Daños colaterales
85 civiles muertos "por error" en un bombardeo en Nigeria destapan las carencias de los drones en África
Las víctimas se encontraban celebrando una festividad musulmana cuando fueron confundidos con terroristas y bombardeados por un TB-2
Un dron del ejército Nigeriano acabó el pasado domingo con la vida de 85 civiles en el poblado de Tudun Biri, ubicado dentro del estado de Kaduna, en el norte del país. Al menos 66 personas habrían sido también hospitalizadas. Las víctimas se encontraban celebrando una festividad islámica conocida como Mawlid (que recuerda el nacimiento de Mahoma) cuando fueron confundidos con elementos yihadistas y bombardeados por error. Fueron las autoridades locales quienes informaron de ello tras ocurrir el dramático accidente, mientras el presidente del país, Bola Tinubu, ha ordenado abrir una investigación “exhaustiva” que dilucide los detalles de lo ocurrido.
Lo que no termina de encajar a nadie es la localización del bombardeo. Este periodista estuvo hace dos meses en el estado de Kaduna y la presencia yihadista allí apenas puede considerarse anecdótica, muy lejana respecto a los bastiones de Boko Haram en los estados de Borno y Kano. Lo que explicaría la urgencia por abrir una investigación que explique los motivos del ataque y la falta de sentido del mismo. Ataque que el Ejército nigeriano negó en un principio, hasta que las pruebas mostradas fueron irrefutables.
El informe oficial no menciona cifras, sino que han sido los locales quienes facilitaron a NEMA (Agencia Nacional de Gestión de Emergencias) los números que hoy pesan sobre la sociedad nigeriana. Y Amnistía Internacional sostiene por su lado que las víctimas se elevan hasta los 120 fallecidos. Ante las tensiones suscitadas en Kaduna por lo ocurrido, la oficina presidencial emitió este martes un comunicado donde expresaba que “el presidente Tinubu describe el incidente como muy desafortunado, inquietante y doloroso, y expresa indignación y dolor por la trágica pérdida de vidas nigerianas”. El estado de Kaduna lleva viéndose afectado por la guerra contra el terrorismo desde 2009, mientras alrededor de 40.000 personas han fallecido como consecuencia directa en los últimos 14 años. El último drama acontecido en Tudun Biri entra supuestamente en el marco de la ofensiva que inició Tinubu hace meses para erradicar los núcleos de Boko Haram en la región, siguiendo una de las promesas hechas durante la carrera electoral de principios de año y que concluyó con su triunfo en los comicios de febrero de 2023.
Centenares de víctimas "por error"
Las 85 víctimas del pasado domingo se suman a los 400 civiles que la agencia de información de seguridad SBM, con sede en Lagos, estima que han fallecido desde 2017 con motivo de ataques aéreos “erróneos” llevados a cabo por el ejército nigeriano. Igualmente, se añaden al número creciente de víctimas civiles a manos de ataques con drones en las naciones africanas que se encuentran actualmente enfrentadas al yihadismo.
La guerra contra el yihadismo, unida al precario presupuesto militar de las naciones africanas, ha obligado a los interesados a adquirir un número creciente de drones que sirvan como sustituto de los cazabombarderos que poseen los países desarrollados. Nigeria, pero también Mali, Burkina Faso, Togo y Níger han comprado en los últimos dos años un número creciente de drones Bayraktar TB-2 de fabricación turca, cuyo uso se ha demostrado en extremo útil en ciertas ocasiones (como ocurrió hace dos semanas en la ciudad burkinesa de Djibo, cuando la intervención de los TB-2 impidió in extremis que los yihadistas tomaran el control de una base militar), pero igualmente peligroso en otros momentos, como pudo comprobarse el pasado domingo en Nigeria.
Javier Jordán, autor del libro Guerra de drones: Política, tecnología y cambio social en los nuevos conflictos, amplio conocedor del uso de drones en la guerra de Iraq, ya señalaba en una entrevista sostenida con este periodista hace tres meses que, en lo referente al uso de drones como fuerza de ataque, deben considerarse ciertas limitaciones. Indicó que “las imágenes que ofrece el dron no bastan para identificar los objetivos seleccionados” y remarcó la importancia de contar con elementos sobre el terreno que permitan seleccionar y comprobar dichos objetivos, antes de iniciarse el ataque. Este importante detalle para garantizar un uso responsable de los drones no siempre (por no decir casi nunca) es posible en África, donde una tecnología militar precaria se añade a la dificultad para acceder a las zonas controladas por los yihadistas. El resultado inmediato sería un número al alza de muertes de civiles a manos de este “avión silencioso” en el que los africanos depositan sus miedos y sus esperanzas a partes iguales. Esperanza por acabar con la amenaza yihadista; miedo de morir ellos en su lugar.
El mejor ejemplo ante estos errores de precisión de los drones a la hora de marcar los objetivos pudo comprobarse en Mali, en enero de 2021. Entonces, cazas franceses Dassault Mirage F1 bombardearon por error una boda tras identificarla como una reunión de terroristas mediante la cámara de un dron Reaper. Al menos 20 civiles murieron como consecuencia del ataque. Y los errores de Europa han ido repitiéndose a manos de los ejércitos africanos: en septiembre de 2022, el ejército burkinés admitió haber matado por accidente a 37 civiles tras un ataque con drones en Pognoa. En abril de 2023 se registró igualmente un número indeterminado de muertes de civiles tras un ataque con drones en el norte de Burkina Faso, contabilizándose a niños entre las víctimas. A principios de noviembre de 2023, durante la ofensiva de las FAMA y Wagner contra la ciudad de Kidal (norte de Mali), varios ataques con drones resultaron en la muerte de 16 civiles, etc.
Bola Tinubu ha asegurado que dirigirá una atención médica rápida e integral para los supervivientes “mientras ora por el descanso de las almas de los fallecidos”.
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