Elecciones en EEUU
La izquierdista Alexandria Ocasio-Cortez arrasa en las primarias demócratas
El ala radical del Partido Demócrata se hace fuerte mientras en el Republicano vencen dos candidatos fuera de la órbita del presidente de EE UU
Alexandria Ocasio-Cortez, popularmente conocida por el acrónimo AOC, gran exponente del ala radical del partido demócrata, rostro mediático de las corrientes izquierdistas, ha ganado las primarias del partido en Nueva York. Peleaba para lograr ser reelegida en su puesto en la Cámara de Representantes de EE UU. Se trata de una pequeña/gran decepción para quienes esperaban que la inminencia de las elecciones presidenciales, y el triunfo de Joe Biden frente aBernie Sanders en la pugna por la candidatura a la Casa Blanca, marcaría un cambio de tendencia.
Lejos de haberse templado, más allá de los mensajes de unidad, las apelaciones a la razón, los llamamientos al consenso, lo cierto es que los ánimos de la política estadounidense permanecen muy volcados a los puramente sentimental. A la consigna, el lema tuitero, los discursos carismáticos y la efebocracia de raigambre populista. Características todas ellas de las que Ocasio Cortez es destaca exponente.
De hecho, tal como por ejemplo informan periódicos como el “Financial Times”, existía toda una corriente entre los aliados de los demócratas organizada para primar las candidaturas menos extremistas. Entienden que la batalla por el legislativo será incluso más decisiva que la del Gobierno. Sin una mayoría suficiente en el Senado nada podrá impedir que una posible victoria de Biden resulte inoperante.
El peligro es reeditar la parálisis de buena parte de la andadura de Obama, cuando perdió toca capacidad de transformación una vez que los demócratas perdieron las cámaras legislativas. Sin duda que AOC, que competir en un distrito casi 100% demócrata, tiene segura la reelección. Pero su discurso puede ser veneno en otras circunscripciones y estados. Allí donde los indecisos marcaran el rumbo de lo que venta, y a los que los pirotécnicos y vehementes mensajes que esgrimen AOC y otros afines puede empujar a decidirse por los candidatos republicanos.
De modo que el dinero proveniente de Wall Street, símbolo de todo lo malo y oscuro para los seguidores de Sanders y AOC, habría financiado la campaña de Michelle Caruso-Cabrera, que se antojaba como gran alternativa a Ocasio Cortez, que ya derrotó al “establishment” demócrata en 2018, cuando tumbó a un histórico como Joe Crowley. Pero todo esto, o sea, la pujanza irresistible de los más demagogos, el triunfo de los populistas, la inevitable tendencia contemporánea a primar las tentaciones emocionales, también se contradice, al menos en parte, si atendemos a las victorias de un par de candidatos republicanos enemistados con Donald Trump.
Golpe moral a Trump
Dando por hecho de que, si bien es cierto que la práctica totalidad de los senadores y congresistas republicanos han terminado alineados con el actual presidente, las afinidades habrían sido en numerosas ocasiones de corte práctico. Esto es, motivadas por el hecho de que Trump es el gran favorito de buena parte de los votantes republicanos y, por tanto, enemistarse con supone un riesgo evidente de perder el escaño. Es decir, que Trump y cuanto representa ha terminado por encarnar el “establishment” republicano. Pero sólo en la medida de que la derrota carece de padres y que pocos políticos están dispuestos a asumir el coste de rebelarse contra las peores tormentas demoscópicas.
El milagro de la derrota de varios candidatos próximos al presidente ha sucedido en Kentucky y en Carolina del Norte. Fue particularmente llamativo el caso de Madison Cawthorn, que venció a la trumptiana Lynda Bennett, a la que no ayudó el respaldo brindado por la Casa Blanca. Bennett también contaba con el apoyo explícito de pesos pesados como Ted Cruz y Jim Jordan.
En cuanto a Kentucky, la victoria fue para Thomas Massie, puro pensamiento libertario en marcha, al que Trump ha atacado en varias ocasiones. Desde luego que el presidente ya ha reaccionado en el caso de Cawthorn, que en declaraciones a la NBC ha explicado que recibió la llamada de Trump, a bordo del avión presidencial, para felicitarle. Siempre raudo a la hora de metabolizar los cambios de rumbo políticos y surfear la ola, Trump habría elogiado su triunfo, al que habría tachado de increíble y hermoso.
«Creo», dijo Cawthorn, «que el presidente reconoció que hemos llevado a cabo una campaña que fue muy difícil de superar y también que somos gente que realmente puede ayudar a aliviar esta división partidista que está dándose en nuestro país en este momento y ayudar a juntar a muchos votantes».
Nadie como el hombre que rige los destinos de Estados Unidos desde 2016, cuando propinó un zarpazo histórico a la inercia política y las convenciones de Washington, para asumir, redirigir e, incluso, aprovechar unos puntos cardinales que contradicen el puro metal de su forma de desempeñarse.