África
Elecciones en Guinea Ecuatorial: Teodoro Obiang vuelve a presentarse sin candidatos serios
El dictador más longevo del planeta se prepara hoy para una reelección sobre la que apenas caben dudas
Nadie duda que Teodoro Obiang, el dictador más longevo del mundo, vaya a ganar las elecciones presidenciales que se celebrarán hoy en Guinea Ecuatorial. Unas elecciones de pandereta. Desde que derrocó a su tío en el golpe de Estado sucedido en 1979, Obiang es para el pequeño país centroafricano como el leopardo para la selva: inevitable a la par que letal. Un elemento más del decorado empapado. Sus garras, que no están hechas de subunguis y queratina, sino de pelotones policiales y leyes emitidas por encima de la democracia, apenas si encuentran resistencia a la hora de afianzar su poder en la húmeda corteza ecuatoguineana. Son sólo los más jóvenes, los esperanzados, quienes sueñan con algún tipo de alzamiento civil que zarandee el poder después del previsible anuncio de los resultados. Y Obiang, a sabiendas de esta posibilidad (por ínfima que sea) ha preferido jugar seguro y cerrar las fronteras terrestres del país entre el 31 de octubre y una fecha posterior a los comicios.
Obiang juega sobre seguro, y por eso sigue en el poder. Los que ayer fueron sus aliados políticos sufren hoy el exilio o la cárcel, mientras su régimen ostenta el dudoso mérito de encontrarse entre los más represivos del mundo. Guinea Ecuatorial fue provincia española entre 1843 y 1968. Hoy apenas existe contacto entre ambas naciones, mientras la suerte de los que fueron nuestros hermanos se desliza por nuestro rabillo del ojo sin mayor interés que una tarde de lluvia.
Teodoro y Teodorín
Luis Melgar Valero ejerció entre 2013 y 2016 como segundo secretario de la Embajada española en el país y es autor del libro “Los blancos estáis locos”, donde recoge algunas de sus observaciones y vivencias en Guinea Ecuatorial. En una conversación con LA RAZÓN, opina que “a Teodoro Obiang le hubiera encantado rodearse de empresas españolas, ya que él mismo se siente español”. Ahondamos primero en esta (no) relación entre España y Obiang: “Él siempre ha sentido que España lo rechaza, como una madre que reniega de su hijo“. La situación recuerda en cierta medida a lo sucedido con Filipinas y Sáhara Occidental. Valero asegura entonces que Obiang “ha preferido echarse en manos, primero de americanos y franceses, y ahora de los chinos, en parte como venganza contra España por nuestro desapego hacia ellos”.
Según un estudio reciente publicado por África Mundi, actualmente residen en España 12.586 ecuatoguineanos. Uno de ellos, un joven que ha preferido mantenerse en el anonimato, recalca el hastío ante la situación de gobernanza que sufre su pueblo, a la que saca a relucir el ”problema sucesorio” al que se ha enfrentado Obiang en estos comicios. El viejo líder ama el poder que lleva amasando desde hace más de cuarenta años, está claro, pero le pesan igual las 80 primaveras que arrastra tras de sí. Es por esto que en los comicios que se avecinan se llegó a tantear por primera vez la perspectiva de que fuera Teodoro Nguema Obiang (conocido como Teodorín), el primogénito del actual presidente, quien tomase las riendas como mandatario del país. Una idea que no sólo rechazan las voces contrarias al régimen, sino también algunos de sus aliados históricos, como pueden ser el Ejército y determinados individuos que esperan con los dientes afilados a que sea su turno para cogerle el relevo al viejo leopardo. Valero señala la “estabilidad” como efecto positivo de la continuación de la dinastía Obiang, mientras recalca que “la fundación de una saga familiar con Teodoro Nguema como sucesor no augura nada bueno para el camino democratizador en Guinea Ecuatorial”. Además, “a diferencia de su padre, Teodorín no ha demostrado especial interés por las tareas de gobierno ni tiene una visión clara para el futuro de su país”.
El componente étnico juega también un peso peculiar en el sistema político de Guinea Ecuatorial. El precario desarrollo democrático de la nación y la pertenencia de Obiang a la etnia fang (concretamente al clan de Mongomo), mayoritaria en el país, permiten que los ancianos fang posean un peso político relevante en la toma de decisiones. Se dice que estos todavía tienen la capacidad de “regañar” a Obiang cuando les visita, aunque a este paso parece que Obiang vaya a superarlos en edad a todos. Los fang han aunado la mayor parte del poder político en el país, dejando de lado al resto de etnias que conforman una población de 1,45 millones de habitantes.
Los calzoncillos de Gabriel Nsé
Palabras como “oposición” y ”diferencias políticas” están muy vinculadas en Guinea Ecuatorial a “prisión“ y “exilio”. Puede encontrarse un ejemplo reciente de este juego de palabras en las desventuras de Gabriel Nsé Obiang, yerno del Presidente y antiguo hombre fuerte del partido gobernante. En los últimos 20 años, Gabriel ha vivido exiliado en Zaragoza, donde fundó en 2005 el partido opositor Candidatura Independiente de Guinea Ecuatorial; formó parte del Gobierno de Guinea Ecuatorial en el exilio; y fue acusado de participar en un intento de golpe de Estado en 2017. La última imagen que se tiene de Gabriel fue en septiembre de 2022, tras su regreso a su país natal, donde fue desalojado de su casa en calzoncillos para ser luego puesto bajo arresto.
Gabriel Nsé Obiang y sus calzoncillos son una imagen más de la opresión de Teodoro, que humilla y encarcela y prosigue su paso entre las ruinas de la nación que un día pudo ser. La sede en Malabo del CI, partido creado por Gabriel e ilegalizado por el Gobierno de Obiang en 2018, también fue asaltada este mes de septiembre por medios policiales. Varios vídeos difundidos por testigos presenciales muestran explosiones y el sonido de disparos. Además, se denunció que varias personas habían sido heridas con armas blancas. Pero son imágenes, nada más. Ni la Unión Africana ni la vieja colonia tienen tiempo de mirarlas. Y si llegan a mirar, en opinión del Gobierno ecuatoguineano, miran con malas intenciones: solo la semana pasada acusó a Francia, España y Estados Unidos de una “injerencia electoral” a raíz de la presencia de los embajadores de estas tres naciones en un mitin electoral organizado por la oposición a Obiang.
Una imagen más: Julián Ondo Nkumu, el que fuera Secretario de Defensa del Gobierno de Obiang, fue arrestado en 2018 junto con otros 40 miembros del partido acusados de conspirar para “desestabilizar“ Guinea Ecuatorial, siguiendo el clásico estilo de las purgas políticas a las que tanto acuden los dictadores de la Historia. Nkumu, un anciano, se encuentra hoy enfermo de gravedad en una prisión ecuatoguineana, hecho que las autoridades niegan. Otra imagen: el rapero Leoncio Pisco Eko, conocido por el nombre artístico de Adjoguening,fuearrestado en septiembre tras difundir una serie de duras críticas contra el régimen. La detención no fue pública y los familiares de Adjoguenin tuvieron que pasar semanas sin tener noticias de él. Este último atropello de Obiang desató una oleada de indignación entre los jóvenes del país, que propagaron en las redes sociales el hashtag de protesta #SinAdjogueninNoVoto, hasta conseguir la liberación del rapero cuarenta días después de su detención.
Aunque Guinea Ecuatorial ha abolido recientemente la pena de muerte, lo cual puede considerarse como un hecho positivo dentro del desastre que se desarrolla, Valero expresa su preocupación en “la deriva de la situación de la comunidad LGBTI en Guinea Ecuatorial”, ya que “siguen teniendo una variación de la ley franquista de vagos y maleantes que heredaron de nosotros y que aún no han reformado”. Este artículo podría titularse entonces: “Teodoro Obiang gana las elecciones de Guinea Ecuatorial”. Y podría haberse escrito en los últimos 40 años y hasta la semana que viene. Con todo, siempre podemos soñar con que ocurra lo imposible o, en cualquier caso, esperar que los jóvenes ecuatoguineanos enderecen lo probable.
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