Cuba
La dictadura castrista se ceba con los participantes en las históricas protestas de 2021
Centenares de manifestantes siguen encarcelados dos años después del estallido social del 11 de julio de 2021, en un país marcado por la escasez y la emigración masiva
Han pasado ya dos años, pero pocas cosas han cambiado en Cuba desde que miles de cubanos se echaran a la calle el 11 de julio de 2021 para reclamar libertad y oportunidades a la dictadura castrista. Al menos, pocas han cambiado para mejor.
La mayoría de los líderes de aquel estallido cívico de rebeldía sufren cárcel o han tenido que aceptar el exilio, y los cubanos anónimos que decidieron desafiar a un sistema basado en el partido único, el Comunista, y un Estado policial han sido masivamente represaliados. Según el recuento de la ONG Prisoners Defenders y Justicia, más de 1.000 personas fueron detenidas por participar en las protestas de hace dos años. De ellas, 700 han sido condenadas a penas que alcanzan los 30 años de prisión por el delito de sedición.
Sus familiares, así como colectivos pro derechos humanos y organismos internacionales denuncian que no se ha seguido el debido proceso, y hay familias que aseguran incluso que no se les informa del paradero de sus seres queridos. Pero el gobierno de Miguel Díaz-Canel niega las acusaciones y culpa a los reos de ser parte de una conspiración contra Cuba orquestada desde Estados Unidos.
Otero Alcántara, como símbolo
Uno de los presos más destacados es el artista Luis Manuel Otero Alcántara, uno de los fundadores del Movimiento San Isidro, el colectivo de artistas que desencadenó la ola de desobediencia que causó escalofríos entre la nomenclatura castrista con una sentada contra la censura frente a la sede del Ministerio de Cultura en La Habana.
El régimen se ha encarnizado especialmente con él por su obstinada rebeldía y su popularidad entre los jóvenes de extracción humilde y raza negra del barrio habanero de San Isidro, que dio nombre al movimiento.
Otero Alcántara paga su larga lista de desafíos a la dictadura con una condena a 35 años de cárcel por los delitos de ultraje a los símbolos patrios, desacato y desórdenes públicos, que le fue impuesta en junio de 2022 por su papel en las protestas.
Coincidiendo con el segundo aniversario de las protestas del 11-J, el artista inició una huelga de hambre y sed para exigir su libertad, según declaró su a Martí Noticias su pareja, Claudia Genlui. Los precedentes no invitan al optimismo. Será la sexta huelga de este tipo que inicia desde que fue privado de libertad.
Su pareja indicó que se encuentra “en delicado estado de salud, pues ya las huelgas anteriores han provocado en él serios agravios”. Genlui señaló que “su vida corre peligro” y sus familiares están “desesperados”. Genlui comentó que el artista ha terminado por aceptar la oferta del gobierno de darle la libertad a cambio de que abandone Cuba, pero esa propuesta no termina de concretarse y él sigue languideciendo entre rejas.
Cárcel, exilio o miseria parecen ser lo único que la “Revolución” tiene para ofrecerles a los cubanos en 2023. Otro destacado disidente, el dramaturgo Yúnior García, fundador del colectivo disidente Archipiélago, lleva desde noviembre de 2021 en España, adonde viajó con el beneplácito del Gobierno español después de sufrir el acoso del régimen cubano y colectivos castristas en Cuba. García declaró que “sería un suicidio regresar a Cuba” y que se siente cómodo en Madrid entre los exiliados cubanos, nicaragüenses y venezolanos que se han afincado allí en los últimos años.
Las penurias de la Revolución
Mientras, los cubanos siguen pasando las penurias derivadas de la incompetencia y la corrupción de la dirigencia castrista. Mientras los que protestaron son encarcelados, los que siguen en la calle afrontan colas interminables para acceder a artículos esenciales. Particularmente desolador es el panorama energético. El país se ha acostumbrado a los cortes permanentes de electricidad.
El último capítulo del drama es la acuciante escasez de gasolina. Llenar el depósito requiere ahora horas o días de espera. Para evitar que los viejos autos típicos de paisajes cubanos se acumulen en las gasolineras, las autoridades han implantado un sistema por el que se obliga a los ciudadanos a sumarse a grupos de Whatsapp en el que se les avisa cuando les ha llegado su ansiado turno para repostar.
La situación ha obligado al Gobierno a suscribir acuerdos con compañías rusas para suministrar hasta 30.000 barriles diarios de crudo. Se busca una alternativa al suministro venezolano, que se ha desplomado fruto de la ruina de la petrolera estatal bajo el mando de Nicolás Maduro. Pero los críticos señalan que el trato con las compañías rusas será oneroso a medio plazo para los cubanos y el país terminará pagando muy caro el combustible que desesperadamente necesita.
Así, no extraña que cada vez más cubanos intenten desesperadamente salir del país, bien surcando las peligrosas aguas del Estrecho de Florida con rumbo a Estados Unidos o probando suerte en la menos peligrosa ruta terrestre centroamericana.
Una cifra basta para ilustrar la magnitud del éxodo. Más de 250.000 cubanos, más del 2% de la población de la isla, fueron detenidos cuando intentaban entrar ilegalmente en territorio estadounidense.