y Iowa, con 6, mientras Kamala lo hacía en el Distrito de Columbia, donde está la capital del país, con 3, y los 11 electores de Massachussets. La vicepresidenta todavía estaba por detrás, pero aún tenía posibilidades de permanecer en la carrera porque los colegios electorales de la costa oeste, donde los demócratas cuentan con casi todos los estados, ya habían cerrado sus puertas. Con el recuento todavía sin terminar, los porcentajes dejaron claro que California, con 54, Oregón, con 8, y el estado de Washington, con 12, serían azules, pero la suma de estos no significaba nada si Harris no conseguía vencer en Pensilvania, como mínimo.
El siguiente varapalo vino poco después cuando los 16 electores del segundo estado bisagra más importante, Georgia, se volvió rojo después de que en 2020 fuera demócrata. A partir de ese momento la campaña de Harris fue cuesta abajo. Luego, de madrugada, el estado clave en estas elecciones, los 19 electores de Pensilvania también pasaron a manos de Donald Trump que se colocaban con 266 electores, a cuatro de los 270 requeridos y certificando así la derrota de Harris, a pesar de que el recuento todavía no había terminado en Arizona, Nevada, donde con el escrutinio casi completo el estado de los casinos también le daba sus 6 electores a los republicanos. Los mismo sucedió en Michigan, con 15, y Wisconsin, con 10 electores. Por su parte, la vicepresidenta consiguió hacerse con los 10 de Minnesota, pero, igualmente, eso la dejaba a años luz de su contrincante, quien, hacia las 02.30 de la mañana declaró la victoria desde Palm Beach para convertirse en el 47º presidente de los Estados Unidos.
No obstante, el vía crucis demócrata no había terminado ya que también se estaban jugando los más que cruciales asientos en el Congreso y en la Cámara de Representantes, los cuales representaban la única esperanza para crear un muro azul capaz de controlar los desmanes, si se produjesen, del presidente reelecto. Pero tampoco pudo ser y los republicanos vencieron en ambas con cierta comodidad. Más aún, es más que posible que Trump acabe ganado en casi todos los estados bisagras, así como se llevará el voto popular. El desastre absoluto y el infierno electoral de la vicepresidenta se habían consumado tras obtener el peor resultado demócrata en décadas, mientras los hechos vuelven a demostrar que los sondeos, ninguno de los cuales se ha acercado a los resultados obtenidos, son un espejismo lleno de deseos que, a menudo, nunca se cumplen.
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