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El Salvador
Bukele, el nuevo “gorila” de América Latina
La decisión del presidente de El Salvador de llevar militares al Parlamento para aprobar un préstamo ofrece la cara más autoritaria del mandatario
Nayib Bukele ha despertado un viejo fantasma en Latinoamérica, el de los militares encaramados en el papel de protagonistas de la vida política. El presidente de El Salvador, que llegó al poder hace un año ungido en una especie de aura de pragmatismo y modernidad, el de un empresario exitoso dispuesto acabar con los males del país, desde la violencia a la corrupción, ha sorprendido a no pocos analistas al llevar a los militares al corazón mismo de la vida institucional del país, el Congreso.
Escoltado por militares con rifles de asalto y por agentes de la Policía Nacional Civil, el presidente que acabó con el bipartidismo en El Salvador, irrumpió este domingo en el parlamento nacional para exigir a sus diputados que aprueben un préstamo de 109 millones de dólares para financiar su plan de seguridad para combatir a las pandillas de delincuentes, las populares maras.
“Nadie se lo esperaba. Hemos descubierto una cara nueva de nuestro presidente, era algo que se sospechaba pero no se había visto y nadie esperaba verla tan temprano”, asegura a LA RAZÓN el periodista salvadoreño Ricardo Avelar, que define la decisión de Bukele como “un chantaje por la fuerza al poder legislativo, a un poder que como en toda república es independiente y, sobre todo, un abuso de las Fuerzas Armadas al romper su carácter apolítico para una cuestión de interés del presidente”.
La llegada de Bukele al poder en 2019 despertó muchas expectativas dentro y fuera de El Salvador. Antiguo miembro del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional y después empresario, el discurso combativo de Bukele con la corrupción y la violencia y su imagen fresca y desinhibida cautivó a muchos de sus compatriotas, que le auparon a la presidencia en la primera vuelta de las elecciones con un 53% de los votos.
Pero detrás de esa fachada, Avelar cree que “existe una pulsión caudillista”. La irrupción de los militares en el Congreso, donde el partido de Bukele no tiene representación, retrata “a un presidente en 2020 que huele mucho a 1970”, la década en la que las dictaduras militares gobernaban buena parte de los países latinoamericanos. “Su discurso mismo desprende un aroma a la misma condescendencia de los caudillos del siglo XX, al sentirse el guía de un pueblo ignorante. Es la figura del iluminado”, lamenta Avelar.
Miguel Tinker Salas, profesor de Historia de Pomona Collegue en California, asegura a este periódico que “los eventos en El Salvador demuestran la fragilidad de las instituciones democráticas y la imposición de un presidencialismo, que sin el apoyo del ejercito se vería obligado a negociar con el congreso”.
¿Cómo afectará esta decisión a la capacidad de maniobra del presidente? ¿Va a erosionar su capital político dentro y fuera del país? “Es posible que desde fuera aumenta la presión hacia Bukele, al quedar patente su escasa vocación democrática”, añade Avelar.
La decisión de llevar a las Fuerzas Armadas al parlamento ha dividido a los salvadoreños, explica Francisco Garay, un alto cargo de la administración de Bukele. “Pero esa división ha sido propiciada por los partidos tradicionales, que han desviado el tema de lo verdaderamente importante, que es la negativa del Congreso a aprobar la financiación del plan de seguridad para acabar con la violencia”, explica Garay. “Muchos diputados piensan que si ese plan sale adelante le va a dar más prestigio y más poder al presidente Bukele de cara a las elecciones parlamentarias del 2021”, añade.
Garay considera que todos “los procesos tienen que pasar por un diálogo, pero conociendo la dinámica de los diputados de oponerse a todo lo que viene del presidente, es difícil creer que exista buena voluntad de la otra parte. Así que no lo veo como un acto de intimidación. Los militares también se ven perjudicados si no sale ese proyecto adelante, por eso ellos están reclamando un plan que les beneficia porque supondrá la modernización de las Fuerzas Armadas".
Por último, Garay recuerda que los dos partidos tradicionales, Arena (conservador) y el FMLN (izquierdas) han sido señalados en un informe de la Fiscalía General de la República por haber financiado en el pasado a las pandillas violentas en El Salvador. “La Fiscalía asegura que incluso el ex ministro de la Gobernación, Arístide Valencia, determinaba la cantidad de muertos que podía haber cada día”, lamenta Garay, director de Infraestructura Inclusiva y Social del Ministerio de Obras Públicas, quien anticipa finalmente que el Congreso aprobará el préstamo de 109 millones de dólares.
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