Mónaco

Charlene la princesa rockera

Si el año pasado la Movida madrileña fue la excusa para que Mónaco celebrara su gran baile, esta vez, el rock de los 50 inspiró una noche de lujo.

Charlene Wittstock, con enorme tupé, y el Príncipe Alberto
Charlene Wittstock, con enorme tupé, y el Príncipe Albertolarazon

Con los eternos rumores de boda convertidos ya en el pan de cada día de los monegascos, Charlene Wittstock, la novia más que oficial del Príncipe Alberto, volvió a acaparar este fin de semana todas las miradas. Después de que la pareja fuera fotografiada hace unas semanas durante unas vacaciones en los Alpes, sólo faltaba saber si ambos serían los anfitriones del Baile de la Rosa, la fiesta más famosa de las muchas que se celebran en Mónaco. Y sí, allí estaban los dos, sin separarse ni un momento, y ella con un «look» perfecto para no pasar desapercibida. Estefanía, la gran ausentePor un lado, el enorme tupé engominado. Por otro, un vestido negro de vertiginoso escote corazón que confirmó lo que muchos no se atreven a decir: la nadadora nunca podrá competir en elegancia con las mujeres de la familia Grimaldi. Si acaso con Estefanía, la gran ausente de la noche, pero no con Carolina y su hija, Carlota, ambas vestidas de Chanel y acompañadas por su gran amigo Karl Lagerfeld. Y un detalle: la princesa Carolina dejó boquiabiertos a los invitados con las pulseras que lucía en ambas muñecas, realizadas con tapones de botellas de champán. También de Chanel, por supuesto.En 2008, el Baile de la Rosa fue noticia más que nunca por la temática elegida: la Movida madrileña sirvió de excusa para convertir el Sporting Club de Montecarlo en un remedo «chic» de los locos 80. Pedro Almodóvar y parte de su «troupe» –Bibiana Fernández, Rossy de Palma y Alaska incluidas– animaron el cotarro mientras Luz Casal ponía la nota musical delante del sinfín de millonarios que asisten cada año a la fiesta. En esta ocasión, el «leit motiv» era el rock, de ahí que en las invitaciones se inscribiera el juego de palabras «Rock n'Rose» y que el decorado intentara emular a un garaje de los años 50: toldos de plástico manchados de pintura, telones pintados de chapa oxidada, manteles de tela vaquera y toallas de bandana adornaron la velada. Eso sí, los invitados, nada de ir en vaqueros. Esmóquin para ellos y traje largo para ellas, con la única excepción de quienes se subieron al escenario. Sobre todo, Chuck Berry, el gran homenajeado de la noche, que a sus 82 años interpretó varios de sus éxitos vestido con camisa roja y tocado con una gorra de capitán de barco. Tras él llegó el turno de las nuevas generaciones del rock and roll, con bandas como The Pipettes, Sheraff, Nameless y MattRach.