Economía

La deuda ahoga el desarrollo de África

La deuda pública del África subsahariana ronda actualmente los 700 mil millones de dólares, mientras la deuda de Australia es de 688 mil millones: cuarenta y nueve países deben lo mismo que uno

Mural de Nelson Mandela en Johannesburgo, Sudáfrica.
Mural de Nelson Mandela en Johannesburgo, Sudáfrica.Themba HadebeAgencia AP

Ya lo dijo un ex directivo de JP Morgan en una conversación sobre la deuda en Latinoamérica: “el mejor método para tener a un país cogido por los huevos y frenar su desarrollo es endeudarlo. Así lo hizo Inglaterra con Latinoamérica después de las independencias, y así están hoy”. Puso a México como ejemplo, narrando las dificultades que tuvo que afrontar el país poco después de su independencia, a la hora de pagar sus deudas con Reino Unido. El resultado fue un amplio intervencionismo británico en la economía mexicana, es decir, un retroceso en la independencia mexicana al perderse la independencia económica a manos de sus deudores internacionales. ¿Ocurre lo mismo con África? ¿Podemos establecer pautas que relacionen la deuda africana con el avance a trancas y barrancas de su desarrollo?

Toca analizar los números, descuartizarlos. Hacer comparativas. Poner ejemplos. Según la lista elaborada en mayo 2022 por el Banco Mundial sobre la sostenibilidad de la deuda, quince países africanos se encuentran en alto riesgo de sobreendeudamiento, mientras Chad, Mozambique, Somalia, Sudán, Zambia y Zimbabue ya han cruzado la línea roja. Es cierto. La deuda frena el desarrollo de África. Otra vez.

Comparativas entre economías

El primer paso a seguir, si se procura entender la situación económica en el continente africano, pasa por comprender las diferencias numéricas entre las economías del hemisferio norte y las africanas. Cabe a destacar que grandes potencias globales como España (120% de su PIB), Estados Unidos (134%), Japón (260%) o Francia (112%) superan con creces la deuda sobre el PIB sin que el caos que esto provoca sea exagerado, mientras algunos países africanos se encuentran en una situación mucho más holgada. Estados Unidos tiene una deuda que supera los 30 billones de dólares. La deuda española se ubica en los 1,4 billones de eurossegún los últimos datos. Tomando en cuenta los datos de deuda africana, encontramos que los números son radicalmente distintos con respecto a los tratados hasta ahora: el país del África subsahariana con una deuda pública mayor es Angola, con 70 mil millones de dólares a deber. Esto significa que Estados Unidos tiene una deuda 428 veces mayor que la del país africano más endeudado. Y hay más. Hasta hace poco, la deuda del Fútbol Club Barcelona era superior a la de Guinea Bissau. Estos son los números con los que tratamos.

¿Cómo puede ser que países como Suiza, un país con poco más de 8 millones de habitantes, tenga una deuda diez veces superior a la zambiana, que cuenta con 18 millones de habitantes? Hay quién diría que el ejemplo perfecto lo podemos encontrar con un hombre rico y un mendigo. Si el hombre rico se presenta en el banco y pide un crédito de 2 millones de euros, y el señor banquero comprueba que el hombre rico posee inmuebles por valor de 6 millones de euros, entonces es probable que el hombre rico reciba este crédito que pide. Si el mendigo entra en el mismo banco y le pregunta al mismo banquero por un crédito de 2 millones de euros, ¿qué creemos que ocurrirá? El ataque de risa del banquero se escucharía hasta las antillas.

Sin embargo, cuando hablamos de los Estados africanos, esta analogía no serviría de tanto. Porque, ¿qué ocurre si el mendigo esconde un tesoro de 8 millones de euros debajo de su puente? ¿Qué ocurre si Malí tiene reservas de oro que superan los 400 mil millones de dólares, mientras su deuda no alcanza los 7 mil millones? Ocurre que el Estado maliense (todo quede dicho, también corrupto hasta la médula) solo recibe un 20% de los ingresos de sus propias minas de oro, mientras el 80% restante se lo llevan Canadá, Suiza y Emiratos Árabes. Ocurre que el mendigo no es un mendigo, realmente, solo un pobre hombre engañado y vapuleado. También podría señalarse que el riesgo de invertir en países como Malí es infinitamente superior a países como Estados Unidos. Pero, ¿realmente es el riesgo 4.280 veces mayor, como nos mostraría la comparativa entre las deudas maliense y estadounidense? Parece un poco exagerado, sobre todo teniendo en cuenta que la situación social en Estados Unidos no es exactamente la mejor del planeta. Aunque su deuda sí que es la mayor del planeta.

La deuda pública del África subsahariana ronda actualmente los 700 mil millones de dólares. La deuda de Australia es de 688 mil millones. Cuarenta y nueve países deben lo mismo que uno. Harían falta cuarenta y dos África subsaharianas para igualar la deuda de Estados Unidos. Claro que el PIB de todo el África subsahariana es de 1,8 billones de dólares, casi lo mismo que España en exclusiva. La diferencia entre los números es desgarradora. Mil millones de africanos comparten el mismo PIB que 50 millones de españoles.

¿A quién deben el dinero?

En 2021, el 40% de la deuda (pública y privada) del África subsahariana era con China, una cifra que se triplicó entre 2010 y 2018, cuando pasó de los 160 mil millones de dólares a los 600 mil millones de dólares. 500 mil millones son deudas a largo plazo, 370 mil millones de los cuales fueron destinados a organismos públicos y 130 mil millones a particulares. El resto procede de organismos internacionales como el Banco Mundial, el Banco Africano o grandes conglomerados de naciones, tales y como el G20 o la Unión Europea. Y puede percibirse una conexión entre los países africanos que más deben a China y su situación respecto al pago de la deuda. De los diez países africanos que más deben a China, ocho de ellos se encuentran en situación de sobreendeudamiento o en alto riesgo de. Sólo República del Congo (que es el país de la lista que menos debe a China) se encuentra en una situación de riesgo moderado.

Ninguno de los diez países más endeudados del planeta pertenece al continente africano. Sin embargo, siguen siendo los países africanos quienes más problemas afrontan a la hora de cumplir con los pagos. Y tiene sentido. ¿Cómo es posible que Zambia, cuya deuda en 2021 era ligeramente superior a los 21 mil millones de dólares (123% de su PIB) se encuentre en una situación mucho más desesperada que España (120% de su PIB)? Cuando manejamos números tan reducidos, treinta o cuarenta millones de euros suponen una diferencia arrolladora en materias de educación, sanidad, construcción de infraestructuras... Ocurrió el pasado noviembre, cuando Zambia anunció la imposibilidad de pagar un eurobono de 42 millones de dólares, mientras la ONU publicó recientemente un informe donde conectaba la situación de la deuda africana con la educación de los infantes. En Zambia, la partida destinada a la educación se ha desplomado en cuatro años del 16,1% al 10,4% (mientras el monto destinado al pago de acreedores supera el 45%) del erario público.

La situación es desesperante. Una pescadilla que se muerde la cola. Países como Brasil tienen una deuda que es el doble de la africana. El doble. ¿Cómo puede desarrollarse un país que ha sido castrado económicamente por la comunidad internacional? Los impagos de África han derivado en políticas intervencionistas lideradas por la Unión Europea, Rusia, Turquía y algunos Estados del golfo Pérsico. Como ocurrió con México e Inglaterra. La historia se repite. Cientos de millones de vidas terminan intervenidas por agentes externos, siempre con la excusa de que este o aquél país debe un porcentaje paupérrimo de dinero.

¿Qué puede hacerse?

Los números no mienten. La deuda africana equivale a un 1% del PIB de los países del G20 (74 billones de dólares). Es evidente que la comunidad internacional no puede, en términos morales, exigir el pago completo de la deuda a los países africanos, ya que, lo que para un europeo supone elegir entre el pan chapata y el pan con semillas de amapola y sésamo en el súper del barrio, para el africano significa comer pan o no comerlo. Que sus hijos sobrevivan o no. Cuando se considera el expolio sistemático que efectúan sobre África las grandes potencias y sus propios gobernantes, conceder un respiro a los inocentes ciudadanos, a coste de la propina de nuestro PIB, pues no parece una idea del todo alocada.

Es por esto que ocasionalmente se realizan condonaciones de la deuda africana, anunciadas a bombo y platillo por los medios de comunicación como exageradas obras de caridad Occidental. Un análisis en profundidad de estas condonaciones muestra una realidad todavía peor de la que se ha visto hasta ahora: la hipocresía.

Recientemente, China condonó 32 millones de deuda a Mozambique, que debe al gigante asiático 1,6 mil millones de dólares. China condonó un 2% de la deuda de Mozambique. Un acto superfluo y, a todas vistas, intrascendente para la economía del país africano. También se ha hecho eco del programa impulsado por el G20 para ayudar a los países menos desarrollados a superar los efectos provocados por la crisis del coronavirus. Esta medida, conocida como la Iniciativa de Servicio de Suspensión de Deuda (DSSI por sus siglas en inglés) ha procurado aliviar la deuda de 42 países, tanto africanos como de otras partes del mundo, suspendiendo el pago de un total de 12 mil millones de dólares. Esta medida que se ha vendido como un acto de caridad sin precedentes ha significado que los países del G20 pierdan un 0,01% de su PIB.

¿Son medidas que sirven para algo? ¿Son significativas? Pero no lo son, y los números y el hambre y la miseria lo demuestran. Cada vez son más voces las que claman por una suspensión total de la deuda africana, una iniciativa que debería liderar la Unión Europea como organismo abanderado de la caridad y de la unidad global. Si la UE y los Estados Unidos han sido capaces de liberar 2.5 billones de dólares para apoyar a sus economías desde el comienzo de la crisis, borrar la deuda de 770 millones de dólares de los cuarenta y nueve países del África subsahariana, es decir, el 14% de la población mundial, no parece ser un obstáculo insuperable.