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Una precaria calma envuelve las calles y el Gran Bazar de Teherán

La Razón
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La capital iraní trataba de recuperar su pulso normal tras once días de disturbios y protestas. Tanto el Gran Bazar, corazón económico de la capital, como las principales arterias comerciales presentaban ayer el ajetreo y el ambiente que les caracteriza. «Se ha hablado mucho de la huelga. Pero la verdad es que la situación económica lo impide. La crisis no nos permite el lujo de cerrar aunque estemos de acuerdo con las protestas», explicaba un vendedor de telas en el sur de la capital. Algunos metros más al este, Hamid, camarero de uno de los restaurantes más famosos y concurridos del enorme mercado teheraní, aseguraba que habían regresado las largas colas de comensales. «En los días pasados apenas venían los bazaríes. Aquí hay muchos seguidores del presidente, pero la mayoría apoya a Musavi. La crisis afecta, pero también existe el temor de que, si cierran, pueden encontrarse la tienda destruida». Más al norte, en la calle Valiye-Asr, el ritmo de vida, marcado por el tráfico lento y aglomerado, también había recuperado su aliento. «Es verdad que la actividad había descendido, aunque sólo por las tardes», admitía un comerciante de frutos secos cerca del parque Mellat. La presencia en las calles de las fuerzas de seguridad también ha decrecido, aunque todavía es mayor de lo habitual. Voluntarios islámicos basij mantenían las patrullas en motocicleta. La fuerte presencia policial, junto a la ausencia en las calles de los líderes reformistas, han logrado aplacar la protesta. «Vamos a seguir luchando sin descanso . Quizás con otras tácticas, pero esto no ha acabado», advierten desde las filas de Musavi. (Efe)