Ruptura
Por qué Marruecos y Argelia son enemigos y han roto relaciones diplomáticas
Disputas por las fronteras y el apoyo de Argel al Frente Polisario empeoraron la que había sido una cordial relación hasta mediados de los 60, rota hoy tras el cierre del gasoducto que une Magreb con Europa
Argelia y Marruecos rompieron relaciones diplomáticas a finales de este verano. Una ruptura que ha salpicado significativamente a España después de que el país argelino cerrara definitivamente el gasoducto Magreb-Europa, que transporta gas natural a España a través de Marruecos, al no renovar el contrato para su utilización. La escalada verbal y política ha subido nuevos peldaños después de que Argel acusara a Rabat de asesinar a tres civiles argelinos, camioneros, con un bombardeo cerca del Sáhara, un “cobarde asesinato” que no quedará impune, según ha dicho la presidencia argelina.
El conflicto entre ambos vecinos empezó a fraguarse hace más de 50 años, pero el episodio del gasoducto es el más grave desde el año 1994, cuando un atentado en Marrakech provocó una gran tensión por la supuesta participación de los servicios secretos argelinos.
Inaugurado en 1996 con el objetivo de desarrollar la integración económica en el Magreb, el gasoducto Magreb-Europa proveía a Marruecos de unos 50 a 200 millones de dólares -o de 43 a 173 millones de euros- al año por utilizar su territorio, según recoge el medio argelino ‘Tout sur L’Algerie’. El acuerdo permitía también a Marruecos extraer entre 800 y mil millones de metros cúbicos de gas al año, para producir un diez por ciento de la electricidad del país.
1963 es el año clave para entender el porqué de la mala relación entre los dos países del Norte de África. Antes de la colonización francesa de Argelia de 1830, existía entre Rabat y Argel una relación amistosa, sobre todo en el norte fértil y en los grandes puertos mediterráneos de Argel y Orán. Pero la convivencia se torció inicialmente por una disputa sobre las fronteras, que fueron delimitadas por Francia.
Hoy se cumplen 67 años del inicio de la Guerra de Independencia de Argelia, que terminó en 1962, cuando cristalizaron las negociaciones con los llamados Acuerdos de Evian. Marruecos, por su parte, había conseguido su independencia en 1956. Antes de independizarse, el gobierno argelino prometió que revisaría las fronteras para satisfacer las reivindicaciones marroquíes, pero meses después de que Argelia se configurara como país independiente, esas promesas volaron con el viento.
El liderazgo del Magreb era una cuestión esencial para Argelia. Ambos, junto a Túnez, han sido los gigantes regionales, pero lograr una dura independencia después de una guerra de más de siete años con Francia hizo que los gobernantes argelinos no se contentaran solo con sus fronteras delimitadas. Sus recursos energéticos (es una potencia gasística) y un sólido prestigio internacional le permitía hacerlo. Argel quería más. Lo que, como es lógico, no gustó nada a Marruecos.
Las relaciones se fueron tensando, pero ninguno de los dos actores quería entrar en la guerra con el otro por el temor a que otros países limítrofes o los ex colonizadores se vieran involucrados en un conflicto. Lo que sí hizo Marruecos es sumarse a una coalición para liberar Kuwait, lo que le permitió ganar apoyos internacionales. Ese giro hizo que, a día de hoy, se vea como un socio más fiable. Estados Unidos, Israel, la Unión Europea mantienen una relación constante con Rabat, de ahí que Argelia apostara su estrategia a jugar la baza energética como gran exportador de gas y fuente de la estabilidad energética de otros países.
Durante años, el apoyo argelino al Frente Polisario, enfrentado con Marruecos, ha sido toda una ofensa para Rabat . El movimiento de liberación nacional del Sáhara Occidental, que trabaja para “acabar con la ocupación de Marruecos y conseguir la autodeterminación del pueblo saharaui”, ha llegado, incluso, a poner en crisis las relaciones entre España y Marruecos.
En noviembre del año pasado, estalló nuevamente la guerra después de que el Frente Polisario considerara roto el alto al fuego por la expulsión de activistas saharauis. Su líder Brahim Ghali llegó a estar hospedado en España y eso no gustó nada a la comunidad marroquí, y menos el reconocimiento que le dan determinados países como Argelia.
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