Canal de Suez
Los seis días que paralizaron el comercio mundial
La circulación por la importante vía fluvial cobra la normalidad, pero aun queda determinar por qué el ‘Ever Given’ perdió el control
Al amanecer del pasado martes 23 de marzo, el ‘Ever Given’ recibió autorización para atravesar el canal de Suez. El paso suele suponer una agradable travesía de unas 12 horas. No más de 200 kilómetros, unas 120 millas náuticas dejando a un lado África y al otro Asia. El buque era un coloso de 400 metros de eslora y más de 220.000 toneladas de peso, repartidas en 18.000 contenedores. Un gigante, que rozaba los límites de lo permitido, pero ninguna excepción.
Las autoridades egipcias están acostumbradas a ver muchos barcos así. Poco después de las 7 de la mañana, el carguero entró por la boca del canal, una vía de carril único, por la que dos barcos no pueden navegar en direcciones opuestas. Ese día se había levantado ventisca en el desierto, tampoco nada nuevo en esta época del año.
Pero el ‘Ever Given’ comenzó a virar de un lado a otro, hasta que media hora después había quedado atravesado, bloqueando todo el ancho de la ruta marítima. Pasó allí seis días. El colapso del tráfico marítimo se dejó sentir a miles de kilómetros de Suez. El tapón ya ha quedado subsanado, pero los efectos del accidente persisten.
En primer lugar, queda determinar por qué el ‘Ever Given’ perdió el control. Los propietarios del buque taiwanés, la compañía japonesa Shoei Kisen, se aferraron rápidamente a la teoría de la tormenta de arena.
Sin embargo, el jefe de la Autoridad del Canal de Suez, el almirante Osama Rabie, desconfía. Asegura que el paso nunca se ha cerrado por mal tiempo, que los vientos de ese día no tenían nada de particular y que barcos de las dimensiones del ‘Ever Given’ atraviesan el canal periódicamente sin ningún problema.
Egipto investiga si pudo existir un fallo técnico o un error humano. El Estado ya le ha reclamado a la compañía unos 800 millones de euros en pérdidas. A diario, unos 50 barcos atraviesan el canal, lo que le reporta a las arcas egipcias más de 5.000 millones de euros anuales, fundamentales para una economía que adolece de las divisas extranjeras que dejaban los turistas.
Unos 800 operarios se pusieron a trabajar desde la mañana de aquel martes para desencallar al buque. Los primeros en llegar fueron los barcos remolcadores, que comprobaron que no tenían nada que hacer por sí solos. Después se desplazaron helicópteros, excavadoras y dragas.
Las imágenes, que mostraban pequeños objetos diminutos intentado mover un mastodonte, pronto se convirtieron en el material cómico del día en las redes sociales. Varios equipos internacionales llegaron a la zona. Japoneses, holandeses o italianos llevaron sus barcos al canal para ayudar con las operaciones. Y pese a las previsiones más aciagas, que especulaban con tener que descargar al menos parte del ‘Ever Given’, las máquinas siguieron a lo suyo.
El viernes, las excavadoras ya habían sacado 20.000 toneladas de arena de la orilla en la que estaba encallado el carguero. Se produjo un primer intento para moverlo, que resultó infructuoso. Grandes compañías comenzaron a desviar sus barcos hacia el Cabo de Buena Esperanza para llegar de Asia a Europa, pese a que la ruta comporta unas dos semanas más de navegación y queda expuesta a posibles ataques de piratas.
El fin de semana se retomaron los esfuerzos para desencallar el barco, si bien esta vez fueron los vientos en contra los que obligaron a parar. Aunque parecía cerca, nadie quería dar una fecha exacta. Y, finalmente, el lunes por la mañana se movió. “Es libre”, exclamaron las autoridades del canal de Suez. Gracias al trabajo de las dragas, más de una decena de remolcadores consiguieron de una vez arrastrar el carguero.
Ese mismo día, horas más tarde, el ‘Ever Given’ ya navegaba por estas aguas junto a los barcos que habían contribuido a desencallarlo, que hacían sonar sus sirenas en señal de celebración. El buque taiwanés, que tiene bandera panameña, quedó apostado en un lago interno que hay en el canal, pendiente de revisiones técnicas.
Al menos hasta este sábado, aún permanecía allí. Su destino era el puerto de Rotterdam, desde donde tenía que llegar a Reino Unido. Sin embargo, las autoridades egipcias han amenazado con no dejarlo zarpar hasta que no se aclare el motivo del accidente y las posibles indemnizaciones.
Los que sí han conseguido salir son los más de 400 barcos que quedaron a la espera de que se deshiciera el tapón. Tuvieron que pasar cinco días desde que se liberó la ruta hasta que el tráfico ha vuelto a la normalidad. La revista Lloyd’s, especializada en comercio marítimo, calculó que las pérdidas diarias por el bloqueo ascendían a más de 8.000 millones de euros.
El canal, por el que pasa más del 10% del tráfico marítimo de mercancías, ha demostrado su centralidad en la llegada a Europa de manufacturas procedentes de Asia. Así lo expresó el presidente egipcio, Abdel Fatah Al Sisi, que tras días desaparecido, trata de salir reforzado de esta crisis. “Se ha reafirmado el gran papel y la importancia de una realidad que tiene casi 160 años. El canal de Suez se ha asentado en el comercio internacional, como ha quedado en evidencia al hablar de posibles alternativas”, dijo en una visita a la zona. Los seis días que paralizaron el comercio mundial también pusieron los ojos en cientos de trabajadores egipcios, que lograron su cometido.
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