Magreb
Enfado sin precedentes de Marruecos con Túnez por recibir al líder saharaui Brahim Gali
Rabat cree que Túnez ha roto su histórica neutralidad en la cuestión del Sáhara occidental. Marruecos teme una mayor influencia de Argelia en la zona, su mayor enemigo
El recibimiento del líder de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Brahim Gali, como un jefe de Estado más por parte del presidente tunecino, Kais Said, generó una crisis sin precedentes en Marruecos que ha dejado en suspenso la cordial relación que han mantenido tradicionalmente los dos países magrebíes.
El gesto de Said se ha interpretado como un quiebre en la histórica neutralidad que ha mantenido Túnez en la cuestión del Sáhara Occidental y la reacción de Marruecos muestra una creciente presión de Rabat en el Magreb y un aparente temor a la influencia de Argelia, su mayor enemigo.
“Por Said, Túnez se ha convertido en el patio trasero de Argelia. Desde su independencia Túnez ha mantenido un equilibrio entre Marruecos y Argelia. No hay neutralidad cuando se recibe a Gali en pie de igualdad respecto al resto de jefes de Estado”, explica a Efe el profesor universitario marroquí Khalid Chiat.
Para el analista marroquí Said Saddiki, dos factores nuevos influyen en las relaciones y uno de ellos tiene que ver con el vecino Argelia. Se trata, resume, del “apoyo económico argelino al país y el sentimiento de Said (que gobierna con plenos poderes desde hace un año) de que Rabat no ha respaldado sus decisiones internas”.
Inmediatamente después de este recibimiento con motivo de la participación de Gali en la Cumbre Internacional de Tokio para el Desarrollo de África (TICAD) que acogió este fin de semana Túnez, Marruecos llamó a consultas a su embajador por considerarlo un gesto “hostil”, “inédito” y “una provocación grave”.
Pocas horas después, Túnez expresó su “sorpresa”, calificó la reacción de “ilógica” y ordenó también la vuelta de su más alto representante ante Rabat. “No están claras cuáles serán las implicaciones. No creo que Marruecos retroceda y al mismo tiempo Said no es el tipo de persona que esté dispuesto a hacer concesiones”, explica el analista tunecino Mohamed-Dhia Hammami.
El Ministerio de Exteriores tunecino defendió en un comunicado su posición de “neutralidad” en el asunto del Sáhara Occidental, con el fin de clarificar que no hay un cambio en la política exterior del país, pero también rechazó lo que recibe como una injerencia en asuntos internos.
Considerado enemigo número uno de Marruecos, Gali es el líder del Frente Polisario que (apoyado y acogido por Argelia) reclama la independencia del Sáhara Occidental, un territorio controlado en un 80 % por Marruecos y considerado por la ONU como territorio no autónomo (pendiente de desconolización).
La indignación marroquí se extendió a los partidos políticos -tanto del gobierno de coalición como de la oposición-, por las principales centrales sindicales, que condenaron la recepción de Gali, y hasta por la Federación Real Marroquí de kárate, que anuló su participación en una competición que acogerá próximamente Túnez.
Las críticas recayeron principalmente sobre la persona del presidente tunecino, que estos organismos califican de hombre “imprevisible y dudoso” y responsable de este cambio.
Said mantiene una incuestionable cercanía con el presidente argelino, Abdelmajid Tebboune, cuya relación se define en la región como “romance”. El presidente tunecino publicitó ampliamente su asistencia a las celebraciones por el 60 aniversario de la Independencia de Argelia el pasado 5 de julio.
Su último gesto choca con la neutralidad oficial que Túnez mantiene desde su primer presidente, Habib Bourguiba, que se ha traducido en preservar el statu quo. “Túnez nunca intentó proactivamente construir relaciones oficiales con el Polisario. Diría que la posición de Said no tiene precedentes”, añade Hammami.
Marruecos, sin medias tintas con el Sáhara
El gran enfado marroquí sigue al último discurso delrey Mohamed VI confirmando su nuevo paradigma de relaciones internacionales en el que la cuestión del Sáhara es “el prisma” a través del cual Rabat mide sus amistades y asociaciones con el resto de los países del mundo. El monarca lanzó un llamamiento a sus “socios tradicionales y nuevos” a aclarar su postura respecto al conflicto, en alusión velada, según los observadores, a Francia, principal aliado de Marruecos con quien mantiene una actual silenciosa crisis diplomática.
El choque entre Marruecos y Túnez ha coincidido con la visita del presidente francés, Emmanuel Macron, a Argelia durante la que los dos países limaron asperezas y sellaron un acuerdo de reconciliación y futuro.
La alocución del rey viene a confirmar la agresiva línea diplomática de Rabat en la defensa de la marroquinidad del Sáhara, empoderado desde el apoyo del expresidente estadounidense Donald Trump en diciembre de 2020, quien reconoció la soberanía marroquí sobre la excolonia española.
El giro del Gobierno español, que consideró el pasado marzo el plan de autonomía marroquí como la base “más seria, realista y creíble”, fortalece también a Rabat, que exige cada vez más a sus aliados.
Marruecos ya no acepta medias tintas, aunque su creciente agresividad sobre la cuestión del Sáhara podría también empujarlo al aislamiento en el Magreb.