Conciertos

Benicàssim: así creamos el mayor festival del pop

El FIB cumple 15 años. Y, para celebrarlo, hemos pedido a su director, José Morán, y a un «fan» que den su visión de lo que ha sido el festival. Hoy arranca con Oasis como cabeza de cartel. 

Benicàssim: así creamos el mayor festival del pop
Benicàssim: así creamos el mayor festival del poplarazon

En 1994 estábamos viviendo el ocaso más oscuro de lo que había sido «la movida» madrileña y la revolución pop de los ochenta a nivel nacional. En el extremo opuesto comenzaban a surgir brotes verdes, iniciativas que apuntaban en otra dirección, gente con nuevas ideas dispuestas a cambiar radicalmente los conceptos estéticos y musicales. España no contaba entonces con una industria musical sólida. Había grupos con ideas interesantes pero carecían de un bagaje artístico detrás. Entre las ruinas de lo vivido y las alegrías de lo que se intuía que podía surgir, apareció el sueño de crear un festival.La idea se coció entre bromas y risas, en las noches interminables de la madrileña sala Maravillas, con nombres como los de Luis Calvo, Joako Ezpeleta y mi hermano Miguel Morán detrás. Queríamos poner en pie un festival siguiendo el patrón de lo que se hacía en los festivales de Reading y Glastonbury en Inglaterra, nombres de referencia para nosotros. Y así fue como nos tiramos a la piscina, sin saber si había agua, sólo con ilusión y muchas horas de trabajo.Desde el principio nos encontramos con muchos problemas: hacía falta un espacio, infraestructuras, apoyo institucional, los artistas y, lo más importante, el público. El problema del espacio lo solucionamos muy rápido. El alcalde de Benicàssim de entonces, Françesc Colomer –curiosamente ha vuelto a ser alcalde otra vez–, nos apoyó desde el primer momento. Un cambio de elecciones en junio hizo que gobernara el partido opuesto. Nos pusieron trabas, no creían en el proyecto; pensaban que éramos cuatro jóvenes chiflados. Finalmente nos cobraron un alquiler por el recinto y nos pusimos en marcha para celebrar la primera edición en 1995.Baches en el caminoSalimos a la carretera a buscar artistas. Y ahí nos encontramos con el segundo problema. Los promotores nacionales se habían enfadado con nosotros. Nos veían como unos recién llegados dispuestos a quitarles una parte de su negocio. Sufrimos también el rechazo de los agentes de Inglaterra, a los que les habían hablado mal de nosotros desde España. Eso nos complicó bastante a la hora de contratar a grupos británicos. Finalmente, nos aliamos con la empresa Sold Out, que había surgido tras una escisión de Doctor Music. Y así, tras un camino plagado de baches, pero con mucho entusiasmo por parte de ciertos medios y el público, llegó la primera edición. No conseguimos los objetivos deseados, porque perdimos dinero, pero logramos congregar a 7.000 personas. Desde el primer momento tuvimos muy clara la línea del festival. Pretendíamos apoyar la escena nacional. Dar cancha a las mejores bandas del momento: Australian Blonde, Los Planetas, La Buena Vida, Penelope Trip, etc. También queríamos acercar a los grupos internacionales que casi nunca tocaban en España. Tratamos de conseguir a todas las bandas y solistas que se pusieran a tiro. La máxima ha sido no contratar jamás a un artista que no nos guste.En España sólo había dos festivales potentes, el Espárrago Rock, de un solo día, y el Sónar, que acababa de crearse. Así que fuimos los primeros en abrir el camino, para lo bueno y para lo malo. Pasamos momentos muy duros. En 1997 pensamos seriamente en poner punto y final debido a una gran tormenta que estropeó el recinto y casi arruina nuestro futuro. En 1998 comenzamos a pensar que Benicàssim podía llegar lejos. En esa edición vimos que había una masa de fans que acudía cada año. Fue entonces cuando logramos los primeros beneficios, algo que nos permitió crear una estructura más sólida. Además, la actuación de Björk nos posicionó de una manera muy clara entre los festivales europeos. En 2002 el festival dio el gran salto, tanto a nivel cualitativo como cuantitativo. El cartel fue fabuloso, marcó un antes y un después: Radiohead, The Cure, Paul Weller, Belle and Sebastian, DJ Shadow, Sigur Rós. Ese año conseguimos nuestro primer acuerdo con el «New Musical Express» y el festival ganó en proyección.A raíz de aquel éxito, la Administración se dio cuenta del inmenso potencial del FIB: un festival que servía de reclamo turístico y económico, que se anunciaba en la tele y que atraía a un público nada problemático, con un nivel cultural y económico medio-alto. Desde el minuto uno pensamos que había que cuidar mucho a los artistas, ésa es al fin y al cabo la llave que abre la caja. Hay un dato que no pasó desapercibido. El «backstage» de cualquier certamen es una zona de trabajo. Nosotros decidimos poner en esa zona una piscina y la idea ha entusiasmado año tras año a los artistas. Supongo que este pequeño detalle revela hasta qué punto mimamos a los músicos. Morrissey, ejemplo de artista conflictivo, se trajo a su familia en su segunda actuación en Benicàssim, y se quedó horas y horas en el recinto, al contrario de lo que suele hacer cuando actúa en otros festivales. La columna vertebralDe todos estos años me quedo con la experiencia de algunos conciertos memorables, como los de Björk, Radiohead, Chemical Brothers y Franz Ferdinand. Pero también con otros de grupos y solistas medios. Ésa es otra de las claves del éxito de Benicassim, confeccionar un cartel con una buena segunda línea, porque es ésta la que más valora el público entendido y la que dictamina si al final viene o no al festival. Siempre hemos tratado de ofrecer una parrilla sólida, es la columna vertebral del proyecto. Tenemos aún algunas espinitas clavadas. A mí me gustaría ver en Benicàssim a Neil Young, a David Bowie y a White Stripes. A Coldplay me hubiera gustado ficharlos en el FIB de hace tres años. Menos a Bowie, confío en tenerlos pronto en nuestro cartel.El futuro del festival es bastante prometedor a pesar de algunas amenazas, especialmente la de la competencia desleal. No me refiero a los festivales de promotoras privadas, sino a los que organizan ayuntamientos con dinero público. Cumplimos quince años y éste es un motivo para celebrarlo, y qué mejor manera de hacerlo que disfrutar de muchos de los conciertos de esta edición y del ambiente que hay en el recinto. Benicàssim es una experiencia más allá de lo musical. Que ustedes lo disfruten.