Estados Unidos
Bernie Sanders, el socialista que quiere llegar a la Casa Blanca
Azote de los ricos, el senador demócrata promete sanidad y educación universitaria universales
Bernard Sanders, conocido por propios y ajenos como Bernie, es de izquierdas y sin complejos. No le gusta a nadie con un mínimo de privilegio, pero ilusiona a millones de estadounidenses como solo Donald Trump lo hace en el campo de la derecha. Ahora, a sus 78 años, quiere convertirse en el primer presidente socialista de Estados Unidos.
Este es su segundo intento de llegar a la Casa Blanca después de que en 2016 perdiera las primarias demócratas -partido en el que no milita- frente a la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, que a su vez cayó ante Trump.
Su campaña de 2016 evidenció que un proyecto socialista para EE UU ya no está proscrito de las mentes de muchos de sus ciudadanos, pero enfrentó las artimañas del aparato del partido en su contra, reveladas por Wikileaks tras un “hackeo” masivo de correos.
Pese a eso, se impuso a Clinton en 23 estados y durante todo el proceso de primarias obtuvo más de 13 millones de votos (un 43 %), pero sobre todo se erigió como el líder de la izquierda estadounidense, capaz de movilizar a cientos de miles de personas en favor de causas para las grandes mayorías.
Su promesa estrella es la creación de un sistema de salud público universal conocido como “Medicare For All” que rompa con el jugoso y macabro negocio de las aseguradoras, pero Sanders también tiene en el punto de mira a la industria farmacéutica, a la armamentística y a la de los combustibles fósiles, y a Wall Street.
Un punto de mira que dirige permanentemente al 1% en la punta de la pirámide, un discurso populista que cala especialmente entre los jóvenes, a los que el “sueño americano” les queda lejos y les toca sobrevivir en una sociedad que, como en el resto del mundo, es cada vez más desigual.
A diferencia del resto de candidatos, Sanders no suele sacar a relucir su biografía en beneficio electoral, pero es público que nació en 1941 en un hogar humilde de Brooklyn (Nueva York), de inmigrantes judíos del este de Europa.
Aunque dio el salto al estrellato nacional en 2016, Sanders tiene una dilatada carrera política en las instituciones que empezó como alcalde de Burlington (Vermont) de 1981 a 1989, siguió como representante a la Cámara Baja de EE.UU. de 1991 a 2007 y luego como senador hasta la fecha.
Como alcalde de Burlington visitó Nicaragua en 1985 en apoyo a los sandinistas y la Unión Soviética en 1988, viajes de los que no reniega y que los principales medios estadounidenses recuerdan periódicamente para sembrar dudas sobre su candidatura.
Sanders presume de haber estado siempre en el lado bueno de la historia, con los desposeídos y contra las guerras, y es precisamente esa consistencia la que atrae a un ejército de partidarios y voluntarios sin comparación con ninguna otra campaña. Su eslogan es "Yo no. Nosotros" ("Not me. Us").
Además de la salud, Sanders promete educación universitaria gratuita, una subida del salario mínimo a 15 dólares la hora, una expansión de los beneficios sociales, poner fin a los conflictos armados internacionales e impulsar el Green New Deal, del que es abanderada Alexandria Ocasio-Cortez.
Es por eso que tiene a su lado a la joven congresista, quizás la figura política emergente más destacada de Estados Unidos, que le llama "tío Bernie", igual que hacen los millones de latinos que en el país se están volcando en su campaña bajo las enseñas de justicia y regularización.
Sanders es el candidato que más dinero ha recaudado gracias a pequeñas donaciones de más de cinco millones de personas. Su campaña no acepta (ni necesita) a los grandes donantes que suelen tener intereses ocultos y que también ha prometido barrer de la política.
Además del apoyo de Ocasio-Cortez, Sanders goza del de otras grandes figuras del espectáculo, el deporte, la sociedad y la política como Cardi B, Ariana Grande, Miley Cyrus, Residente, Noam Chomsky, Naomi Klein o la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín.
En octubre pasado sufrió un infarto durante un mitin en Las Vegas que pareció poner fin a sus posibilidades de llegar a la Casa Blanca, Sanders sin embargo resurgió de las cenizas a base de largos paseos y ensaladas hasta situarse ahora como el favorito a la victoria demócrata.