Reforma histórica
Adiós a los lores hereditarios: el laborista Starmer finiquita una de las tradiciones más "british"
Son 92 asientos ocupados actualmente por varones de raza blanca de un promedio de casi 70 años que los heredaron de sus padres
El Gobierno laborista británico introdujo este jueves a trámite parlamentario un proyecto de ley que eliminará los 92 puestos aún existentes en la Cámara de los Lores (alta) para nobles que heredaron el título.
El proyecto de ley de la Cámara de los Lores (Pares Hereditarios) se incluye en la propuesta del primer ministro, Keir Starmer, de reformar y eventualmente sustituir la cámara alta, que no es electa sino designada por los diferentes partidos y que hasta ahora tenía además ese componente hereditario, además de 26 plazas reservadas a obispos anglicanos.
El texto que en los próximos días debatirá la Cámara de los Comunes (baja), que tiene 650 escaños y mayoría laborista, plantea "eliminar la conexión existente entre el título nobiliario hereditario y la pertenencia a la Cámara de los Lores".
Esos 92 asientos, ocupados actualmente por varones de raza blanca de un promedio de casi 70 años que los heredaron de sus padres, son los únicos que quedan después de que el exprimer ministro laborista Tony Blair revocara ya en 1999 el derecho de sucesión.
El secretario de Estado para la Constitución, Nick Thomas-Symonds, dijo este jueves que se trata de "una reforma histórica". "El principio hereditario en el legislativo ha perdurado demasiado tiempo y está desfasado en el Reino Unido moderno", declaró.
"La segunda cámara desempeña un papel vital en nuestra Constitución y nadie debería poder votar sobre nuestras leyes por las circunstancias de su nacimiento", agregó.
El Partido Laborista propuso en su manifiesto electoral reducir el tamaño de la Cámara de los Lores de sus más de 800 miembros y rebajar la edad de jubilación de los pares de los 80 años actuales, como primeros pasos para acabar sustituyéndola por otro organismo más representativo.
La Cámara de Lores tiene la función de someter a escrutinio y sugerir enmiendas a la legislación tramitada por los Comunes, pero la última palabra la tiene la cámara baja, que se elige en las urnas.
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