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América del Norte
López Obrador estrena la mascarilla en su primera visita a Trump
El presidente mexicano viajó a Washington con una nutrida comitiva de empresarios en busca de oxígeno económico
Tuvieron que pasar más de dos años de su victoria electoral para que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador abordara un vuelo a Washington rumbo a su primera visita oficial al extranjero. Un paréntesis en su idea de que “la mejor política exterior es la interior” para un encuentro que al sur de la frontera muchos interpretan como un favor al Donald Trump candidato a la reelección, en el que México tiene muy poco que ganar.
A primera hora del miércoles, AMLO entregó una ofrenda floral en el monumento a Abraham Lincoln y otra junto a la estatua de Benito Juárez, presidente mexicano de mitad del siglo XIX a quien Obrador admira. Después mantuvo un encuentro privado entre los dos líderes, una reunión de trabajo a la que se incorporaron ambas comitivas y una cena en la Casa Blanca a la que están invitados un grupo de magnates mexicanos, entre ellos Carlos Slim y Ricardo Salinas Pliego, los dos hombres más ricos del país.
A pesar del abismo ideológico que les separa a priori, uno nacionalista de izquierda y otro proteccionista y xenófobo; la relación ha sido sorprendentemente buena y Trump elogia a AMLO cada vez que lo nombra. Ambos comparten una tendencia a concentrar poder, a polarizar a sus sociedades y a desdeñar movimientos sociales que quedan fuera de su concepción del mundo. En la crisis del coronavirus, han cometido errores similares y se han negado a utilizar la mascarilla. La primera vez que AMLO se la coloca en público es para este viaje.
Oficialmente, la visita tiene un marcado perfil económico. A Obrador lo acompañaba la Secretaria de Economía, Graciela Márquez y Alfonso Romo, jefe de la oficina presidencial y enlace con los empresarios; y se realiza para conmemorar la entrada en vigor del nuevo Tratado de Libre Comercio para Norteamérica (TMEC) el pasado 1 de julio. Sin embargo, esta explicación perdió fuerza tras confirmarse la ausencia del primer ministro canadiense, Justin Trudeau. Poco antes de la reunión, el secretario de Estado, Mike Pompeo, dijo que se tratará un amplio abanico de temas, entre ellos la situación de Venezuela.
México prefería un encuentro a tres que se quedó en un cara a cara con Trump, lo que empujó la interpretación, impulsada por los críticos con López Obrador y algunos demócratas en Estados Unidos, de que esta visita le devuelve a Trump el favor en el momento propicio, cuando las encuestas lo sitúan diez puntos por debajo de su rival demócrata, Joe Biden, en las elecciones presidenciales que celebran en noviembre.
El conocido académico y opositor a AMLO Enrique Krauze escribía esta semana en “The New York Times” que la visita “para Trump, es un acto de campaña. Para López Obrador, el pago de un favor”, por haberle ayudado en la cumbre de la OPEP el pasado mes de abril al asumir Estados Unidos un recorte en la producción de petróleo a la que México se oponía. “Nos lo devolverán en algún momento”, dijo Trump entonces. Se espera que ahora la foto con el presidente mexicano le ayude a ganar votos entre los electores latinos, que ya forman la minoría más numerosa y serán decisivos.
El clima de tensión y el carácter imprevisible de Trump la convierten en una visita de alto riesgo político para López Obrador. En la memoria colectiva de México aún resuenan los insultos con los que Trump abría la pasada campaña electoral en 2015 cuando llamó criminales y “violadores” a los inmigrantes mexicanos.
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