Derechos Humanos
¿En qué países se sigue practicando la mutilación genital femenina?
Se calcula que actualmente hay -al menos- 200 millones de niñas y mujeres que han sido mutiladas. 44 millones de ellas tienen menos de 14 años
El 20 de diciembre del año 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución para proclamar el 6 de febrero como el ‘Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina’. Una práctica que sigue afectando a miles de niñas y adolescentes alrededor del mundo. En la actualidad, se calcula que hay -al menos- 200 millones de niñas y mujeres que han sido mutiladas. 44 millones de ellas tienen menos de 14 años. Y sumando, porque se estima que cada año tres millones de niñas son víctimas de la ablación.
La mutilación genital femenina tiene un impacto inmediato y contundente para la salud de las víctimas. Donde se incluye sangrado abundante, shock, dolor extremo, hinchazón genital, infecciones, complicaciones urinarias, mala cicatrización de heridas, y además, aumenta el riesgo de contagio por VIH.
Las consecuencias a más largo plazo pueden incluir complicaciones del sistema reproductivo, disfunción sexual y severos daños psicológicos. Asimismo, las mujeres que han sido mutiladas pueden presentar complicaciones al dar a luz, como hemorragias posteriores al parto, muertes fetales o muertes prematuras de sus hijos recién nacidos.
Todo esto convierte a la mutilación genital femenina en una flagrante violación de los Derechos Humanos. Ya que viola derecho a la salud, a la seguridad y a la integridad física de las víctimas, el derecho a no ser sometidas a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes. E -incluso- el derecho a la vida, porque no son pocos los casos en los que el procedimiento acaba produciendo la muerte.
¿Dónde sucede?
Es una práctica que se concentra -principalmente- en países de África y Oriente Medio, donde se realiza por cuestiones culturales (y no tanto religiosas). Los países donde la práctica está más extendida son: Benín, Burkina Faso, Camerún, Chad, Costa de Marfil, Egipto, Eritrea, Etiopía, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea-Bisáu, Iraq, Kenia, Malí, Mauritania, Níger, Nigeria, República Centroafricana, Senegal, Sierra Leona, Somalia, Sudán, Tanzania, Togo, Yemen y Yibuti.
En algunos países como Gambia, Mauritania o Indonesia, este procedimiento está tan extendido que alrededor de la mitad de las niñas de 11 años ya han sido sometidas a la ablación. Y en otros países estas cifras son mucho más terroríficas. Como en Guinea o en Somalia, donde el porcentaje de mujeres mutiladas asciende hasta el 90%.
En la gran mayoría de los países donde se practica la mutilación genital femenina, existe una legislación que lo castiga expresamente. Sin embargo, suele darse en comunidades más o menos aisladas y donde tiene un arraigo cultural muy fuerte. Por lo que es muy difícil de perseguir el delito de forma efectiva.
En otros casos, la situación se ha vuelto todavía mucho más surrealista. Porque es cada vez más frecuente que sean médicos los que -violando el juramento hipocrático- realizan la “operación”. Se calcula que, aproximadamente un tercio de las niñas y adolescentes a las que se les ha practicado la ablación, la mutilación ha sido realizada por un profesional de la salud.
Tristemente, la mutilación genital femenina también se practica de forma residual en algunas regiones de Asia y en algunas comunidades indígenas de Hispanoamérica. Buen ejemplo de ello son los Embera, que son una tribu indígena que se reparte entre Colombia, Ecuador y Panamá.
La ablación también persiste en algunas poblaciones inmigrantes en Europa. Y es un problema francamente difícil de localizar, porque se realiza en el más absoluto hermetismo. Además, muchas mujeres no hablan abiertamente sobre este tema porque existe el miedo de que puedan abrirse procedimientos judiciales contra sus familias y contra miembros de su comunidad.
¿Por qué se hace?
Según explica Unicef, existen diversas razones por las cuales se practica: mientras que en algunos casos se considera un rito de transición a la madurez, en otros casos se concibe como una forma de controlar la sexualidad de la mujer. La mutilación genital femenina se practica en muchas comunidades debido a la creencia de que garantiza el futuro matrimonio de las niñas y el honor de las familias. Algunas personas la asocian con creencias religiosas, aunque no existen textos religiosos que obliguen a practicarla.
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